La empresa lo acusa también de hacer trabajar sin fichar a sus subordinados y es rotunda: «Cada minuto que se trabaja, se paga»
26 oct 2017 . Actualizado a las 07:55 h.El pasado 12 de junio, Jean Louis D. P., gerente de una tienda de Lidl en Barcelona, recibía la carta de despido por motivos disciplinarios. ¿Su falta? Hacer horas de más. Tras cruzar los datos del terminal de fichaje con los del desarmado de la alarma del establecimiento comprobaron que el hombre entraba entre 49 y 87 minutos antes de registrar el inicio de su jornada, tiempo que dedicaba a «labores propias de la preparación de la tienda», como la reposición de artículos, el cambio de precios o la realización de pedidos.
Lo que para muchas empresas podría ser un regalo, no fue bien visto por la dirección de la cadena de supermercados. Porque según sus pesquisas el gerente no era el único que trabajaba sin registrar toda su jornada. Por las grabaciones comprobaron que junto a él «entran otros empleados de la tienda que tampoco fichan» y que, asegura la cadena, se quejaron a un superior de «tener que trabajar sin fichar antes de la apertura de la tienda». Una actitud que, reprochan los directivos, «falsea los datos de productividad de la tienda, que no se corresponde con las horas reales de trabajo» y hace que la compañía «incurra de forma innecesaria en riesgo de ser sancionada por las autoridades laborales o en responsabilidades más graves en caso de accidente laboral». Y zanja rotunda que, de acuerdo a sus normas, «cada minuto que se trabaja, se paga».
Una versión diferente a la que ofreció el despedido en el juicio que comenzó este miércoles y en el que, tal y como consta en el texto de la demanda, aseguró que «jamás dio instrucciones» para que otro trabajadores de la tienda trabajaran horas de más sin fichar «ni obligó a nadie a hacerlo». El exempleado, según el documento remitido a La Voz por su abogado, Juan Guerra, alega que la decisión de alargar su jornada fue «excepcional» y siguió a una reestructuración general de la tienda. Y niega que se pueda hablar de deslealtad o abuso de confianza, porque actuaba en beneficio de la empresa, ya que «acudía antes a trabajar para conseguir que la tienda funcionara correctamente, pudiendo cumplir los objetivos de venta», sobre los que dice que recibía presiones. Por ello, pide que el despido se declare improcedente y que la empresa lo readmita en su puesto o lo indemnice.