El BCE diseña un plan para evitar que países como España se arruinen al colocar deuda
ECONOMÍA
La decisión, tomada de urgencia, trata de evitar que el país vuelva a pagar intereses astronómicos por financiarse
15 jun 2022 . Actualizado a las 21:03 h.A primera hora de la mañana de este miércoles saltaban las alarmas: el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidía reunirse de urgencia para abordar la reciente escalada de las olvidadas primas de riesgo, esas que marcan la diferencia entre la rentabilidad que ofrece Alemania para que alguien le preste dinero y la que pagan el resto de los países.
El encuentro se extendió por más de dos horas, bajo la atenta mirada de los mercados, que esta semana obligaron a España e Italia a pagar intereses de más del 3 y el 4 %, respectivamente, a cambio de colocar sus bonos a diez años (préstamos). Y eso que el BCE todavía no ha cerrado del todo el grifo del dinero barato. Tiene previsto poner el broche a su tradicional programa de compra de deuda (APP) en julio. La situación contrasta con la de hace solo un año, cuando España colocó el 60 % de su deuda a tipos de interés negativos, según el Tesoro.
Las tensiones indican una cosa: en cuanto el organismo deje de insuflar dinero barato, los países menos solventes de la zona euro se las tendrán que ver y desear para ganarse la confianza de los inversores.
Las señales están ahí y no han pasado desapercibidas para el eurobanco, que ha decidido poner en marcha dos nuevos diques de contención para evitar la ruina de algunas economías altamente endeudadas del sur, como la española.
En primer lugar, ha ordenado a sus equipos de trabajo que aceleren el diseño de un «nuevo instrumento antifragmentación», que permitiría mantener a raya las primas de riesgo, evitando la ruina de los países que arrastran más debilidades. Sin embargo, no han dado detalles de cómo se articularía. ¿Por qué urge poner en marcha este mecanismo? Solo con el anuncio de que el BCE subiría los tipos de interés el próximo 21 de julio un cuarto de punto —habrá nuevas alzas en los próximos tres meses— y que dejará de comprar deuda, la prima de riesgo Italia se ha disparado hasta los 255, por encima del umbral del dolor de los 250. La española llegó a alcanzar esta semana los 140 y la griega rozó el martes los 300 puntos. Esto, cuando el BCE apenas ha comenzado a soltar lastre, es una fuente de preocupación.
La segunda medida que ha comprometido el BCE ha sido la de reinvertir «con flexibilidad» en bonos soberanos el dinero de los vencimientos de la deuda que compró durante la pandemia bajo el programa PEPP (1,7 billones de euros desplegados) para contener los efectos de la crisis sanitaria. Esa flexibilidad podría traducirse en compras sin calendario fijo y eliminar los topes por países. Société Générale calcula que el año próximo el BCE recibirá unos 300.000 millones de euros en vencimiento que podría emplear para enfriar las primas de riesgo, según recoge Reuters. Sin embargo, sería una cuantía muy escasa teniendo en cuenta que un país como Italia viene absorbiendo unos 14.000 millones de euros mensuales desde marzo del 2020, cuando estalló la pandemia.
La última bala
Esta ha sido la primera gran señal que envía el BCE a los mercados desde que anunció la subida de tipos. Pero el organismo comandado por Christine Lagarde, se guarda algunas balas. La última es el OMT, un programa que jamás se ha usado y que permitiría en una situación extrema comprar deuda de un país sin restricciones. Eso sí, requeriría que el Estado asistido firme un rescate con la Unión Europea (UE).
¿Por qué esta crisis podría ser peor?
Los mercados —donde los inversores buscan ofertas atractivas para sacar rentabilidad a su dinero— empiezan a agitarse ante la posibilidad de que estalle una nueva crisis de deuda, con un alcance mayor que la del 2010.
En aquella ocasión, las malas decisiones del BCE —encareció los préstamos en plena contracción económica—, y la fragmentación financiera de la eurozona —no contaba ni con salvavidas para rescatar países ni con flexibilidad para ajustar las reglas fiscales a la realidad de cada economía— fueron suficientes para desencadenar rescates y dolorosos planes de recortes de gasto.
¿En qué escenario nos encontramos ahora? Los problemas son de otra naturaleza y de mayor envergadura. España acumula más del triple de deuda pública (117 % del PIB) que en el 2010 y la inflación, que por entonces estaba lejos del umbral de seguridad del 2 % fijado por el BCE, está hoy en el 8,7 %. No es una excepción. Los precios en la eurozona han medrado un 8,1 % de media, con países como Alemania acumulando una subida anual del IPC del 8,7 %.
Una cifra que provoca pavor en Berlín. Todo ello ha reducido el margen de maniobra del organismo para mantener abierto el grifo del crédito sin que se desboquen los precios.
A estos factores hay que sumar otros problemas profundos muy difíciles de solventar a medio plazo con la política monetaria del BCE, como la gran dependencia energética de la Unión Europea (UE) del exterior. Son los altos precios de la energía los que están encareciendo la cesta de la compra, las facturas del hogar y hasta el mantenimiento de la producción de las empresas, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, donde los programas de gasto público han sobrecalentado la economía.
La escalada de las primas de riesgo está todavía lejos de alcanzar los niveles de la anterior crisis financiera, cuando el diferencial entre el bono español y el alemán llegó a alcanzar su máximo histórico: 649,25 puntos el 24 de julio del 2012.