Así fue el ascenso y la caída del banquero amigo de Aznar

La Voz / Agencias SANTIAGO

ECONOMÍA

DANI POZO / Afp

Miguel Blesa, el exbanquero que encumbró Caja Madrid, terminó condenado a seis años de cárcel por las tarjetas black

19 jul 2017 . Actualizado a las 14:51 h.

La suya ha sido una de las caídas más extremas de la alta clase banquera española. Miguel Blesa (Linares, Jaén, 1947) ha sido encontrado muerto esta mañana en su finca de Córdoba con un tiro en el pecho, un final que nadie podía atisbar hace 21 años, en 1996, cuando reforzado por haber sido compañero de oposición de José María Aznar, se hizo con las riendas de la otrora opulenta Caja Madrid. Y allí se mantuvo hasta enero del 2010. Hasta que su cabeza rodó, víctima de una feroz batalla interna en el PP por el mando de la entidad, que acabó con Rato sentado en el que durante 13 años había sido su sillón.

Fue en ese momento cuando Blesa perdió todo el dominio de sí mismo del que había hecho gala a lo largo y ancho de los 13 años que estuvo al frente de la entidad. Un primer golpe -para alguien acostumbrado a codearse con la élite-, que supuso el inicio de su bajada a los infiernos. «Se paseaba por la casa como si fuera Dios. Y cuando se dio cuenta de que la bicoca tenía los días contados, se vino abajo. Se le fue la cabeza», resumía hace tiempo uno de sus colaboradores. 

Su trayectoria

Licenciado en Derecho de formación e inspector de Hacienda de cualificación, en 1978 ingresó en el Cuerpo de Inspectores Financiero y Tributarios del Estado, obteniendo el primer destino en la delegación de Hacienda de Logroño. Allí compartió varios años de convivencia con José María Aznar, con quien forjó una estrecha amistad, que algunos consideraron clave para que Blesa llegara en 1996 a la presidencia de Caja Madrid. Pero antes de eso, en mayo de 1979 fue nombrado secretario del Gabinete Técnico del Ministerio de Hacienda, pasando posteriormente a ejercer el cargo de jefe del Servicio de Tributos de las Comunidades Autónomas (1981-1983).

Blesa, que formó parte de numerosos consejos e instituciones y presidió fundaciones, también fue subdirector general de Estudios y Coordinación del Ministerio de Economía y Hacienda desde febrero de 1983 a mayo de 1986, año en el que deja la Inspección del Estado y abre un despacho especializado en Derecho Tributario, «Blesa, Colmenar y Guío», con el que obtuvo un notable éxito.

En 1993 ya entra en el consejo de administración de la caja gracias a la influencia del PP. Con Alberto Ruiz-Gallardón en la Puerta del Sol y Aznar en la Moncloa, fue nombrado presidente iniciando una etapa en la que logró doblar la dimensión de la entidad, encumbrando a Caja Madrid.

Sin embargo, con la llegada de la crisis económica sale a la luz la cara oculta de la entidad, con unas pérdidas cuantiosas por el negocio inmobiliario. A la situación de crisis general se sumó en el 2008 la presión por el control político de la entidad entre la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid, ambos gobernados por el PP, con Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón, respectivamente, que se saldó con un acuerdo para sustituirle por Rodrigo Rato el 28 de enero del 2010

Su caída

Tras su salida de la caja en el año 2010, y desde un retiro, que, en principio, parecía dorado, Blesa tuvo que empezar a asumir las demandas que se presentaban contra él, entre ellas una por la concesión supuestamente fraudulenta de un préstamo de 26,6 millones de euros al entonces presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, para su aerolínea, Air Comet.

Pero también la demanda por supuestas irregularidades en la compra del City National Bank of Florida, por la que en mayo del 2013 el controvertido juez Elpidio José Silva ordena su ingreso en prisión, de donde salió un día después tras pagar un fianza de 2,5 millones de euros. La facilidad con la que aportó semejante cantidad fue el primer indicio de la enorme riqueza acumulada durante su paso por Caja Madrid.

El 5 de junio vuelve, sin embargo, a entrar en la cárcel por orden del mismo juez en base a nuevas pruebas, decisión que fue avalada por la Audiencia Provincial de Madrid el 14 de junio, aunque cinco días más tarde este tribunal anula la investigación del juez Silva por convertir la concesión del crédito de 26,6 millones a Marsans en una «causa general» contra Blesa.

El auto dejó sin efecto todas las actuaciones derivadas de la investigación llevada a cabo por Silva, incluyendo la causa de la compra del City National Bank de Florida y Blesa decidió seguir adelante con sus planes de vida y contrajo matrimonio, en segundas nupcias, con Gema Gámez, una mujer 26 años menor que él.

Las tarjetas black

Blesa, que en ese tiempo ya había optado por alejarse de los focos, tuvo que ver, sin embargo, cómo su nombre comenzó a escandalizar a la opinión pública al publicarse los más de 8.000 correos electrónicos enviados desde su cuenta personal de Caja Madrid, en los que se constataban algunos de los excesos cometidos desde su puesto, incluidas las tarjetas black, con las que directivos y consejeros de la entidad gastaron 15,25 millones en 13 años a costa de quienes confiaban sus ahorros a su banco.

Blesa, hombre amante de la caza, del caviar, de los viajes y de los gustos caros, hizo sufragar a la firma que presidía, gracias a una de esas 65 tarjetas opacas, parte de su opulento estilo de vida. El de Linares llegó a pagar 10.000 euros en una conocida tienda de vinos y cavas de Madrid y dos viajes de casi 13.000 euros con solo tres meses de diferencia.

Los emails intervenidos probaron que la dedicación de Blesa al lujo y el placer era obsesiva. Su pasión por la caza mayor, por ejemplo, una actividad solo para millonarios, era irrefrenable. Búfalos, leones, pumas, osos, ciervos. Todo lo cazaba Blesa en los rincones más recónditos del planeta para posar luego altivo ante los cadáveres de sus presas. Solo por abatir un oso pardo en el 2009 en los Cárpatos, Rumanía, desembolsó entre 15.000 y 23.000 euros. Y cuando no cazaba, se paseaba en un Ferrari o en un BMW blindado que ordenó comprar para él en Caja Madrid y que costó más de 500.000 euros. Por aquel entonces, Blesa ya había puesto en marcha la emisión de preferentes que dejó sin los ahorros de toda una vida a miles de depositantes.

En total la suma de lo gastado por Blesa, y cargado a la caja, se elevó a 436.700 euros, a una media de 54.600 anuales. 

El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu le impuso una fianza de 16 millones de euros para asegurar las responsabilidades pecuniarias. Al no disponer de esa cantidad solicitó sin éxito a la aseguradora Mapfre que se hiciera cargo de la fianza, por lo que al final el magistrado ordenó el embargo de sus bienes. Una situación insospechada para alguien que cobraba casi cuatro millones de euros. Finalmente, tras dos años de diligencias, el juicio por las tarjetas opacas comenzó el 23 de septiembre de 2016 y el 2 de febrero del 2017 quedó listo para sentencia. Blesa fue condenado seis años de prisión por apropiación indebida del patrimonio de Caja Madrid pero la Audiencia Nacional no impuso ninguna medida cautelar hasta que la sentencia, recurrida en el Supremo, fuera firme.

Con esta condena de 6 años blandiendo sobre su cabeza, Blesa, sobre quien también pesaba una investigación por su aparición en los denominados «papeles de Panamá», ya no regresará a la cárcel. En agosto cumpliría 70 años.