Los gallegos sufren la subida de precios: «Antes enchía o depósito con 70 euros e antonte boteille para enchelo 120»

ECONOMÍA

La inflación está disparada. No se daba una situación similar desde 1985. Se nota en el carburante, pero también en la cesta de la compra de cualquier ciudadano: «Non me chegan 50 euros para facer esa mesma compra».

01 abr 2022 . Actualizado a las 19:35 h.

Los precios en todo el país están disparados. Desde la cesta de la compra hasta los combustibles. Lo sabía el consumidor por lo pagado en la cesta de la compra, pero no hasta qué punto. Los datos de este miércoles lo decían todo: el IPC se ha disparado en marzo hasta el 9,8%, su tasa más alta en 37 años. Es decir, la inflación no era tan alta desde mayo de 1985, a pie de calle y en los negocios se nota.

NDA

María Teresa Porto, de Pontevedra: «¿Qué mundo dejamos a nuestros hijos?»

María Teresa Porto llega a media mañana al supermercado Día de la Avenida de Lugo, en Pontevedra. Es una clienta habitual de una tienda que a lo largo de toda la mañana va recibiendo clientela a cuentagotas. Baja de su coche y coge unas bolsas para traer la compra. Antes de entrar lo tiene claro. «Esta situación nos obliga a hacer recortes en la compra, todo subió mucho, pero en la fruta, el aceite, el gasoil y la electricidad es donde más lo noto», explica. Las palabras de María son las de miles de gallegos que hacen números para llenar la cesta de la compra. «Esto no es por la guerra, la invasión de Ucrania sirve de excusa, pero la situación está empeorando desde la pandemia», apunta esta pontevedresa, que junto a su marido lleva una pequeña empresa de canalizaciones.

Su perfil es el de una familia con dos autónomos al que la inflación golpea por varios flancos. Trabajan por cuenta propia en un negocio que sufre una crisis de suministros que pone en riesgo su día a día. «No ganas, pero hay que pagar el autónomo, vamos para atrás en lugar de ir hacia adelante», advierte María Teresa, que mira con lupa la cesta de la compra para evitar no desbaratar las cuentas. «Si antes comprabas dos kilos de fresa, ahora coges uno solo o medio, los salarios no bajaron, pero no rinde. Cada vez es peor», explica antes de comenzar la compra en uno de los supermercados más económicos de Pontevedra. Esta incertidumbre y la espiral inflacionista no solo le preocupa a ella, sino que piensa con frecuencia: ¿Qué mundo le estamos dejando a nuestros hijos?».

E CUIÑA

Manuel Villaverde, de Forcarei: «Triplicouse o custo de producir forraxe»

Manuel Villaverde Salgueiro tiene una explotación de vacas en la localidad de Forcarei y es el vicepresidente de Africor Pontevedra. Explica que «non hai unha cousa que non subira, é unha loucura». «No mes de outubro os abonos minerais xa triplicaran o prezo con respecto a maio do ano pasado e agora mantéñense, iso suponnos triplicar todo o custo de producir forraxe porque o abono supón case o 80 %. E se a iso lle sumas a subida do gasóleo, é a tormenta perfecta», añade. La situación resulta casi insostenible.

Ese cúmulo de circunstancias supone, en su opinión, «triplicar en números redondos o custo da recollida do forraxe». Con las subidas de los piensos y de la electricidad, los ganaderos tenían en la producción propia de forrajes una vía de escape para ahorrar algo en la alimentación de los animales, pero ese remedio ahora también se cierra. Villaverde comenta que «as subas dos pensos dependen moito de cada granxa e hai explotacións máis dependentes do penso que outras».

«A finais de decembro paguei a tonelada a 320 euros e a última xa a 400 euros», detalla. Opina que, sumados los incrementos del coste de producción de forraje y del precio de los piensos, «este ano alimentar aos animais vai ser unha loucura». «Nunca tantas PAC houbo que adiantar este ano», añade.

En cambio, los precios de la leche en el supermercado subieron, «pero moi pouco». «Agora que se dispararon os custos de produción agardabamos unha subida máis importante, pero non se está vendo: todas subiron algo pero aínda nas industrias que máis subiron o prezo é insuficiente», afirma.

La inflación sigue creciendo y está presente en los productos más esenciales
La inflación sigue creciendo y está presente en los productos más esenciales Almudena Santos

Juan José Rodríguez, de A Coruña: «Ahora me privo de ir a tomar un vino al bar»

Juan José Rodríguez, un vecino de A Coruña, asegura que «en cada producto hay una diferencia de céntimos, y el conjunto de la cesta es mucho más cara que antes». Por ahora, no se ha visto obligado a prescindir de ningún producto, aunque explica que se priva de «ir a tomar un vino al bar».

