Un asado para 4 de 152 euros que se transforma en unos modestos chorizos de solo 7

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

Los inspectores reúnen en un documento las anécdotas informáticas de sus trabajos sobre la doble contabilidad

18 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el año 2014, en su lucha contra la economía sumergida, la Agencia Estatal de la Administración Tributaria (AEAT) ha destapado grandes operaciones con una contabilidad en la que se utilizaba el software de enmascaramiento. Lechazo, Scarpe, Pasta Fresca o Buza son los nombres que se le han dado a tramas destapadas para ocultar ventas y defraudar impuestos. Pero en paralelo a estas inspecciones, Hacienda ha intensificado en Galicia la vigilancia sobre negocios de menor tamaño. Un documento de la AEAT recoge algunas de las anécdotas informáticas que se ha encontrado el personal en su trabajo de control. Y sobre las que han dejado constancia escrita. Por ejemplo, los funcionarios de Hacienda recuerdan cómo en el mismo momento en el que procedían a la intervención y el volcado de datos de un ordenador que habían incautado se percataron de que, desde un servidor remoto, se había iniciado el borrador de los datos. Los inspectores desconectaron el equipo de la red para conservar la información.

La entrada secreta

El personal de Hacienda sostiene que el supuesto más frecuente consiste en esconder físicamente el terminal que acumula todos los datos del fraude. Y que para ello se utilizan alternativas de lo más ingenioso. Los técnicos recuerdan cómo en el curso de una inspección en una nave industrial uno de los funcionarios se dio cuenta de que la planta superior medía cinco metros menos que la inferior. Esto les sirvió para encontrar un cuarto sin puertas ni ventanas en el que se hallaba el ordenador central con toda la información sobre la contabilidad B. En esa ocasión, pese a las sospechas, los inspectores tardaron más de media hora en descubrir la entrada secreta. Al cuarto se accedía desde dentro de un armario ropero que estaba lleno de abrigos, recuerda el personal de Hacienda. El anecdotario informático recopilado por los funcionarios se refiere al arte del phantomware, una de las técnicas más utilizadas para ocultar ventas. «Es también curioso el supuesto en el que un cordero asado para cuatro personas con un valor de 152 euros se transforma, por arte de magia, en unos modestos chorizos de 7 euros, IVA incluido, una operación en la que han desaparecido 145 euros para ser ocultados al fisco», detallan los técnicos.

La experiencia del trabajo de supervisión desarrollado en los últimos años lleva a los inspectores a concluir que, en muchas ocasiones, la ausencia de efectivo en los comercios es una pista para perseguir presuntas prácticas fraudulentas. Hacienda conoce cuál es la proporción de uso de tarjetas en los establecimientos en relación al total de la facturación. «Despierta sospechas para la Inspección que el 90 % de lo que se vende en una tienda de modas se pague con tarjeta, cuando sus competidores más próximos, por ejemplo, declaran cobrar por este método un 60 % del total de las ventas», explican los inspectores en el documento de la AEAT.

Hacienda recuerda que, en muchos de estos casos, todo se comprende cuando se accede al ordenador y se verifica que, en realidad, el phantonware está eliminando los pagos en efectivo mientras respeta los abonos con tarjeta porque tienen un rastro mucho más difícil de borrar.

Preguntado sobre esto y sobre el hecho de que la AEAT esté intensificando en la comunidad gallega las inspecciones, el presidente de la Federación Gallega de Comercio (FGC), José María Seijas, se muestra crítico. «Nosotros en muchos casos tributamos por módulos, y todo esto no cuadra. No niego que puntualmente haya gente que defraude, como en todos los ámbitos, pero esto en ninguna manera puede hacerse extensivo al sector. Los grandes focos de ocultación están en otro sitio y no en una actividad modesta que contribuye a generar empleo y riqueza en villas y ciudades», cuestiona.