Abanca acelera sus planes de crecimiento tras superar el control del FROB y la UE
ECONOMÍA

La entidad mantiene sus beneficios, 334 millones, en un entorno complejo y blinda su solvencia
16 feb 2017 . Actualizado a las 10:45 h.Abanca, la principal entidad financiera de Galicia, camina ya sin el freno de mano puesto. Sin depender del FROB, el fondo de rescate al que hasta hace una semana adeudaba aún 300 millones de la compra de la antigua Novagalicia. Y sin la sombra de la Comisión Europea, que había delimitado el crecimiento y el modelo de negocio hasta el pasado diciembre. El banco se ha librado ya de todo corsé y este será el primer año que pueda volar solo. Es la primera institución financiera en España que, tras el rescate, queda en esa situación.
¿En qué se traducirá? Tendrá mayor libertad para crecer, dentro y fuera de España, sin tener que pedir autorización para ello. Y a mayor ritmo. El vicepresidente y máximo accionista, Juan Carlos Escotet, avanzó que la entidad mirará cualquier posible operación corporativa (una fusión) siempre que sea Abanca la que lidere. No quiso confirmar el consejero delegado, Francisco Botas, si harán alguna oferta por BMN, en manos del Estado, aunque todo apunta a que no. Porque el banco quiere mirar primero fuera. «Tiene que haber complementariedad, y estamos mirando a México, allí hay un margen de crecimiento importante y serviría de acompañamiento para nuestros clientes no residentes», avanzó Escotet. Dentro de España, el banco mira a plazas en las que ahora tiene una presencia menor (la cornisa cantábrica o Levante) o de las que tuvo que replegarse (Madrid y Cataluña) por orden de Bruselas cuando Novagalicia fue rescatada.
Adiós a Cuba y a la bolsa
La cúpula del banco señaló expresamente a México. Pero descarta otro mercado: Cuba. La entidad era finalista para quedarse con el 49 % de Corporación Financiera Habana, «pero lo hemos descartado», dijo Escotet. Otra operación que Abanca descarta es la salida a bolsa, que había programado a partir del 2018. «El entorno nos lo desaconseja, nosotros no estamos obligados a ello [otras antiguas cajas sí], así que lo miramos para muy largo plazo, esperaremos a un mejor momento», abundó Escotet.
Liberado de ataduras, el banco se plantea volver a invertir en el sector inmobiliario, pero «desde una prudencia absoluta». Porque una de las prioridades de la entidad es preservar la solvencia, hoy en el entorno del 15 % del capital, muy por encima del mínimo exigido por los reguladores (9 %) y a la cabeza del sector. Eso no se va a tocar porque es una de las señales que Abanca quiere mandar al mercado.
El otro mensaje es que la entidad ha entrado definitivamente en una vía de normalidad, centrada en la actividad tradicional: banca doméstica, especialización por áreas, refuerzo del negocio de seguros... Sigue desprendiéndose de empresas participadas, aunque a un ritmo menor; aquí también influye que Bruselas ya no aprieta. Pero es muy posible que venda su parte en Itínere (las autopistas gallegas).
Repite prácticamente los beneficios del 2015, casi 334 millones de euros, con una notable reducción de la morosidad -por primera vez en más de seis años está por debajo del 7 %- y una buena rentabilidad del negocio. Los depósitos de particulares crecen hasta rozar casi los 30.000 millones, y cubren holgadamente el dinero prestado. El crédito se va a centrar en pymes y autónomos, con el objetivo de alcanzar, al cierre del 2017, los 27.000 millones de euros de fondos prestados, frente a los 25.500 con los que se cerró el año pasado.
Otro de los pilares en los que se sostiene la entidad son las nuevas tecnologías. Ha invertido 100 millones en los últimos años, y se empieza a traducir en resultados: casi la mitad de las transacciones se hacen fuera de las oficinas. Y crece un 5 % en usuarios de menos de 26 años.
Escotet: «Cogimos un banco escarallado, un enfermo en terapia intensiva que ahora podría correr un maratón»
El máximo accionista de Abanca (controla el 86 % del capital) aprovechó el turno de preguntas tras la presentación de los resultados anuales para dar una extensa opinión sobre el proceso de venta de las cajas gallegas y salir al paso de algunas críticas (desde ámbitos políticos, especialmente) sobre el desenlace. Nunca hasta ahora Escotet había ofrecido un análisis tan prolijo, claro y con tanta carga semántica. Lo hizo en un momento que no es casual, justo cuando la entidad está libre de ataduras, de rendir cuentas ante terceros. Su explicación no parecía, para nada, improvisada.
El banquero sorprendió cuando sostuvo que cogió un «banco escarallado», un «paciente en terapia intensiva» que, a día de hoy, gracias a la buena gestión, «podría correr el maratón de Nueva York». El vicepresidente ponía así en valor el trabajo de su equipo y lanzaba un mensaje a quienes cuestionaron al principio, en el 2013, que el precio de adquisición (1.003 millones) era demasiado alto, o a quienes cuestionan ahora que fue demasiado bajo, dados los beneficios anuales que arroja la entidad.
«Nuestra propuesta resultó vencedora de un proceso de subasta competitiva, muy denso y riguroso, en el que participaron algunos de los fondos más grandes del mundo y de los principales bancos españoles», dijo Escotet, quien recordó, además, que superó a aquellas entidades después de competir en igualdad de condiciones y tras mejorar en más de un 50 % el precio de la segunda mayor oferta. Escotet dijo estar preocupado «por que se haya tratado de hacer populismo» en un proceso que se «ganó en buena lid». Según el máximo accionista, los resultados de los últimos ejercicios no son magia ni atribuibles a que el precio de compra fuera una ganga, sino a un gran equipo de profesionales: «Es un caso de éxito del que debemos sentirnos orgullosos».
En su extenso relato, Escotet recordó que se decidió a participar en una inversión cuando la prima de riesgo era cinco veces superior a la actual. Y que el banco recibido se caracterizaba por la obsolescencia tecnológica y una plantilla desanimada, con una «pérdida de talento brutal». A los problemas de personal, marcados por despidos y congelaciones salariales, Escotet añadió el de una marca totalmente destruida. También lamentó el daño que le produjo verse en el escándalo de las preferentes. «Mi nombre, sin comerlo ni beberlo, apareció en todas las pancartas». «Era un banco en el que no se daba crédito a las grandes empresas en Galicia», apostilló.
Juan Carlos Escotet también se refirió al encarcelamiento de parte de las cúpulas de las extintas cajas y aseguró que lamenta su situación en lo personal, pero mostrando su máximo respeto a la Justicia.
El banquero revela que puso como aval su patrimonio para garantizar la compra de NCG
Banesco, el banco de Juan Carlos Escotet, se llevó NCG Banco en el 2013 ofreciendo 1.003 millones de euros a pagar en varios plazos, una vía en la que no cayeron sus competidores y que le permitió llevarse holgadamente la subasta convocada por el FROB. Puso 403 millones en un primer pago, algo ya sabido. Pero la novedad que desveló Escotet ayer fue que para asegurar que el Estado cobraría el resto tuvo que poner su firma -lo hizo ante notario- como aval, con todo su patrimonio personal detrás. Algo inédito. Una forma de garantizar que el banquero iba en serio (como ha demostrado). Eso explica que adelantara los pagos al FROB.