También Inés Río, vecina de la zona de Os Castros, nota la diferencia. Asegura que ahora gasta «casi 80 euros más al mes en comestibles de lo que hacía hasta ahora». De hecho, como consecuencia de la subida de los precios en la comida, ha decidido «comprar marcas blancas porque son más baratas» y ha retrasado «algunas cosas porque lo primero es comer». Además, no ha notado esto solo a la hora de ir al supermercado, sino que también en la gasolina. Explica que intenta «coger el transporte público en vez del coche». Lamenta, resumiendo, que «está todo muy caro». 

XOAN A. SOLER

Juan Hernández: «Noté más la subida en el combustible»

Juan Hernández es cliente habitual de la plaza de abastos en Santiago, un lugar en el que la voz de alarma por la subida de precios se oye más que nunca, hasta el punto de que en algunos puestos reconocen que, como siga la cosa así, habrá quien tenga que modificar mucho sus hábitos alimenticios para llegar a fin de mes. Este no es el caso de Juan Hernández, que confirma que sigue consumiendo los mismos alimentos. Si bien matiza que del grueso de la compra se encarga su mujer, es plenamente consciente de que los precios están disparados. «Noté más la subida en los combustibles y no digamos la calefacción, pero el aumento se nota mucho, mucho, en cualquier cosa que compres», afirma. A este compostelano le llamó especialmente la atención la subida del aceite «que es una barbaridad, y la carne también se nota que está más cara».

«A este paso habrá gente que ya no pueda comprar lo que quiera, porque las cosas no dejan de subir de precio pero tienes el mismo dinero, que no crece y no llega como antes», se lamenta preocupado porque no confía en que la situación mejore a corto plazo.

Pita

Fran, universitario de Vigo: «El dinero que me manda mi madre para las comidas no me llega, no estoy desayunando»

Fran es un universitario mallorquín que estudia en la Escuela de Telecomunicaciones de Vigo. Su madre le envía mensualidades para su manutención en su ciudad de acogida. Sin embargo, desde hace dos semanas, la paga mensual ya no le llega para sus gastos de alimentación, según relata este joven. «Ahora mismo me está costando vivir estos meses porque el dinero que me suele mandar mi madre para las comidas al mes no me llega. Mi madre me da una paga para comer y estoy intentando reorganizar toda mi comida porque está subiendo hasta el atún», dice el estudiante.

El mismo joven explica que «ya no puedo comprar ni atún porque la lata ahora vale 50 céntimos más y la pasta ha subido bastante, no puedo adquirir una pizza porque el precio me parece una exageración, es muy cara. Ahora estoy comiendo y cenando, pero no estoy desayunando». Admite que, obviamente, puede comprar pan de molde para desayunar: «Puedo permitírmelo pero no como antes». Confiesa que lo está pasando mal: «Cualquiera que no tenga mucho dinero lo está pasando mal». Desde hace medio mes notó la subida de precios. En su casa, en Mallorca, «la cosa está difícil», dice: «Mi madre es soltera y ahora mismo ella está intentando ayudarme como puede y yo intento que no me ayude tanto y, por eso, estoy buscando un trabajo de media jornada. La cosa se va a complicar un poco, pero es lo que hay ahora».

Ana Garcia

Cristina Castiñeiras, de Carballo: «Antes con 50 euros tiña depósito para dúas semanas e media, agora só fago semana e media»

Es el caso de Cristina Castiñeiras. Ella trabaja en Peixería Antonio, en el mercado de Carballo. Todos los días hace el trayecto entre su Berdillo natal y la capital de Bergantiños. «Antes botáballe cincuenta euros ao depósito e tiña para dúas semanas e media, agora só fago semana, semana e media». El combustible no es su único quebradero de cabeza. La cesta de la compra se lleva también una parte importante de su salario: «Antes desta crise facía unha compra xenérica cada semana por 30-35 euros. Pero a suba dos prezos, sobre todo os aceites, as pastas e o leite fixeron que non me cheguen 50 euros para facer esa mesma compra».

C.E.

Ana María Barrantes, de Ferrol: «Vamos a tener que comer patatas fritas con huevos toda la semana»

En más de veinte euros se ha encarecido la compra que realiza dos veces por semana la ferrolana Ana María Barrantes. Vive en el barrio de Caranza con su marido y su hija de 20 años. También ayuda a su madre. «Los precios han subido una burrada», lamentaba esta mañana tras salir del supermercado Froiz. Si habitualmente gastaba en torno a los 50 euros, hoy pagó 75. «Es compra para cuatro personas y no sé si llegará para cuatro días, tampoco creas que llevo tanto», lamenta. 

