La pandemia dispara las estafas un 30 %

S. Cabrero / Ana F. Cuba / X. Ameixeiras REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ROB ENGELAAR

La mitad de los europeos han sufrido intentos de fraude en línea, pero solo uno de cada cinco denuncia

13 sep 2021 . Actualizado a las 15:24 h.

Los delincuentes parecen no entender de crisis sanitarias o de restricciones. Porque la pandemia se ha convertido en el mejor caldo de cultivo de timadores. Sobre todo de aquellos duchos en las nuevas tecnologías. Según uno de los últimos balances que presentó el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, las estafas se dispararon un 29,4 % entre el mes de octubre del 2020 y mayo del 2021.

Eso sí, la pandemia ha obligado a los cacos a renovarse. Y es que, advierten los cuerpos de seguridad del Estado, es precisamente la ciberdelincuencia la que ha experimentado un «notable incremento» durante los últimos meses. Galicia tampoco escapa a esa realidad. Según denuncia el Sindicato Unificado de Policía (SUP), las estafas cometidas a través de Internet son las «más denunciadas en cualquier comisaría» de la comunidad. Así de tajante se mostraba el secretario general del SUP en Galicia, Roberto González, que además advertía que este tipo de delitos habían crecido en el 2021 un 20 % con respecto al año pasado. Dicen los expertos que más de un tercio de los delitos cometidos en Galicia entre enero y marzo del 2021 fueron estafas.

El delito más habitual

Y en todo este maremoto de hurtos y engaños, el conocido como phishing se ha convertido en el rey. A través de este método, los cacos engañan a los incautos ciudadanos para que compartan contraseñas, números de tarjeta y otra información confidencial haciéndose pasar por una institución de confianza a través de un mensaje de texto o una llamada telefónica. A partir de ahí, los ladrones tienen vía libre para vaciar las cuentas y hacerse con los ahorros de las víctimas: «Ese es el principal problema. Podemos poner todas las medidas de seguridad del mundo, todos los antivirus del mercado... Pero si finalmente eres tú el que facilita y abre las puertas del ordenador a los ladrones, es imposible escapar de la estafa», resume Santiago Reboiras, inspector jefe del grupo de Investigación Tecnológica de la Jefatura Superior de Policía de Galicia. Los gallegos no son los únicos que caen en las redes de estos ciberdelincuentes. Según la Comisión Europea, más de la mitad de los ciudadanos adultos europeos han sufrido un intento de fraude en línea durante los últimos dos años. Sin embargo, muy pocos optan por ponerlo en conocimiento de las autoridades: solo uno de cada cinco afectados decide denunciar.

«Imos asociarnos as persoas implicadas para que nos oian»

X. Ameixeiras

ANA GARCIA

Andrea Reborido, de Agualada (Coristanco), vio vaciada su cuenta en un abrir y cerrar de ojos. En un instante se quedó sin los 9.000 euros de sus ahorros. Solo le dejaron diez céntimos. Desde el corazón de Bergantiños su dinero viajó a Lituania con una facilidad pasmosa al ser víctima de una suplantación de identidad, la suya y la de la entidad bancaria. Sufrió una estafa a través de medios electrónicos.

El proceso fue muy rápido. «Recibín unha mensaxe de texto no que se me di que estaban intentando suplantar a miña identidade», narra. Abrió ese enlace y le apareció en la pantalla una página que simulaba su banca electrónica. «Entro co meu DNI e a clave de acceso que teño e comprobo que todo está ben, en orde», declara. Pero no se quedó ahí la cosa. Pasados diez minutos recibe una llamada de teléfono desde una supuesta sucursal en A Coruña. Parecía todo tan veraz que no dudó. «Eu non dubido de que me chama o meu banco de verdade. Sáeme unha rapaza ao teléfono, falo en galego, e dime que están intentando facer unha transferencia coa miña conta por valor de mil euros e que se son eu solucionamos nese momento», añade. Le contesta que no, que obviamente no es ella: «Non estou intentando facer ningunha transferencia, contéstolle». Al fin le dicen que le van a enviar un código por mensaje de texto que en esa misma llamada debe decir.

«Entón dígolle ese código e no momento en que acabei de dicilo xa colgan». Ya estaba la estafa concluida. No había nada más que hacer.

Se dio cuenta entonces de que algo estaba fallando en el sistema. En ese mismo instante empezó a sospechar de una posible estafa. «O que fago, logo, é entrar na miña banca electrónica e doume de conta de que non teño absolutamente nada, dez céntimos», concluye.

Lo que vino de ahí en adelante ya solo tiene que ver con la desesperación. Llamó al número del banco. «O que pasou é que [os estafadores] pincharon o teléfono da oficina para falar comigo. Suplantaron a miña identidade e mais a do banco», explica.

Está absolutamente asombrada de la pericia de los estafadores. «Saben perfectamente o que dicir, o texto que a rapaza le ao falar contigo é exactamente igual ca o que che di a túa xestora, polo que non consegues diferenciar», apunta.

