El banco fue germen del gran grupo energético gallego y clave en el nacimiento de empresas en todos los sectores
09 jun 2017 . Actualizado a las 08:51 h.En el verano de 1924, Manuel Azaña observa, desde las ventanas del Palace Hotel en que se hospeda, cómo se yergue, majestuosa, en el Cantón Pequeño de A Coruña, la sede central del Banco Pastor. «Mucho edificio para esta ciudad», sentencia. Su asombro está justificado: está asistiendo al parto -el edificio abrirá sus puertas al año siguiente- del primer rascacielos de España, 40 metros de altura, diseñado por su amigo el arquitecto Antonio Tenreiro.
El futuro presidente de la República tenía pluma sagaz, irónica y crítica. No le gustaba el atraso de Galicia, ni las «chozas fétidas» en que moraban muchos de sus habitantes, ni la lluvia pertinaz en pleno verano -«chove, chove, chove...», escribe en gallego-, ni las pudorosas «precauciones de franela» que se tomaban las bañistas de Riazor. Pero al perspicaz visitante le pasa inadvertido el proceso de cambio que se está registrando en Galicia por esas fechas. El país de la lluvia se incorpora, en el primer tercio del siglo pasado, ciertamente con décadas de retraso, al tren de la industrialización. Y es precisamente la casa de banca Sobrinos de José Pastor, reconvertida en sociedad anónima en 1925 con el nombre de Banco Pastor, uno de los principales motores que impulsan la transformación. El rascacielos, una joya arquitectónica, simbolizaba perfectamente ese protagonismo.
El catalán y el francés
El origen del Banco Pastor se remonta a 1776, fecha en que el catalán Jaime Dalmau Batista abre en A Coruña una casa de comercio y giro. El óvulo lo fecundan sus herederos y el negocio bancario y mercantil se mantiene durante varias generaciones con distintas denominaciones: Jaime Dalmau y Cía, Dalmau y Pastor, Pastor Hermanos, José Pastor y Cía, Sobrinos de José Pastor y, finalmente, Banco Pastor.
Muy pronto aparecen en escena los dos apellidos que llevarán la firma a sus épocas de mayor esplendor. El primero lo aporta José Pastor Taxonera, catalán de Canet de Mar, como Dalmau, bajo cuya batuta funda la compañía una fábrica de jabón en A Coruña, amplía sus negocios de salazón en las rías de Arousa y Pontevedra y participa en la creación de la sociedad de seguros marítimos La Integridad. El segundo corresponde al francés Juan Francisco Barrié D’Abadie, quien en vísperas de la invasión napoleónica posee una fábrica de sombreros finos en A Coruña, con 140 operarios y 40 aprendices en plantilla, que produce más de 20.000 sombreros al año. Los dos apellidos se unen al casarse un hijo de Barrié con una hija de Pastor: los abuelos paternos de Pedro Barrié de la Maza, el fundador de Fenosa.
Líder en Galicia
En 1925, fecha inaugural de su edificio y de la conversión de la compañía en sociedad anónima, el Banco Pastor lidera sin discusión la banca gallega. Sus recursos totales superan los cien millones de pesetas y su inversión asciende a 91,4 millones. Los recursos del Banco de La Coruña -que acabaría sus días absorbido por el Banco de Bilbao, hoy BBVA-, segundo en el ránking, no alcanzan los 64 millones ni su inversión los 62 millones. Mucho más alejados figuran los bancos Hijos de Olimpio Pérez -embrión del Banco Gallego- o Hijos de Simeón García. Otros competidores habían naufragado años antes. La banca del todopoderoso marqués de Riestra había plegado sus velas y la crisis de los años veinte hundió la banca Deza de Vilagarcía y la Banca Romero de Ourense, cuyos máximos responsables dieron con sus huesos en la cárcel.
Pero la quiebra de mayor envergadura se produjo el mismo año en que el Pastor se aprestaba a inaugurar su flamante edificio. Un lunes negro de enero de 1925 se desató el pánico ante la sede del Banco de Vigo, que había nacido con las primeras luces del siglo, y la entidad se derrumbó con estrépito. Su caída le despejó al Banco Pastor un amplio territorio y le proporcionó otra sede emblemática en el sur de Galicia, adquirida, en el proceso de liquidación del banco vigués, por un millón y medio de pesetas.
La energía eléctrica
Los banqueros del siglo XX no son meros intermediarios financieros que captan depósitos y facilitan créditos. No se limitan a canalizar el ahorro obtenido en Galicia y las remesas de los emigrantes hacia destinos productivos. Son fomentadores que promueven industrias, participan en su capital y se comprometen en la financiación y gestión de las empresas. En esas coordenadas se inscribe la decisiva aportación del Pastor a la industrialización de Galicia. El combustible del cambio lleva su sello. La nueva energía que moverá las turbinas de la industria y alumbrará los hogares gallegos está asociada a los apellidos Pastor y Barrié. Hay tres hitos en la configuración del potente sector eléctrico en la Galicia de los mil ríos y los tres llevan marca de la casa. La Hidroeléctrica del Pindo, constituida en 1903, cuya central del Ézaro suministra energía a la fábrica de carburos de Cee, la preside Pedro Barrié Pastor. La Sociedad General Gallega de Electricidad, creada en 1923 por la fusión de tres compañías, está nucleada en torno a la entidad que comanda Ricardo Rodríguez Pastor. Fenosa, fundada en 1943, lleva la impronta de Pedro Barrié de la Maza.
Diversificación industrial
Casi no hay actividad económica en la Galicia del siglo pasado que no lleve impresa la huella del Pastor. En la alimentación, en la pesca de altura, en la construcción naval, en la química o en el turismo. Grandes empresas giraban en su órbita, muchas bajo el paraguas de Industrias Gallegas, su sociedad de cartera. Como la Azucarera Gallega, levantada en Caldas de Reis en 1899, para sustituir el azúcar que procedía de Cuba hasta que se independizó la colonia. O las Pesquerías Españolas del Bacalao (Pebsa), cuya flota tenía en el puerto coruñés su base -la factoría bacaladera más moderna de Europa- y en Terranova su caladero tradicional. O Astano, el primer astillero civil de Galicia y uno de los mayores del continente hasta su integración en el INI público. O los jabones y sales La Toja, factoría enclavada al pie del complejo termal cuya propiedad también asumiría el Banco Pastor.
La cita con la modernidad
Pocas veces los apellidos Pastor o Barrié faltaron a la cita con la modernización o la industria de Galicia. Acudió Pedro Barrié de la Maza a Sada, el último domingo de 1922, para brindar con champán gallego -lo producía el arquitecto Vázquez-Gulías en Ourense- tras la inauguración del primer tranvía eléctrico que unía la villa marinera con la capital coruñesa. Y acudieron Pedro Barrié y su tío Ricardo Rodríguez Pastor a Caneliñas, el 11 de noviembre de 1924, para recibir a los noruegos que desembarcaban en Cee, con sus buques de vapor y sus cañones arponeros, para establecer las bases de la industria ballenera gallega.
Todo eso es historia, anécdotas de una firma clave en la historia gallega. Hace tiempo que los banqueros ya no se dedican a levantar industrias ni a gestionar empresas. Y el último motor industrial de Galicia, que respondía al nombre de Banco Pastor, se ha calado. Tal vez alguien, en algún despacho de Madrid o Bruselas, pensó, como Azaña en 1924, que era demasiado banco para esta Galicia.