El grupo vasco ha respetado sede social y plantilla, pero algunas decisiones se toman en Bilbao
23 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Tal día como hoy de hace un año era jueves. Se acercaba la gran fiesta de Galicia y la tarde discurría con parsimonia. Hasta que, tras meses de comentarios, llegó la bomba: los consejos de administración de Euskaltel y R acordaban fusionarse para conformar la primera gran operadora de telecomunicaciones del norte y la cuarta de España. Lo que en principio se vendió como integración fue en realidad una compra de la cablera gallega, entonces propiedad del fondo británico CVC (con el 70 %) y de Abanca (30 %). La compañía vasca, que empezó a cotizar en Bolsa el 1 de julio del 2015, pagó por ella 1.190 millones de euros. CVC cogió el dinero (833 millones) y salió corriendo, mientras que el banco se ha quedado en el accionariado del nuevo grupo, con un 5 % del capital.
La operación no culminó del todo hasta el 3 de diciembre, cuando Euskaltel ya tomó posesión de R. En ese momento nació de verdad la gran teleco del norte, un sueño largamente acariciado por la vasca, que antes había cortejado a la asturiana Telecable hasta que se la quitó de las manos otro fondo británico, Zegona, también en julio del 2015.
Pero, ¿habrá fagocitado Euskaltel a R en este año? Pues parece que no. La operadora vasca prometió siempre que, aunque integrada dentro del grupo, la cablera gallega mantendría su sede social en A Coruña, que no tocaría a sus 200 trabajadores, y que las decisiones se seguirían tomando aquí. De momento, todo se ha cumplido, aunque lo último, solo a medias. Manuel Salaverría, el nuevo director de R, procede de Euskaltel y, de hecho, está en Bilbao, aunque se desplaza con frecuencia a Galicia. Eso sí, el comité de dirección está compuesto por responsables de ambas compañías.
Roberto Parada, presidente del primer comité de empresa de la gallega (elegido en plenas negociaciones para la integración), destaca que «non teño a impresión de que as decisións se tomen en Bilbao». Admite que «o acordo xerou inquedanza e medo por ver que pasaba» y que «o ano, aburrido non foi, houbo cambios, claro, pero ningunha revolución». Aclara que la mayor parte de los empleados siguen trabajando en el mismo puesto, aunque algunos, como el propio Parada, pasaron a formar parte de equipos que comparten ambas empresas. Esto obliga a algunos a desplazarse a Bilbao de forma periódica, y al revés.
«Estamos nun proceso de integración que aínda non rematou, pero dende logo non nos sentimos segundós», concluye Parada.
La acción cayó un 19 %
Hace un año, los inversores celebraron por todo lo alto la operación y el valor de Euskaltel subió entonces en Bolsa un 12 %. Sin embargo, en el último año, la acción del grupo ha caído un 18,8 %, pues el 23 de julio del 2015 se cotizaba a 10,25 euros y ayer cerró en 8,32. El 1 de diciembre alcanzó su valor máximo del último año al cerrar en 11,67 euros. Desde entonces no se ha recuperado. Tampoco ha ayudado el cambio sorpresivo acometido en mayo, cuando el presidente de Euskaltel, Alberto García, cesó de forma fulminante al consejero delegado, Fernando Ojeda, que pilotó la operación.