Presentó una denuncia contra los estafadores. El pasado lunes en el banco le respondieron que no se hacían cargo de la pérdida, por lo que presentará las oportunas reclamaciones y, si no prosperan, incluso piensa dirigir una denuncia contra la propia entidad de crédito. Ya consultó con su abogada los pasos a seguir y no piensa claudicar.

Andrea Reborido opina que si tener el dinero en el banco no da seguridad, lo preferible, entonces, es tenerlo en casa. «Ao menos, se veñen roubalo, que pasen algo de traballo», reflexiona. Por otra parte, Reborido está intentando ponerse en contacto con otras personas afectadas por el mismo problema, gente que se haya visto en la misma tesitura, con su dinero viajando a un banco lituano, para hacer un frente común y conseguir una respuesta a su problema, «Imos intentar asociarnos as persoas implicadas. Somos moitos e seguramente moitos que aínda non sabemos. Que nos oian», anuncia.

«Leváronme 7.896 euros, quedáronme 900 na conta»

ANA F. CUBA

El 19 de agosto, a las 18.33 horas, Roberto Soto Rey (Grañas do Sor-Mañón, 39 años), vecino de Ortigueira desde hace casi tres décadas, recibió en su teléfono este SMS, supuestamente de Abanca: «Roberto. Un dispositivo no autorizado esta conectado a su cuenta online. Si no reconoce este acceso, verifique inmediatamente https://s.id/Ev7T5». Pinchó en el enlace, accediendo así a una página web que simulaba la de su banco. Poco después, a las 19.01 horas, atendió una llamada del número 981 910 522, «o que aparece no dorso dunha das tarxetas de crédito da entidade». Su interlocutora, que se identificó como «Mónica, de Abanca», y que al ver que le contestaba en gallego se dirigió a él en este idioma, le pidió la clave que le habían enviado a su móvil para poder anular la transferencia que se acababa de realizar desde su cuenta sin su conocimiento, sin precisarle el montante.

«Ao principio non lla daba, pero estaba en Ponte Segade [unha zona do municipio de Mañón con mala cobertura de telefonía móbil], cun dous por cento de batería no teléfono, e díxenlle a clave», relata. Después le solicitaron otra clave para efectuar otra transferencia, pero la llamada se cortó. Esta segunda operación era por importe de 6.925 euros. Soto Rey, operario de mantenimiento de parques eólicos con dos hijos, de nueve y cinco años, no tardó en ver claro que «a clave era para facer as transferencias, unha estafa en toda regra». «Fun á casa, carguei o teléfono, entrei na miña conta, a través da banca electrónica, e vin que me faltaban 7.896 euros. Chamei á oficina de Ortigueira, e un empregado, ao que lle estou moi agradecido, foi ata a sucursal, pero xa non puido cancelala, era unha transferencia inmediata a un banco lituano, a nome de Leopoldo Casas Juanito», desgrana. En la cuenta le dejaron 900 euros, y en el ánimo, un golpe tremendo, al ver cómo había perdido, al menos de momento, los ahorros de años de trabajo. «Estou fastidiado, penso que como me puido pasar a min, porque son desconfiado, pero iso pásalle a calquera. Púidome a presión, alí, en Ponte Segade, sen cobertura, pensando que se non lle daba a clave íase facer a transferencia, e deilla», lamenta. Después formuló la denuncia en el cuartel de la Guardia Civil e inició su batalla con la entidad, donde ya le han confirmado que «non se fan cargo, que eles non mandaron mensaxe ningunha...». «Agora terei que ir a Consumo, e despois, se non se resolve, haberá que ir aos tribunais». Peleará, como sea, para recuperar su dinero.

Este vecino de Ortigueira no entiende cómo es posible que «poidan suplantar así por así a unha entidade, chamando desde o seu número de teléfono e enviando mensaxes desde o mesmo fío» del que le llegan siempre. Y no para de darle vueltas a lo sucedido.

Si algo le despistó fue que Mónica, la persona que se comunicó con él haciéndose pasar por una empleada de la entidad, se dirigiera a él en gallego. «Tesme que dicir a clave en trinta segundos, que se non vaise facer efectiva a transferencia... puidéronme os nervios e deilla», repite. Hasta que después, con calma, comprobó que había sido víctima de un timo, que le habían vaciado la cuenta bancaria. Confía en recuperar sus ahorros y cree que deberían unirse, él y el resto de víctimas de este tipo de fraude, para sumar fuerzas. Y que los bancos «teñen que facer máis» por combatir esta clase de delitos.

Los bancos nunca piden las claves por teléfono

Los usuarios de banca electrónica reciben de su entidad las claves para operar vía Internet en páginas web seguras (comienzan por https, y no por http) o mediante la aplicación de su banca móvil. 

Pero las entidades financieras en ningún momento piden, ni por correo electrónico ni por teléfono, estas claves personales. Si alguien las solicita es claramente un intento de estafa.