La entidad asegura que seguirán exprimiendo la política monetaria si los estímulos se quedan cortos
07 may 2020 . Actualizado a las 19:40 h.El Banco Central Europeo (BCE) seguirá comprando deuda. Y no excluye redoblar esfuerzos de ser necesario. Ni el Constitucional alemán, ni el gobernador del Bundesbank ni el Gobierno de Angela Merkel tienen potestad para frenarle los pies, como trataron de hacer los magistrados de ese país el pasado martes al cuestionar la legalidad de los programas de compra de deuda soberana y lanzar un ultimátum de tres meses al BCE para que dé explicaciones. «No solo rendimos cuentas ante ustedes (el Parlamento Europeo), nos sometemos a la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la UE y al escrutinio del Tribunal de Cuentas», señaló esta mañana su vicepresidente, Luis de Guindos, dejando claro que no cederán a las presiones. Pocas horas después su presidenta, Christine Largarde, se reafirmaba: «Somos una institución independiente, que rinde cuentas ante el PE. Continuaremos haciendo lo que sea necesario para cumplir el mandato, sin inmutarnos», zanjó la francesa en una conferencia con Bloomberg.
El español puso tierra de por medio: Alemania ni puede ni pondrá en cuestión la independencia de la entidad. Defendió la «proporcionalidad» de las decisiones adoptadas para apoyar la estabilidad de la zona euro, amparadas por la justicia europea, y sugirió a los jueces alemanes que consulten la información pública que avala los ingentes beneficios que han acarreado los programas para lograr estabilizar los precios y evitar desastrosas fragmentaciones financieras.
A pesar de las explicaciones, innecesarias a la luz de la sentencia del TJUE de diciembre del 2018 en la que ya se avala el programa PSPP de compra de deuda del BCE, el eurodiputado alemán de la CDU de Merkel, Stefan Berger, volvió al ruedo para exigir a la entidad que estudie la sentencia del Constitucional, amparándose en el argumento de la fuerza: «El Bundesbank tiene dentro del sistema una cuota del 26 %, es el mayor contribuyente», sostuvo, ignorando que existen unos Tratados de funcionamiento y que las contribuciones no son un cheque en blanco para condicionar o tomar el control de las instituciones.
Bajo toda la polémica subyace la incomodidad de los alemanes con las políticas expansivas y de bajos tipos de interés del BCE porque, en su opinión, alivian a las economías más frágiles, pero perjudican la rentabilidad de los ahorradores y bancos alemanes. De Guindos rechazó ese argumento: «La razón principal de la baja rentabilidad de los bancos no tiene que ver con nuestra política monetaria. Sí tiene más que ver con factores estructurales de la banca», señaló.
Más artillería
En plena refriega por el ansia de Alemania de cortar las alas al BCE, ahora que la eurozona se adentra en una crisis sin precedentes con el extintor del PEPP (750.000 millones de euros), el vicepresidente del eurobanco lanzó un mensaje de firmeza. No darán un paso atrás: «Estamos más determinados que nunca en mejorar las condiciones de apoyo financiero y a modificar las políticas monetarias si vemos que el impacto de los estímulos se queda corto».
Aunque el compromiso de no caer en los errores de la enterior crisis parece inequívoco, la entidad capitaneada por Lagarde insiste en que la magia tiene límites: «La política monetaria tampoco es todopoderosa, necesitamos otros instrumentos», aseguró De Guindos apuntando con el dedo a las capitales y Bruselas. Prometieron un fondo de reconstrucción con ambiciosos estímulos para garantizar una recuperación simétrica en toda la UE, pero todavía no hay una propuesta en firme sobre la mesa. Fránfort empieza a perder la paciencia: «Las acciones no se han coordinado suficientemente bien a nivel europeo. La disparidad podría ser un problema para la competencia así que necesitamos un enfoque europeo para tener condiciones de plena igualdad y evitar precipitando un círculo vicioso de crisis soberana y bancaria», alertó De Guindos ante la Comisión de Economía del Parlamento Europeo. El BCE no solo urge a poner en marcha poderosos planes de estímulos panaeuropeos, también considera más necesario que nunca crear un banco malo en la eurozona para evitar indigestiones en los circuitos bancarios de los países más expuestos a la crisis.
Hoy gasto, después recortes
¿Qué va a pasar con la factura de los programas de estímulos? El BCE aboga por dar manga ancha con el gasto público a todas las Haciendas nacionales el tiempo que haga falta para limitar al máximo los daños de una crisis que azota a todos los flancos: la oferta, la demanda y el empleo. «Después de la crisis estaremos en una nueva realidad y la Hacienda pública volverá a la normalidad reduciendo el déficit», anticipó el español. Pero ese horizonte aún queda lejos. Hay muchos riesgos por el camino, entre ellos una posible crisis financiera. El BCE asegura que, por ahora, no hay signos preocupantes, pero admite que si no se ataja con éxito y con celeridad la crisis, los problemas podrían acabar contagiándose a un sistema financiero que, inevitablemente, tendrá que lidiar con impagos masivos: «Los créditos morosos irán en aumento y pienso que los bancos van a sufrir, debemos ser conscientes de ello. La consolidación es algo que tendremos que estudira con cuidado para hacer frente a los problemas estructurales que ya afectaban a la banca antes de esta crisis», sostuvo De Guindos.