Los líderes ratifican el acuerdo para fijar un impuesto de sociedades mínimo de «al menos» el 15 %
13 jun 2021 . Actualizado a las 19:32 h.El G7 ha puesto fin esta tarde a la cumbre de tres días que han celebrado los líderes del Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Canadá, Japón y Estados Unidos (acompañados de las autoridades de la UE) en Cornualles (Inglaterra).
Las expectativas en torno a la cita eran altas. Y es que sus ministros de Finanzas se encargaron de preparar el terreno el pasado 5 de junio para hacer este domingo un anuncio histórico: el acuerdo en torno al impuesto mínimo de sociedades. Y eso es lo que anunciaron. «Respaldamos el acuerdo histórico alcanzado por el G7 el 5 de junio. Continuaremos las discusiones para alcanzar un consenso en torno a un acuerdo global para una solución equitativa a la distribución de los derechos impositivos y para un ambicioso impuesto mínimo de, al menos, el 15 % en el G20 y la OCDE», reza el comunicado que han hecho público para dar la bienvenida a un «sistema fiscal más justo» que revertirá 40 años de carrera a la baja.
A pesar de respaldar el trabajo de sus ministros, los líderes del G7 han borrado del comunicado cualquier referencia a la que será la gran piedra en el zapato del presidente estadounidense, Joe Biden: la tasa Google. Si en el acuerdo del 5 de junio los ministros de las siete potencias se habían comprometido a coordinar «la aplicación del nuevo sistema de reglas fiscales y la eliminación de todas las tasas a los servicios digitales sobre todas las compañías», hoy ese compromiso se ha volatilizado, coincidiendo con la campaña de presión de la Unión Europea que manifestó su intención de seguir adelante con los planes de presentar entre este mes y el mes de julio una tasa digital europea con la que recaudar un mínimo de 5.000 millones de euros al año para sus recursos propios, esas partidas que utiliza para poder financiar el fondo Next Generation EU en los mercados. Con esta medida, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, también quiere poner orden en casa. Hay países, como Irlanda o los Países Bajos, que se niegan a aumentar la presión sobre las multinacionales tecnológicas -casi todas estadounidenses-. Dependen en buena medida de ellas para encajar sus cuentas. Aunque eso sea a costa de las Haciendas de otros países vecinos de la UE. La falta de voluntad política y la necesidad de recaudar dinero tras la pandemia, hizo que el Gobierno español la adoptara de forma unilateral. La bautizada como tasa Google ya está en funcionamiento desde el mes de enero y en julio ya se recaudará la primera factura del primer trimestre del año.
Para Washington es una decisión difícil de digerir. Aunque la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó el pasado viernes un paquete legislativo para acabar con el monopolio de gigantes como Google, Amazon, Apple o Facebook, la Administración norteamericana cree que esta tasa ataca directamente a sus intereses nacionales, porque las compañías que caen bajo el paraguas de este impuesto son mayoritariamente estadounidenses. Por eso amenazó con imponer una nueva ronda de aranceles a las exportaciones de países que la instaurasen, como España. A principios de junio, Washington los suspendió de forma temporal para dar tiempo a las negociaciones fiscales, que deberían llevar a buen término antes de noviembre.
Aunque el G7 ha querido, de forma deliberada, jugar con la ambigüedad para no tener que hacer compromisos de los que después retractarse, está por ver si la Comisión Europea seguirá adelante con sus planes. El propio Biden se reunirá el martes en Bruselas con las autoridades de la UE. Una nueva oportunidad para negociar y ajustar cuentas antes de llegar a la reunión de ministros del G20 en julio.
Energía
Como ya adelantaron el sábado, los líderes del G7 también se han comprometido con el objetivo de descarbonización total de las economías en el horizonte del 2050. ¿De qué forma? Decretando la defunción de las plantas térmicas de energía más contaminantes: «Eliminaremos de forma gradual nuevas ayudas públicas para las intensivas en carbón lo antes posible, con excepciones limitadas consistentes con una hoja de ruta hacia la neutralidad climática ambiciosa». Para garantizar que nadie se queda rezagado, insisten en demostrar la voluntad de cumplir con «acciones tangibles en todos los sectores de la economía y la sociedad» y eso incluye acabar con cualquier subvención a las plantas térmicas de carbón para finales del 2021: «Nos comprometemos a poner fin a nuevas ayudas públicas a la generación de energía térmica de carbón».
En sectores donde las potencias occidentales sufren la competencia desleal de China, como pueden ser el acero o el cemento, los Gobiernos quieren introducir tecnologías más limpias, de forma que se relajen los precios, hoy disparados por la necesidad de consumir energía todavía fósil (penalizada con peajes más altos por los pagos de derechos de CO2).
Semiconductores
La crisis de los microchips y semiconductores también se coló en las conversaciones del G7. El acopio por parte de algunas empresas y las sospechas de que China pudiera estar influyendo en su producción y consumo, ha llevado al foro a comprometerse a explorar «mecanismos y compartir mejores prácticas para abordar los riesgos sobre la resiliencia de las cadenas de suministro globales cruciales, en áreas como minerales esenciales y semiconductores». Sin ellos, se podría paralizar toda la industria electrónica y la del automóvil. Ya hay síntomas más que evidentes de la crisis de suministro y el sector teme que la situación se alargue hasta finales del 2022. Factorías de automóviles como la que tiene Stellantis en Vigo han tenido que reorganizar la producción y decretar apagones en la cadena ante la escasez de unos componentes que se fabrican mayoritariamente en China. Este mismo domingo y mañana lunes, la fábrica olívica paralizará los turnos y no descartan otro parón el 30 de junio.