31 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.
Enrique Bañuelos era como un encantador de serpientes. Logró convencer del recorrido alcista de su compañía a empresarios como Amancio Ortega para que entrasen en su capital. Hoy ya no queda ni rastro de ellos en la inmobiliaria. Tampoco de Novagalicia Banco (hoy Abanca), que se deshizo de sus acciones en el 2012, con José María Castellano en la presidencia.
Tras el descalabro de la inmobiliaria, Bañuelos emprendió nuevos negocios tanto en el Reino Unido como en Brasil. Volvió a España, donde intentó poner en marcha en Cataluña el proyecto de Eurovegas.