Ejemplo de tantos ciudadanos castigados por la inflación, el súbito aumento del coste de la vida le ha obligado a hacer malabares a la hora de diseñar el menú en casa. «Estoy alucinada con el pescado. Antes lo comíamos tres veces a la semana, pero ahora es imposible. Ya no te digo llevar un kilo y pico de merluza o algo así. Como sigan las cosas así vamos a tener que comer patatas fritas con huevos toda la semana», advierte. Y los efectos de la inflación en su bolsillo no acaban aquí. «La subida de la electricidad y del propano son una exageración. Antes pagábamos de luz unos 70 euros y de propano 50 euros, mientras que ahora estamos en 200 euros entre los dos. Son casi 40 euros más cada factura», estima. Sumado todo ello al incremento del precio de la gasolina. «Ahora hay que hacer muchas cuentas, antes no miraba tanto los precios, ahora sí, y me voy a las marcas blancas», indica.

En la casa de esta casa ferrolana hacen frente a todos estos gastos con lo que cobra su marido. «Tiene una gran invalidez y está jubilado, pero tiene unos ingresos normales», explica. Advierte que han pasado de ser una familia media a tener miedo a que esta situación se prolongue en el tiempo. «Parece que estamos viviendo casi de prestado. Es una pasada. Además mi marido tiene sus rehabilitaciones que hay que seguir pagando. De momento no han subido el precio, pero supongo que también lo harán», explica. Y agradece que al menos ellos pueden salir adelante. «Siempre le digo a mi marido que no se cómo hacen otras personas que cobran, a lo mejor, 600 euros. Es imposible que puedan llegar al final de mes porque nosotros tenemos unos ingresos adecuados, tampoco somos tantos, y cuesta mucho», reconoce.

Pilar Dios
Pilar Dios Carmela Queijeiro

Pilar Dios, de Ribeira: «El coste de la compra mensual se me duplicó»

«Hasta las galletas han subido una barbaridad. Las que antes costaban sobre un euro ahora prácticamente llegan a los dos. No se trata solo del aceite o de algunos productos, es algo generalizado. Ya no te digo si compras pescado fresco, porque hasta el que está de oferta va caro». Así resume la situación la vecina de Ribeira Pilar Dios, quien señala que «una pensión de jubilado no es para ahorrar».

Explica que «el coste de la compra mensual se me duplicó» y recalca que «ahora tienes que hacer un esfuerzo mucho mayor e, incluso, tirar de lo que tienes ahorrado». Pilar Dios comenta que su marido se jubiló hace tres años y que la percepción que recibe ahora no llega a nada. Con todo, manifiesta que «yo soy una privilegiada, no quiero pensar en lo que esto debe suponer para una familia con hijos, como pueden hacer frente a esta situación descontrolada de los precios». En este sentido indica que «hasta los pañales suponen un importante desembolso económico. Los artículos de primera necesidad obligan a realizar un importante gasto y todo suma al final».

Josefa Gil, de Frutería Fina de O Carballiño
Josefa Gil, de Frutería Fina de O Carballiño MIGUEL VILLAR

Josefa Gil, de O Carballiño: «A xente merca menos cantidade e nós temos que axustar os prezos»

Josefa Gil, de Frutería Fina de O Carballiño, abrió hace 13 años su establecimiento y afirma que no recuerda una situación como la actual. «Primeiro a xente mercou ó loco nos supermercados e agora ou non lles queda pasta ou teñen medo ou non sei que. Véndese moito menos», afirma sobre la subida de los precios y la tasa de inflación. Señala, como ejemplo, que hasta no hace mucho sus clientes compraban el pan sin miramientos y que ahora piden la barra más pequeña. «Escoito comentarios que antes non había, como que aproveitan o pan que sobrou do día anterior». Sobre los precios, subraya que se ha notado una subida generalizada, sobre todo en las verduras, ciertas frutas como los plátanos y en los pimientos. «A xente merca menos cantidade e nós temos que axustar os prezos», subraya.

Josefa es también productora, por lo que buena parte del ajuste que debe hacer para mantener a sus clientes se le va en horas de trabajo. «O feito de que produzamos verduras e patacas quítanos do apuro. Pero sobe a factura eléctrica e nós temos sempre prendidas as luces e as cámaras frigoríficas. E a iso engades o prezo do gasoil, dos abonos e fertilizantes. Temos que axustar moito os prezos. Se a mercancía vai cara non lle podes pór moito marxe porque vendes menos. É a pescadilla que se morde cola», añade.

