El auge del consumo «bio» impulsa el cultivo de nuevos productos en Galicia
02 abr 2018 . Actualizado a las 20:55 h.Es un té blanco que crece en Paderne, A Coruña. Y saldrá al mercado el próximo verano. Pero bastante especial: se trata del primer té ecológico cultivado en la Europa continental. La otra plantación más próxima se encuentra muy lejos, en las Azores. La empresa que lo produce en Galicia se llama Orballo, nació en el 2012, y tiene cuatro hectáreas de cultivo en ese concello. De esa superficie, la mitad está dedicada a especies aromáticas, y el resto a la conocida planta de infusión. Este proyecto demuestra que hay otro modo de pensar en el rural gallego, de explotar nuevas alternativas que aportan valor, y que cada vez tienen mejor salida ante la creciente demanda ciudadana de productos bio.
«Hablamos de un té blanco que tiene un procesado sencillo, que no necesita secado, simplemente que se marchite un poco la hoja; y esto conduce a obtener la verdadera calidad de la planta», explica Óscar Torres, responsable de márketing de Orballo, una empresa que cuenta ya con 14 trabajadores y con un volumen de negocio todavía inferior al medio millón de euros.
Aunque el té blanco de Orballo saldrá al mercado en verano, la totalidad de la cosecha está ya comprometida por la alta demanda que existe. De hecho, un proveedor del continente ya está listo para comprarla. «Los mercados europeos ya esperan por este producto por su alta calidad; en otras zonas del mundo existen otros tés con valores económicos muy altos, como Hawai», detalla Torres. Orballo, además del té, está centrado en la explotación y cultivo de otras especies autóctonas de Galicia, que tienen cada vez mayor demanda por sus propiedades saludables.
Ortigas, miel, vino...
Entre sus otros productos está, por ejemplo, la ortiga o la cola de caballo, que se toman en infusión por su valor depurativo. En Parderne, la empresa gallega también cultiva albahaca, orégano y mucha menta, romero y tomillo, además de elaborar ecoarroces.
Orballo es un ejemplo más entre un buen puñado de empresas gallegas que se han lanzado con éxito a la producción ecológica en el rural. Otros casos son los de Meles Anta, en la producción apícola; de Produto de Aldea, una firma especializada en vinos ecológicos; de Bio Factory, que hace helados; de Hifas da Terra, que produce setas; de Galletas Daveiga, con las conocidas mariñeiras o, por último, de una empresa vinculada al mar, como Porto-Muíños, especialista en la elaboración de algas. O Conservas Orbe, Connorsa y Pasteurizados Cíes, empresas dedicadas a conservas de pescados y moluscos.
Porto-Muíños es ahora uno de los referentes gallegos de la producción ecológica. Se trata de una empresa familiar fundada por Antonio y Rosa Mirás, su mujer, que comenzaron en 1998 a comercializar las algas. Los primeros años las procesaban para venderlas en deshidratado y conserva. Actualmente, también se pueden encontrar sus productos en polvo, salazón y fresco, esta última una modalidad con mucho éxito. Sus algas se distribuyen en todos los puntos de la comunidad española, y ya están en distintos países de los cinco continentes.
Un tipo de agricultura que gana terreno en Galicia
A finales del pasado año, el Consello Regulador da Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega) soplo las 20 velas. Dos décadas atrás había nacido con apenas siete productores, que trabajaban 13,35 hectáreas, y con cuatro firmas elaboradoras. Las cifras de hoy muestran una realidad bien diferente: una superficie de más de 27.000 hectáreas, y casi mil operadores adscritos.
A lo largo de abril, el Craega difundirá las cifras oficiales sobre el balance económico del pasado año, pero el presidente del organismo ya avanzó que sería un ejercicio récord y que, aproximadamente, la facturación de la agricultura y de la ganadería ecológica se acercaría a los 50 millones de euros, lo que supondría un incremento del 20 % en relación a las cifras que se registraron en el 2016.
Los deberes
El sector tiene ante sí un enorme potencial de crecimiento, dada la evolución que ha tenido en el resto de la UE. En el caso de Galicia, uno de los retos más inminentes es llegar a más consumidores de esta comunidad, pues aproximadamente la mitad de lo que produce esta autonomía se comercializa en el resto del Estado.
La sequía que ha padecido la comunidad recientemente pone de relieve que el cambio climático es otro de los enormes desafíos a los que se enfrenta la agricultura y la ganadería ecológica de la comunidad.
En Galicia existe una enorme diversidad de productos, tanto de la tierra como del mar, donde el mejillón tiene ahora un gran repunte. En el campo, destaca también el cultivo de lúpulo, una planta responsable del amargor de la cerveza. Pero en el podio se encuentra la leche, el pilar fundamental de este sector en la comunidad gallega.
Según los datos de Craega relativos al 2016, que es la última memoria disponible, de los 41,7 millones de euros de volumen de negocio del sector, 13 se correspondieron con la leche y derivados. Le siguen carne y derivados (6,8 millones) y las conservas de pescado (5,4). En cuanto al número de operadores, en la comunidad hay un total de 945, de los que 751 son productores y 194 elaboradores. De los productores, hay 383 inscritos en el ámbito de la producción vegetal, 331 en la producción animal y 37 en la acuicultura y en la recogida de algas. Además, la producción bio está acercando a jóvenes al medio rural.
La mayoría de los productores se encuentran en Lugo, con 333 (201 de producción animal y 132 vegetal), que es la provincia donde tiene más arraigo este sector.