Cree que la patronal necesita regenerarse porque los escándalos han minado su influencia
09 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Será el adversario de Juan Rosell en las elecciones a la presidencia de la CEOE. Su candidatura ha sido impulsada desde la patronal del metal (Confemetal) y cuenta ya con el respaldo de algunas organizaciones territoriales y también de otras de carácter sectorial. Nacido en una familia de empresarios vascos, Antonio Garamendi es afable, buen conversador, enamorado de la industria y moderado en todos sus planteamientos. Cree que «hay partido» en la carrera por la presidencia de la CEOE y que esta organización necesita un cambio, «una regeneración, un rearme ético».
-¿Cómo se pasa de la noche a la mañana a ser candidato a la presidencia de la CEOE?
-Bueno, estas cosas nunca suceden de la noche a la mañana. Dirigentes de una serie de organizaciones que forman parte de la patronal me lo propusieron y acepté.
-La CEOE tiene un pasado reciente convulso. Al encarcelamiento de su anterior presidente, Gerardo Díaz Ferrán, le sucedieron las irregularidades en las empresas del vicepresidente Arturo Fernández y ahora su implicación en las tarjetas «black» de Caja Madrid. El vicepresidente Terciado también ha estado implicado en asuntos poco transparentes. ¿Están ustedes en crisis?
-Necesitamos una regeneración. Quizá en estos últimos años hemos sufrido un desgaste importante por este tipo de situaciones; y quizá también la CEOE no ha estado a la altura de las circunstancias.
-¿Quiere decir que el presidente Rosell ha sido blando al actuar ante algunos escándalos?
-Yo creo que ha pensado que elaborando un código ético se solucionaban los problemas, pero no es así. En realidad, ese código ético se ha convertido en un código estético, porque debería haber estado acompañado de decisiones. Los casos de corrupción que de alguna u otra manera han afectado a la CEOE han afectado a su credibilidad y su capacidad de influencia. Y han hecho daño no solo a la organización sino al conjunto de los empresarios. Por eso creo que la respuesta debería haber sido clara, contundente, sin lugar a la duda.
-Hay quien acusa a Rosell de ser muy presidencialista, de compartir poco sus decisiones al frente de la patronal.
-Digamos que es más bien personalista. En algunas ocasiones nos hemos encontrado con que había alcanzado acuerdos antes incluso de someter los temas a la consideración y el debate en los órganos de gobierno de la CEOE. Es el caso, por ejemplo, del acuerdo que alcanzó sobre la Ley de Cámaras. Por eso quienes respaldan mi candidatura creen que debemos iniciar una nueva etapa presidida por la transparencia.
-Volvamos al asunto de la corrupción. ¿Coincide usted con la idea de que detrás de cada político corrupto hay un empresario que corrompe?
-Mire, lo que creo es que los corruptos montan empresas para delinquir, para que les sirvan como instrumento de su tropelía. Pero a estos no se les puede llamar empresarios. Son otra cosa. Ese término representa algo mucho más serio. Y debo aclarar que, en mi opinión, la mayor parte de los políticos en España son honestos.
-Pero el caso de las tarjetas negras de Caja Madrid demuestra que la corrupción no es privativa de los políticos.
-Ese caso es el paradigma de un presidente que quiere tener callado a todo el consejo de administración y a los directivos. Es probablemente el caso más escandaloso de corrupción que conozco.
-Para usted, ¿los sindicatos, son el enemigo?
-En absoluto. Me parece que han jugado un papel determinante en la historia reciente de este país y han sido claves para la estabilidad de España. Podemos tener nuestros más y nuestros menos, pero cuando han tenido que hacer algo en serio, lo han hecho.