Explica que puede seguir adelante porque ya cuenta con maquinaria, con una inversión anterior. «Un saco de abono de 19 euros costa agora a 33. Se non tiveramos de antes agora mesmo non daba nin para pagar o seguro». Recuerda, también, que hasta no hace mucho tiempo tenía una empleada. Ahora eso es una quimera: «Se nos dá para pagar autónomos xa estamos contentos».

XOAN CARLOS GIL

José Antonio Fandiño, de Vigo: «Antes llenaba el depósito del coche, ahora poco más de la mitad»

El procurador vigués José Antonio Fandiño representa a un colectivo de 150 juristas pero, en esta ocasión, no opina como un profesional jurídico sino como un ciudadano de a pie a quien la inflación le está afectando al bolsillo, por ejemplo, a la hora de llenar el depósito de gasolina de su coche. Ya está notando los efectos de la subida de precios y teme que irá a peor.

Su predicción es poco optimista. «Lo vamos a pasar mal si no suben los salarios en el mismo porcentaje que están subiendo los precios», sostiene este jurisconsulto. Y saca a relucir su propia experiencia como consumidor en las últimas semanas al acudir a las gasolineras de Vigo: «Antes llenaba el depósito y, ahora, poco más de la mitad». Arquea las cejas como dando a entender la gravedad de la situación.

Ana Garcia

Rosa Carabel, de Carballo: «Antes viñan facturas de pouco máis de 200 euros de luz, agora superan os 400»

Rosa Carabel dirige el puesto Peixería Antonio, en el mercado de Carballo y percibe el incremento de la inflación en la luz y el gasoil: «Antes viñan facturas de pouco máis de 200 euros de luz, agora superan os 400. E co gasoil pasa o mesmo. Antes enchía o depósito con 70 euros e antonte boteille para enchelo 120. Falo de gasoil para poder traballar non para ir de paseo. Gasoil para poder traer peixe e marisco ao posto na praza». También aumentaron los precios de algunas especies de pescado y marisco, aunque Carabel lo achaca más a la huelga del transporte que a la propia crisis económica en sí: «Os barcos que saíron a traballar e non secundaron o paro gañaron o dobre. A pescada de catro quilos que antes custaba 15 euros o quilo hoxe está a 18-20».

M.MORALEJO

Diego Marín, panadero de Vigo: «He subido todo 20 céntimos, la baguete valía un euro y ahora 1,20»

El panadero Diego Marín abrió con gran ilusión en septiembre en la calle Canceleiro de Vigo su taller artesanal Pandemonium. Poco podía imaginar que medio año después, tendría que tener que subir los precios para hacer frente a la inflación.  «Está todo muy caro y he tenido que subir todos los precios en 20 céntimos. La baguete costaba un euro y ahora 1,20 euros. Influye el coste de la luz, la materia prima y el transporte. Todo es una locura», afirma el dueño del obrador, un tinerfeño que se mudó a Vigo con su esposa viguesa y su bebé.

Este artesano cree que la precipitación de los consumidores por abastecerse también le ha perjudicado a su negocio: «Al temer que se iban a acabar ciertos productos en los supermercados, los consumidores se han vuelto locos gastando dinero en cosas innecesarias y no tienen dinero ni para pan. Es una pescadilla que se muerde la cola». Marín explica, respecto a su clientela, que «la gente compra lo que puede, es lógico. La pena es que nos afecta porque a parte de bajar las ventas, tenemos que pagar más, a los proveedores y al resto, está todo un poco desequilibrado». Aún así, mantiene su optimismo: «No nos podemos quejar».

Este autónomo añade que aunque hay gente que se escandaliza porque las barras valen ahora 1,10 euros «se trata de pan con harinas baratas». Considera que la calidad tiene una mayor subida: «Lo que nosotros utilizamos es el doble de caro, no saco el mismo beneficio que los demás ni de lejos. Las harinas que se suministran aquí están entre 50 y 70 céntimos como mucho y yo las compro a un euro el kilo, y tengo harinas de ocho euros el kilo».

José Manuel Ares
José Manuel Ares Carmela Queijeiro

José Manuel Ares, de Ribeira: «Facemos moitos números para axustar o gasto»

Ala salida de un supermercado en Ribeira, revisando el tique de compra, José Manuel Ares explica que es pensionista y que él y su mujer intentan ahorrar lo que pueden: «Facemos moitos números para axustar o gasto». Reconoce que «se antes salías algún día tomar o vermú nun local hostaleiro, agora mércalo para consumir na casa. Tamén procuras andar menos co coche».

