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El grupo es sistémico por su aportación fiscal, al empleo y el comercio exterior
02 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.El relevo en la cúpula de Inditex, con el ascenso programado de Marta Ortega a la presidencia el próximo 1 de abril y el nombramiento, ya efectivo, de Óscar García Maceiras como nuevo consejero delegado, es un movimiento trascendental no solo para el futuro de la empresa, sino para el conjunto de la economía española, por el peso del gigante textil en términos de PIB, empleo, contribución fiscal y comercio exterior.
Una aportación que la propia multinacional calculó, hace ahora siete años, a través de un estudio encargado a la consultora PwC, que estimó que la textil representaba entonces un 0,5 % del producto interior bruto (PIB) español, con una contribución de 4.359 millones anuales a la riqueza nacional. En el caso de Galicia, el efecto sede elevaba el peso en la economía hasta el 2,4 %, con una actividad equivalente a los 1.245 millones al año. Es decir, Inditex mueve (de forma directa, indirecta e inducida) uno de cada cuarenta euros que se producen en Galicia.
Hay que tener en cuenta, con todo, que los datos analizados corresponden al ejercicio 2012, por lo que el fuerte incremento de la actividad de la empresa desde entonces —las ventas crecieron más de un 77 % entre el 2012 y el 2019, el ejercicio previo a la pandemia, y el beneficio, un 54 %—, muy superior a la evolución general de la economía, aventura que ese peso se ha incrementado desde entonces.
En cualquier caso, ya solo la cifra ofrecida en ese informe supone que la actividad del grupo textil en Galicia (y de su extensa red de empresas proveedoras y contratistas) supera el peso en el PIB de otros puntales de la economía gallega, como el sector de la automoción (que, según el Instituto Galego de Estatística, crea un 1,9 % de la riqueza autonómica), la pesca (1,7) o el sector forestal y de la madera (1,6).
Ese carácter sistémico del grupo, una de esas empresas demasiado grandes para caer (en la terminología que se emplea con los bancos), se muestra también en su contribución al erario vía impuestos. Solo en los últimos cinco años, la multinacional ha ingresado a la Hacienda pública cerca de 8.000 millones de euros, de los que casi 4.500 son tributos abonados directamente por el grupo (cuotas del impuesto de sociedades, cotizaciones sociales a cargo de la empresa, IBI, aranceles o tasas ambientales) y el resto corresponden a gravámenes que Inditex genera por su actividad, pero solo se encarga de recaudar, ya que los pagan terceros, bien clientes, bien empleados. Es el caso de las retenciones del IRPF en las nóminas de sus trabajadores (o las cuotas a la Seguridad Social que se les descuentan a estos) o el IVA de las compras en sus tiendas.
En la contribución fiscal queda también patente la importancia del efecto sede, ya que el grupo textil abona en España el 25 % de sus impuestos (que ascendieron a 4.689 millones de euros en el 2020, casi dos mil millones menos que en el año previo, por el efecto de la pandemia).
La tercera pata de gran relevancia social es la laboral. Inditex sostenía en España al cierre del año pasado 40.279 puestos de trabajo directos. En condiciones normales, es decir, antes del azote del covid, esa cifra rozaba los 49.000 trabajadores.
Pero, en realidad, el volumen de empleo que genera el grupo textil es mucho mayor. Ese estudio de impacto elaborado por PwC cifraba en más de 82.000 los puestos directos e indirectos que sostenía en España. De ellos, 21.600 se ubicaban en Galicia, donde Inditex cuenta con oficinas centrales, centros logísticos y fábricas. Empleos, además, de un mayor valor añadido, ya que los salarios son sustancialmente más elevados (hasta un 25 %, en el momento en el que se hizo el informe) que la retribución media de la multinacional, que ascendió a 23.959 euros el año pasado.
Una red de casi 6.400 proveedores en España, que ingresan más de 4.200 millones
El éxito de Inditex y la fuerte expansión de su red comercial, especialmente en el extranjero, ha favorecido la creación de una red de empresas proveedoras que, al calor del crecimiento del grupo textil, se han convertido en un polo de riqueza y empleo en Galicia, especialmente en la comarca coruñesa. Firmas como Caamaño, Malasa, Ramón García, Cándido Hermida, pero también Uniter (la empresa que se encarga de las etiquetas, que hace poco fue adquirida por la firma canadiense Checkpoint) o Trison, que gracias a su alianza con Inditex han conseguido hacerse un nombre en el mundo y ampliar su cartera de clientes.
En total, de acuerdo al último informe anual del grupo, la textil contaba el año pasado con una red de 6.384 proveedores en España (unos 700 menos que antes de la pandemia) que le facturan más de 4.200 millones al año (900 menos que en el ejercicio previo).
El 18 % de la exportación gallega
Clave es también Inditex para entender la buena evolución de las exportaciones gallegas, en este caso junto al otro gran motor económico de la comunidad, la fábrica viguesa de Stellantis y todas sus auxiliares. Un estudio elaborado en el 2018 por la escuela de negocios Esade, encargado por HSBC, cifraba en 10.397 millones el valor de los productos exportados por la multinacional desde España a terceros países, lo que la sitúa como la segunda mayor empresa exportadora del país (solo superada por Repsol).
En el caso de la balanza comercial gallega, la estimación que realizan desde la Consellería de Economía es que las ventas del grupo textil fuera de la comunidad rondan el 18 % de la cifra total de exportaciones, que el año pasado rozó los 20.900 millones.