La segunda reconversión bancaria ya está aquí

Ana Balseiro, R. Santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Número de trabajadores en Galicia
A. L. C.

La fuerte caída de la rentabilidad, el palo a las cláusulas suelo, el auge de la banca por Internet y los nuevos competidores virtuales obligarán a reducir gastos y prescindir del 10 % de oficinas

11 abr 2016 . Actualizado a las 13:05 h.

Travesía procelosa para el sistema financiero español. Cuando las aguas parecían ya calmadas tras la fortísima reestructuración del quinquenio 2009-2014, la banca vuelve a asomarse a ese abismo. Por causas propias y ajenas. En el sector se da por hecho que entre este año y el siguiente se afrontará un nuevo proceso de cierres y reducción de personal, sin contar con la siempre manida -y por ahora aparcada- oleada de fusiones.

En las últimas semanas, los anuncios públicos de algunas entidades, las más grandes, han puesto voz a algo que lleva meses rumiándose en privado. El Santander ha anunciado el cierre de 450 sucursales y el despido, o prejubilación, de casi 1.500 empleados, solo en España; algo más del 5% de su plantilla entre red y servicios centrales en Boadilla del Monte (Madrid). El número dos del BBVA también deslizó -aunque el banco luego se vio obligado a matizar- que la cifra de oficinas con que cuenta en España es excesiva. Caixabank acaba de anunciar nuevas prejubilaciones, medio millar. Y lo que hagan los tres grandes marca la pauta al resto, admiten las fuentes consultadas en el negocio. Algunos de los pequeños ya han tomado nota con rapidez. El Banco Ceiiss, el resultado de fusionar Caja España y Caja Duero, ahora en manos de la malagueña Unicaja, ha anunciado el recorte de un tercio de su plantilla, ya exigua tras la reestructuración anterior.

¿Qué hay detrás? Una necesidad de adaptarse a los nuevos usos de servicios bancarios. Cada vez se pisa menos la oficina, y los bancos quieren ir a un modelo en el que presencialmente se ofrezcan menos servicios convencionales (que ya se cubren por Internet) y más asesoría especializada.

Eso por un lado. Por otro, algo que no pueden controlar: los bajísimos tipos de interés (cerca de cero) marcados por el BCE, que influyen directamente en el euríbor, ahora en negativo, algo impensable. Es una buena noticia para el consumidor, porque paga menos intereses por sus préstamos, pero muy mala para las entidades, porque esto hace caer la rentabilidad de su negocio al mínimo. Cuando no les hace perder dinero. Y para mitigarlo, por el otro lado hay que reducir gastos. Y lo principal pasa por prescindir de personal y de locales.

«Es un momento difícil para la banca porque se juntan varios problemas a la vez: por un lado, la coyuntura (tipos), y por otro, el exceso de capital», resume Luis Otero, director del Máster de Finanzas de la Universidade de Santiago de Compostela.

¿Tiene lógica más concentración bancaria? «La respuesta -añade- podría ser sí, por un tercer factor: el cambio tecnológico. Ahí es donde creo que está el mayor reto para las entidades financieras, más que los tipos negativos y la coyuntura, que acabará volviendo a su senda».

El desafío tecnológico

El cambio tecnológico es ese desarrollo mayor de la banca on-line, pero también de las plataformas de pago y de la revolución de las fintech. Estas últimas, plataformas virtuales de servicios al margen de la banca convencional, han venido para quedarse y está obligando al sector a repensar su negocio. Son una competencia inesperada. «Porque cuando un banco sea una tecnológica y la red ya no importe tanto, ¿qué va a pasar?», subraya Otero, convencido de que ahí reside el problema.

En similares términos lo resume otro experto, José Carlos Díez: «Los retos son el estancamiento secular, la débil demanda de inversión y de crédito y las nuevas tecnologías». El economista sostiene que los tipos bajos seguirán un tiempo, y sobre la revolución tecnológica es rotundo: «No se puede ir contra el mercado, la clave es adaptarte a la innovación y el cambio de usos de los clientes».

Ese cambio también tiene que conllevar inversiones en tecnología, costosas, pero imprescindibles para mantenerse vivo. Y habrá que ver cómo lo hace la banca, cuando sus gastos convencionales absorben entre el 60 y el 90 % de lo que da el negocio (el margen de intereses).

Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Bangor University e investigador de Funcas, también pone el foco en el desafío tecnológico: «La irrupción de otros competidores es aún incipiente en España y los bancos pueden acabar liderando el cambio, como lo hicieron en el pasado». Pone como ejemplo las iniciativas en banca móvil, pagos contactless... «Aún no se sabe qué tecnología de servicios será la verdadera disrupción, pero todos los competidores invierten para estar preparados», añade.

¿3.000 menos?

Este experto recuerda que la transformación en marcha afecta al sector bancario en todo el mundo, que las entidades la están asumiendo a diferentes velocidades y que España ha avanzado «más que la media europea en reestructuración». «La crisis ha hecho más evidente el exceso de oferta», resume. Y cifra en unas 3.000 las oficinas que podrían cerrarse en España en los próximos cuatro años, amén de que se produzcan nuevos procesos de concentración.

La cifra de los 3.000 no es casual, y la apuntan otros expertos. Es un 10 % de la red, y pondría a España en parámetros más cercanos a los del resto de Europa. Con todo, para llegar al estándar de la eurozona aún habría mucho más que hacer: pasar de una red con 32.000 sucursales a poco más de 20.000. Y pasar de 200.000 empleados a 140.000. Así, por ejemplo, se pasaría de los apenas 6 empleados de media por sucursal a los 14 que se ofrecen en el conjunto del continente, pero en sucursales más grandes y especializadas. Esa es la idea. Aunque Carbó recela: el modelo español con menos empleados y más pequeña, «es más productivo, con más negocio por empleo y por oficina».

Abanca, atado aún por Bruselas para revisar su red tras quedarse en la mitad de tamaño

Junto a Bankia -una entidad con la que comparte mucho de su pasado, desde la intevención del FROB a la fuerte inyección de ayudas públicas-, ninguna otra entidad en España ha hecho un ajuste tan severo de red y de plantilla como Abanca, la heredera de las cajas gallegas, de Novacaixagalicia y Novagalicia Banco. En apenas un lustro, desde el nacimiento de la caja fusionada en el 2010 hasta finales del curso pasado, la principal financiadora de la comunidad, y una de sus empresas más relevantes, ha pasado de 1.400 sucursales a menos de 700; de dar empleo a 10.690 personas, incluyendo su potente grupo empresarial, a poco más de 4.500.

Se ha quedado en la mitad de su tamaño. Y por ahora ahí se queda. La entidad descarta movimientos este año, con alguna apertura muy puntual fuera del noroeste. Eso sí, no oculta que su estrategia inmediata pasa por crecer on-line. Y todo tiene su explicación. Por un lado, el banco ha hecho ya un ajuste espectacular, y doloroso. Por otro, sigue atado a la hoja de condiciones que le impuso Bruselas con el rescate bancario. Aunque los nuevos propietarios, el equipo de Juan Carlos Escotet, lograron suavizar las condiciones impuestas por Bruselas, hasta el 1 de enero del 2017 cualquier fuerte ampliación o contracción -algo que no se plantea- del negocio tiene que pasar por la lupa de las autoridades comunitarias.

Con la red de Abanca así, prácticamente estabilizada, el resto de competidores tampoco se atreven a moverse ahora en la comunidad.