Sobre lo que supone el desembolso en la cesta de la compra, señala como ejemplo que «o aceite e a pasta subiron unha barbaridade». Comenta que en determinados artículos de alimentación continúan adquiriendo los mismos productos de siempre, aunque en otros recurren en mayor medida a las marcas blancas porque resultan más económicas. También se refiere al desembolso energético, explicando que en algunos períodos la llegada de la factura se ha retrasado varios meses y eso también supone un descontrol en las finanzas domésticas. José Manuel Ares manifiesta que no sabe hasta donde llegará esta escalada de precios que, comenta, es ya insostenible para las familias.

Ana Garcia

Ana y Pilar Puga, de Carballo: «Con dúas fillas pequenas gastaba ao mes uns 700 euros en comida, agora non me chegan 800»

Ana y Pilar Puga son hermanas, ambas residentes en Carballo. Las dos trabajan como sanitarias en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y, por tanto, el combustible es uno de los gastos más importantes que tienen cada mes: «Temos quendas diferentes e polo tanto temos que ir cada unha no seu coche», apuntó Ana. Pilar señaló que si antes invertía 300 euros en combustible al mes ahora no le llegan 400. Lo mismo sucede con la cesta de la compra, teniendo en cuenta que ambas tienen hijos de corta edad: «Antes gastaba uns 80 euros en comida á semana. Agora fanme falta 130». Su hermana Ana tiene esa misma percepción: «Con dúas fillas pequenas gastaba ao mes uns 700 euros en comida, agora non me chegan 800. Noto a suba na peituga de pavo. Estaba a oito e pico e agora a 10,90. Os cartos métense, pero tamén voan». Y del recibo de la luz, ya ni hablar: «Teño facturas de 300 euros cando antes non chegaban a 200».

Marcos Míguez

Alberto Blanco, de A Coruña: «Menos beneficios, más gastos y menos clientes»

Alberto Blanco, del bar Dksa, en A Coruña, ha notado que va «menos gente al local como consecuencia de la subida de la cesta de la compra». Asegura que «a los clientes también les suben el precio de la factura de la luz, de la gasolina y de la comida», por lo que dejan de acudir a la hostelería. Además, lo que más están sufriendo «es el incremento del precio del aceite, puesto que cada freidora que tenemos son 8 litros y, a poco que suba, pagamos mucho más». «Menos beneficios, más gastos y menos clientes» es la frase con la que sentencian la situación que están viviendo.

Ana Garcia

José Francisco Vázquez, de Carballo: «Na luz da casa pago 140 euros, o dobre que hai un ano»

José Francisco Vázquez Felípez trabaja en Carnicería Felípez, en la plaza de abastos de Carballo: «Na luz da casa pago 140 euros, o dobre que hai un ano». Lo mismo sucede con el carburante: «Antes enchía o depósito con 70 euros, agora pago 110». Y con respecto a la carne, en su puesto donde se nota algo la subida de precios es en la carne de cerdo, sobre todo a costilla, «que pasou de sete a oito e pico euros o quilo». Y también en el pollo, aunque en este caso la subida no se ha repercutido entre su clientela.

David Martínez, economista ourensano: «El dinero que está en el banco también pierde valor»

Advierte del fuerte impacto de la escalada de la inflación en los autónomos

Rubén Nóvoa

El economista ourensano David Martínez Alonso ve con preocupación la escalada de la inflación y advierte de que el dato del 9,8 % que estaba vigente este jueves es solo un cálculo. «La inflación subyacente está siendo mayor y se nota en determinados gastos básicos. El mejor indicador es el de la persona que hace la compra y que antes con 100 euros metía en la cesta el doble de comida que ahora», explica.

El consultor de empresas ourensano asegura que el ciclo económico no funciona, porque los profesionales se están encontrando con un problema estructural: «El precio de los gastos que tengo como autónomo yo no puedo trasladarlos al cliente. No puedo subir un 10 % el precio final de mi producto, porque lo que voy a conseguir con esa subida es que no me compren. Sin embargo, yo tengo unos gastos básicos como la luz, el combustible o el alquiler que sí que me están subiendo ese 10 %». David Martínez Alonso también llama la atención sobre el hecho de que mucha gente apuesta por tener su dinero en depósitos por los que no reciben rendimientos. «La inflación también afecta a ese dinero que tengo en el banco y que está perdiendo valor», concluye.