Sí, será un subsidio, pero sin interrumpibilidad muchas industrias españolas tendrían que cerrar. No lo dice solo Alcoa, lo dicen todas las compañías que, como la estadounidense, consumen una cantidad ingente de energía para funcionar. Porque, en España, la electricidad es más cara que en casi todos los demás países europeos y sería imposible competir en ese mercado sin incentivos. Y esto no es de ahora. En 1995, dos años antes de que Alcoa comprase Inespal, con Felipe González en el Gobierno, y con Juan Manuel Eguiagaray como ministro de Energía, se creó el servicio de interrumpibilidad, mediante el cual las grandes industrias intensivas se prestaban a reducir potencia o directamente a dejar de funcionar temporalmente si existía riesgo de apagones en el país, pero a cambio de dinero. En aquel momento, con un parque de generación eléctrica mucho menos abultado que en la actualidad, ese servicio se hacía necesario. Y, de paso, las empresas recibían sus compensaciones para abaratar su factura eléctrica. Pero los incentivos tenían nombres y apellidos. Y llegó el dedo acusador de Bruselas: le olían a ayudas de Estado. En este contexto se modificó el sistema de concesión de las ayudas por uno de concurrencia competitiva para tranquilizar a la Comisión Europea y espantar sus sospechas. Nacieron las subastas. La primera se celebró a finales del 2013, impulsada por el ministro de Energía de entonces, José Manuel Soria, con Mariano Rajoy como presidente del Gobierno. Pero Bruselas seguía revolviéndose: el dinero se entregaba a cambio de un servicio que ya no se prestaba porque no era necesario. Así era: la capacidad de generación era muy superior al consumo nacional. Entonces, el sucesor de Soria, Álvaro Nadal, le buscó otra razón de ser a la interrumpibilidad: además de activarla para garantizar la seguridad del suministro, introdujo un criterio económico. Se utiliza para reducir consumo cuando el precio de la electricidad en el mercado secundario llega a un tope. Este nuevo criterio está en vigor desde principios de este año y las industrias que prestan el servicio están registrando apagones controlados de forma casi constante y sin previo aviso. Las tres fábricas de Alcoa llevan 21, según la compañía. Pese a lo molesto de quedarse a medio gas cada vez con más frecuencia, la patronal de empresas con gran consumo de energía (AEGE) defiende que sin interrumpibilidad la industria sería inviable, y ahora sí prestan un servicio importante al sistema.