Los varapalos en la bolsa de los bancos transalpinos hacen saltar las alarmas del Gobierno de Renzi
09 ago 2016 . Actualizado a las 07:32 h.Hace menos de una semana que el ministro de Economía italiano, Pier Carlo Padoan, salía a la palestra asegurando que «el sistema bancario no está en una situación de crisis sistémica ni es fuente de vulnerabilidad para otros sistemas bancarios». Con estas palabras, el ministro pretendía espantar los fantasmas en torno a la solvencia de las entidades financieras italianas y defender la solidez de unos bancos que, en su mayoría, superaron las pruebas de estrés de la Autoridad Bancaria Europea.
Pese a todo, los mercados no han cesado de castigar a las entidades transalpinas y el pasado martes Unicredit, el instituto de crédito más importante del país junto con Intesa San Paolo, perdía en la Bolsa de Milán un 9,4 % aunque se ha ido recuperando en los días sucesivos. La mala respuesta de los inversores a los resultados positivos del test de estrés son la consecuencia del estado de salud del sistema bancario italiano, que está considerado como uno de los más débiles y problemáticos de Europa.
Los lastres que arrastra la banca italiana no son nuevos y su origen hay que buscarlo en un sistema en el que abundan métodos anticuados a la hora de dirigir los institutos de crédito, una clase dirigente envejecida y una crónica interferencia de la política. Además muchos de los bancos tienen una extensa cartera de activos tóxicos y más sucursales y empleados de los que les correspondería por su pequeño tamaño y su difusión estrictamente loca. En los años pasados, mientras en otros países europeos tenía lugar una concentració en grandes grupos o por absorción o por alianza, en Italia los bancos y cajas de ahorro locales siguen teniendo un gran peso económico e incluso político aunque esas pequeñas dimensiones los hagan poco competitivos.
Pero el verdadero dolor de cabeza lo está dando Monte de Paschi de Siena (MPS), el único banco italiano que no ha superado el test de estrés y que lleva arrastrando una larga crisis desde enero de 2011 cuando se conocieron los datos económicos de la gestión del ex presidente Guiseppe Massari en los que aparecía trucada la contabilidad del banco mientras la cartera estaba llena de productos tóxicos. Esta primera parte de la crisis del centenario banco pareció superarse gracias a un plan basado en el aumento de capital.
Las cosas se complicaron el pasado mes de junio, cuando la Banca Central Europea (BCE) le ordenó deshacerse de los títulos tóxicos por un valor de más de 9 mil millones de euros. El Gobierno de Matteo Renzi espera zanjar el problema gracias al Fondo Atlante, que pondrá en marcha el rescate del MPS. Este fondo fue creado por varios bancos y por el gobierno para ayudar al sistema financiero italiano en estos años de crisis. El plan de rescate de MPS prevé que tras librarse de la cartera de créditos basura, tenga lugar además una ampliación de capital por un valor de unos 5.000 millones de euros. De esta manera el Gobierno socialista espera sanear la entidad más antigua de Italia sin necesidad de inyectar dinero público.