200 días privado de libertad en el módulo de respeto, y con un comportamiento «modélico y colaborativo»

Alfredo López Penide
lópez penide PONTEVEDRA / LA VOZ

ECONOMÍA

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A pesar de no tener acceso a Internet, Gayoso ha estado permanentemente enterado de las noticias sobre su situación.

05 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue el pasado 16 de enero cuando Julio Fernández Gayoso ingresó en la prisión pontevedresa de A Lama para empezar a cumplir una condena de dos años de prisión. En estos exactamente 200 días privado de libertad, el expresidente de Novacaixagalicia ha mostrado siempre un comportamiento «modélico y colaborativo», según explican distintas fuentes penitenciarias. Destacan que, al igual José Luis Pego y Óscar Rodríguez Estrada (ambos, aún en prisión por el mismo caso), «se aclimataron prácticamente desde el primer día al régimen del penal». Los tres fueron recluidos en uno de los módulos de respeto o de convivencia con los que cuenta la prisión, concretamente el número nueve. Este tipo de módulos basan su filosofía en la implicación del interno en la limpieza y gestión del mismo, por lo que normalmente los que ingresan ahí son reclusos con condenas vinculadas a delitos no violentos o desvinculados del tráfico de drogas. En estas dependencias, está terminantemente prohibido cualquier acto violento, incluidos los verbales, pero también la posesión y consumo de estupefacientes. De igual modo, no se permite arrojar colillas al suelo, pero tampoco papeles o basura. Cualquier recluso puede ser expulsado a un módulo normal si, por ejemplo, pone los pies en la pared o realiza cualquier actividad que cause desperfectos en las propias instalaciones.

La rutina es una de características de la vida penitenciaria y Fernández Gayoso se adaptó con relativa facilidad. Todos los días, sin excepción, a las ocho de la mañana se realizaba el recuento y, acto seguido, disponían de unos treinta minutos para asearse en el baño de la celda que ha compartido, al parecer, con Rodríguez Estrada, y acudir a desayunar. Habitualmente, buena parte de la mañana la dedicaban a dejar en orden y limpiar su habitáculo, así como las zonas comunes. Es algo obligatorio. Tras la comida disponen de unas horas para descansar, ver la tele o realizar las tareas que se le pudieran haber encomendado, antes de cenar y retirarse a sus celdas.

A pesar de no tener acceso a Internet, Gayoso ha estado permanentemente enterado de las noticias sobre su situación.