Menos es más en los parques eólicos

f. fernández REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Jorge García

Los nuevos molinos gallegos son 36 veces más potentes que los de primera generación

06 sep 2019 . Actualizado a las 11:48 h.

Menos es más en los nuevos parques eólicos. Los molinos de última generación que entrarán en funcionamiento este año en Galicia, en las catorce instalaciones que están en construcción, dejarán en ridículo a sus venerables antepasados. Porque una sola máquina de ahora vale por treinta de las pioneras. Ejemplo: el parque de Cabo Vilán, el primero de Galicia, levantado a principios de los años noventa, constaba de 22 aerogeneradores, cada uno de 100 kilovatios de potencia. Ahora hay allí dos máquinas de 3,6 megavatios por barba. O sea, son 36 veces más potentes. Producen 400 veces más energía eléctrica, explica María Landeira, responsable en Galicia de la división de renovables de Naturgy.

Los nuevos aerogeneradores son más altos que la Torre de Hércules (55 metros) o la catedral de Santiago (75). Están a 80 metros del suelo y las aspas tienen un diámetro aún mayor: 136. Pero no serán todos iguales. El primer parque eólico que entrará en funcionamiento -después de cinco años desérticos- será el de Peña Forcada, en Laxe, el único concello de la Costa da Morte que no tenía molinos de viento. Ahora hay dos, de Naturgy, aunque todavía no funcionan. Cuando lo hagan, producirán tanta energía como la que consumen 12.000 hogares.

Como hormiguitas

El tamaño de las torres convierte a los humanos en hormiguitas vulnerables. Y eso que los aerogeneradores no son todo lo grandes que podrían ser, pues el diámetro de sus aspas es de solo 117 metros, frente a los 136 de los verdaderos mamotretos que se instalarán en los nuevos parques de la provincia de Lugo. «Cuando diseñamos un parque recogemos información del entorno, intentamos reducir el impacto visual y por eso al final colocamos dos aerogeneradores en lugar de los tres que teníamos previsto», aclara María Landeira. «El parque tiene que estar bien adaptado a su entorno», añade. Y el que rodea a Peña Forcada es idílico, con la ría de Corme-Laxe a un lado y el océano al otro.

Sobre si han encontrado o no oposición social al parque, Landeira asegura que han intentado que no fuera así, al menos entre los propietarios del monte sobre el que se asientan las máquinas. «El nivel de acuerdo con los vecinos para la ocupación y arrendamiento de los terrenos es muy alto», asegura la responsable de Naturgy.

El sueño de los justos

El parque de Peña Forcada es ejemplo de lo que ha ocurrido en el negocio gallego del viento en los últimos años: nada. O casi nada, para no exagerar. Porque el proyecto se remonta al año 2010, recuerda Landeira. Es anterior incluso al concurso eólico. Pero dormía el sueño de los justos, aguardando el mejor momento para quitarse el polvo de encima y salir del cajón. «A la hora de tomar una decisión de inversión, lo más importante es contar con cierta claridad y estabilidad en el marco regulatorio, y las condiciones no fueron las adecuadas hasta las subastas de renovables del 2017», es como resume Landeira lo ocurrido.

Esas pujas recuperaron los incentivos públicos e hicieron florecer de nuevo el negocio. Este parque es uno de los seis que está construyendo Naturgy en Galicia, y, como los otros ocho en obras, tendrá que empezará a funcionar comercialmente a finales de este año. Es una de las condiciones de la subasta.

De esos seis, cuatro de los proyectos se remontan al concurso eólico de hace nueve años y los otros dos, son anteriores, detalla la responsable de la compañía.

El último parque de nueva construcción -sin contar las dos repotenciaciones efectuadas hasta ahora- que se inauguró en Galicia se remonta al 2014.

Además de Naturgy, están levantando molinos en la comunidad Endesa, Norvento y la compañía Inverólica de Abella. Están previstos otros de Greenalia, que todavía no ha empezado las obras.