José Manuel Díaz Barreiros, nuevo presidente de la CEG al retirarse Pedro Rey

Mario Beramendi Álvarez
M. Beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

José Manuel Díaz Barreiros, en una imagen de archivo
José Manuel Díaz Barreiros, en una imagen de archivo Europa Press

El ourensano, elegido por aclamación, apuesta por recuperar la «unidad empresarial» y por reformar unos estatutos que «son de 1981»

24 nov 2020 . Actualizado a las 19:06 h.

Después de casi tres años en los que ha estado provisionalmente dirigida por la junta directiva, la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) tiene por fin nuevo presidente. El empresario ourensano José Manuel Díaz Barreiros, que contaba con el respaldo de su confederación provincial y con el de la A Coruña y la de Lugo, lo que le otorgaba 102 de los 182 votos de la asamblea, no tuvo ni siquiera que someter su candidatura a votación. Pasadas las doce del mediodía e iniciado el proceso, alcanzaba un acuerdo con su rival, el empresario vigués Pedro Rey, avalado por la confederación pontevedresa, que optó por retirarse ante la falta de apoyos. Un acuerdo al que se llegó in extremis, cuando ya se habían emitido algunos sufragios telemáticos, procedentes sobre todo de las sectoriales (organizaciones que representan a las ramas de actividad), algunas de las cuales optaron por votar en blanco por entender que ninguno de los dos aspirantes era realmente un candidato de consenso.

El encargado de presentar al triunfador de la jornada como portavoz de la junta fue Antonio Fontenla, visiblemente contento con el desenlace. «Hoy puede decirse que es un gran día: hemos elegido a un presidente por aclamación: el vencedor es la CEG», dijo el histórico y veterano empresario coruñés, y gran valedor del candidato ganador a pesar de no haber hecho pública su postura en todo el proceso.

Retos inminentes

Vinculado profesionalmente al mundo de las gestorías, Díaz Barreiros tiene ante sí el enorme desafío de soldar la fractura interna de la CEG, y cohesionar una patronal en la que las organizaciones sectoriales se sienten infrarrepresentadas por el poder que tienen las provincias. De hecho, una parte de ellas veían en la candidatura vencedora una prolongación del statu quo, y el escenario perfecto para que la provincia coruñesa, dirigida por el histórico Antonio Fontenla, pudiese seguir influyendo en la sombra y orientando el rumbo de la patronal.

Díaz Barreiros sucede en el cargo a Antón Arias, que dimitió de su cargo en enero del 2018 ante la imposibilidad de llevar adelante su proyecto renovador y una vez que comprobó que incluso quienes lo habían apoyado le habían retirado su confianza.

A diferencia de Antón Arias, o de Antonio Dieter Moure, su predecesor, el nuevo presidente tiene algo más de respaldo interno, aunque no sea un candidato de consenso. El propio Pedro Rey, su rival, y miembro de una sectorial, mostró ayer su disposición a ayudar en la nueva etapa, aunque rechazó implicarse con responsabilidades en los órganos de gobierno, tal y como le había pedido el propio Díaz Barreiros.

En su comparecencia tras ser elegido, el nuevo presidente de los empresarios gallegos hizo un llamamiento a recuperar la unidad empresarial y dar estabilidad institucional para avanzar en «acuerdos de interés general», algo indispensable en un contexto como el actual, con grandes desafíos socioeconómicos. Díaz Barreiros mostró su deseo de que la CEG pase a ser noticia por el trabajo que desempeña como agente y como interlocutor y avanzó algunas de las que serán sus propuestas.

Los cambios

La primera, la reforma de los estatutos de la patronal, que datan de 1981 y que, a su entender, no permiten adaptar la organización a los tiempos. Primero, expuso, porque el presidente elegido, a diferencia de lo que sucede en la CEOE, no puede nombrar a su propio equipo (con un tesorero); Díaz Barreiros abrió también la puerta a iniciar un debate sosegado para rebajar la tensión sobre lo que es el gran elemento interno de discordia: la escasa representatividad de las sectoriales en los órganos de gobierno. Algo, sostuvo, que debe resolverse también con una modificación estatutaria. La reforma del marco que guía el funcionamiento de la CEG ya se ha intentado en otras ocasiones, pero sin éxito, por la reticencia de las organizaciones provinciales a perder poder.