Los últimos datos hechos públicos por Eurostat muestran que hay un grupo de países en el grupo de cabeza que tienen un PIB per cápita un 20 % superior a la media comunitaria. Ahí estarían, por ejemplo, Luxemburgo, Alemania, Austria, Suecia y Dinamarca. Todos con un nivel de riqueza por habitante muy superior al de España (95 %) o Galicia (87%). Pero la foto que traza el instituto estadístico europeo es muy desalentadora. Mientras el norte se aleja cada vez más de la media por arriba, pese a la recesión de la Eurozona, el sur de Europa traza el camino contrario. Sirva como ejemplo Alemania. En el 2007 tenía un PIB por habitante equivalente al 115 % de la media. Seis años después está en el 124 %.
La política monetaria común, con el euro, estaba llamada a ser un elemento de cohesión y convergencia, pero desde que llegó la crisis, y los mercados y la troika pasaron a dictar férreos programas de ajuste, el efecto parece ser justamente el contrario. Mientras un sector de los economistas, cada vez más minoritario, alerta sobre el efecto de esta estrategia, que conduciría a un prolongado estancamiento y a un deterioro generalizado de las condiciones de vida para muchos años, el Gobierno enciende las luces por un tímido crecimiento que, a su juicio, es el preludio del despegue definitivo.
Los datos de crecimiento del primer trimestre facilitados por el INE no son muy alentadores. Y mucho menos para Galicia, que ha empezado el año con un avance en su PIB de apenas una décima, frente a las cuatro del resto de España.
Pese a ello, la Xunta mantiene que la comunidad cerrará el 2014 con un crecimiento en su economía del 1,2 %, la misma tasa que en el conjunto de España. Galicia fía esta estimación a una previsible recuperación del consumo y, sobre todo, a que los contratos del naval tengan reflejo en las estadísticas.