Galicia pone fin al ajuste bancario con menos crédito y competencia reducida
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ECONOMÍA
Apenas quedan 13 de las 30 entidades que operaban en la comunidad hace cinco años
11 ago 2014 . Actualizado a las 14:30 h.Hace apenas cinco años, un ciudadano de Vigo o de A Coruña, las dos urbes más bancarizadas de Galicia, podía salir a la calle y optar entre alguna de las 30 entidades financieras que operaban en sus ciudades para cubrir sus necesidades financieras. Desde la filial de un banco norteamericano hasta una caja extremeña, pasando por media decena de entidades gallegas. Hoy la oferta ha quedado reducida a menos de la mitad. En el mejor de los casos, en esas dos urbes podrá contrastar ofertas entre 13 operadores. Y en municipios medianos la competencia se limita a 5 o 6 marcas.
Con el movimiento final, la venta de Catalunya Banc (con una única sucursal en Galicia, tras cerrar nueve en dos años) al BBVA, concluye la mayor revolución financiera que se recuerda en España. Con esa consecuencia, la reducción de actores, pero también con el crédito en niveles bajísimos, con miles de puestos de trabajo destruidos en el sector y cientos de oficinas cerradas.
Galicia es una de las comunidades que más ha notado todo esto, porque era uno de los territorios más bancarizados, posiblemente por sus elevadas tasas de ahorro y su baja morosidad. De esa treintena de entidades implantadas hace un lustro, solo tres han quedado al margen del ruido: Bankinter, el luso Banco Caixa Geral y Caixa Rural Galega.
Pese al significativo recorte de actores, a diferencia de otros territorios Galicia mantiene un grupo de entidades medianas que permiten, por ahora, espantar el fantasma del oligopolio. «Aquí hay bancos ahora muy activos, como Abanca, Popular-Pastor y Sabadell Gallego, que permiten competir con los tres grandes [Santander, BBVA y Caixabank], algo que no sucederá en otros lugares, que sí van a notar esa falta de competencia», apunta Venancio Salcines, presidente de la Escuela de Finanzas y buen conocedor de la realidad bancaria gallega. «Lo bueno es que ahora hay competencia racional, hasta el 2007 hubo un crecimiento absurdo; es mejor tener menos actores, pero más fuertes», apunta Diego Barrón, director de relaciones con inversores del Banco Popular.
Salcines y Barrón coinciden en que aún puede haber algún movimiento, «sobre todo entre cajas rurales». La entidad gallega que opera bajo ese paraguas tiene un notable posicionamiento en Lugo.
Menos marcas conlleva, obviamente, menos oficinas -se ha pasado de más de 2.500 sucursales a menos de 1.800, tres cierres por semana- y menos personal. El ajuste ha sido tremendo: 4.000 trabajadores menos en Galicia en el que es ya el cuarto sector más castigado por el desempleo en la comunidad. «Aunque ya se haya hecho casi todo, y se podría empezar a trabajar con calma después de todos estos años, todavía queda inquietud en las plantillas», admite Julian Valiente, responsable de banca de Comisións Obreiras.
Y 23.700 millones menos
La reestructuración ha castigado la competencia y a las plantillas. Pero también a la clientela. El principal negocio de la banca, el del crédito, se ha resentido como nunca. En el 2009, familias, empresas y administraciones de la comunidad (importante estas para activar el gasto público) tenían prestados 71.283 millones, el 142 % del PIB gallego. Excesivo, probablemente. Este 2014 la cifra ha decrecido hasta 47.500 millones, el 94 % del PIB; en cinco años, 23.700 millones menos. El recorte, del 33 %, sitúa a Galicia como la comunidad con mayor caída del crédito, a mucha distancia de La Rioja y Cantabria, que se quedan en el 28 %. En Madrid y Cataluña, teóricos motores económicos del Estado, el recorte no llega al 17 %, la mitad que en Galicia. Preocupante, porque constata una centralización de la banca hacia esos dos territorios.