Da un paso atrás hasta que termine la investigación sobre el presunto espionaje
15 mar 2019 . Actualizado a las 00:05 h.Francisco González lo deja todo. Lo que le quedaba después de abandonar la primera línea de fuego a finales del año pasado, cuando le entregó las riendas del BBVA a Carlos Torres. Esto es, la presidencia de honor del banco y de su fundación. Temporalmente. Y lo hace, dice, «para evitar que se utilice mi persona para dañar a la entidad». Se lo ha explicado a Torres en una carta, que le ha pedido que remita al consejo de administración «con todo su afecto y gratitud». En esa misiva se muestra convencido de que su decisión «ayudará a entender con qué rigor, falta de interés personal y compromiso» han trabajado él y todo su equipo «durante tanto tiempo».
También señala en la carta el expresidente del BBVA que desde hace un año han «sufrido una larga y continua agresión mediática derivada de las investigaciones policial y judicial, sobre un caso de gran repercusión periodística en torno a un excomisario de policía y su trabajo al frente de una empresa de investigación contratada en su día por el banco». Se refiere González, claro está, al caso Villarejo. Un escándalo que persigue al exbanquero desde hace meses. Y que ha llegado a manos de la Justicia, que investiga si el banco, bajo su mando, encargó al excomisario escuchas telefónicas a miembros del Gobierno, empresarios e incluso a colegas de la banca, entre otros destacados miembros de la élite económica y financiera del país, en el marco del intento de asalto a la presidencia del BBVA del entonces presidente de Sacyr, Luis del Rivero.
Una sombra demasiado alargada que llevó a González a tomar este verano la decisión de dejar el timón de la entidad. El propio González señala en esa carta -de cuya divulgación se desvinculó este jueves el banco- que en junio pasado, tras salir a la luz distintas informaciones periodísticas sobre la contratación de los servicios de Villarejo, «impulsé la investigación interna» para averiguar el alcance de estos contratos, así como su importe y duración. Y le asegura a su sucesor y al consejo de la entidad que presidió durante 20 años que su intención era la de asegurarse de que «el banco había actuado de acuerdo con sus principios de legalidad y publicidad».
Y es la sombra del excomisario la que lo ha llevado ahora a dar otro paso atrás. Justo un día antes de que este viernes se reúnan los accionistas. Una, cuanto menos, difícil cita para su sucesor, que, tras solo dos meses y medio al frente de la entidad, se enfrenta a la junta de accionistas más dura de los últimos 17 años.
A las supuestas escuchas ilegales a la flor y nata financiera y empresarial española y los pagos al excomisario Villarejo, y la apertura de una investigación por parte de la Audiencia Nacional, se suman el mal comportamiento de la acción en Bolsa, las presiones del Banco Central Europeo para que la entidad resuelva cuanto antes las cuestiones que están dañando su reputación y hasta la elevada pensión de Francisco González tras su marcha: 80 millones de euros. Un ambiente sin duda caldeado al que se enfrenta este viernes Torres.