Los socios se comprometen a reducir un 15 % su consumo hasta la primavera, mientras que en el caso español el recorte será de entre el 7 y el 8 %
27 jul 2022 . Actualizado a las 09:04 h.No era tarea fácil la que este martes tenían sobre la mesa los ministros de Energía de la Unión Europea. Poner de acuerdo a países con realidades tan diferentes como Alemania, España o Grecia para lograr un acuerdo que beneficiara a todos se antojaba imposible. Sobre todo después de los mensajes lanzados la semana pasada por Gobiernos como el español. Hace unos días, Teresa Ribera echaba mano de un tono inusualmente duro para negarse a cumplir con la exigencias incluidas en el borrador del plan que había presentado la Comisión Europea: «A diferencia de otros países, los españoles no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades desde el punto de vista energético», clamaba la ministra de Transición Ecológica.
Pero el discurso cambiaba de forma radical este martes. Ribera llegaba a Bruselas con un tono mucho más comedido, que daba cuenta de que el acuerdo estaba cerca: «Estamos obligados a decir que sí [al plan de la Comisión]», admitía.
Y así fue. Al mediodía llegaba la fumata blanca (con el único voto en contra de Hungría). La amenaza de un invierno mucho más gélido de lo habitual y el temor a que el chantaje de Putin acabe arrastrando al Viejo Continente fue razón más que suficiente para que la solidaridad se abriera paso y los ministros sellaran un acuerdo. Eso sí, para lograr el plácet de los socios más reticentes, Bruselas tuvo que abrir un poco la mano y presentar un texto final mucho menos estricto que el esbozado la semana pasada.
Las líneas maestras pasan, tal y como solicitaba hace unos días la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, por un compromiso generalizado de reducir un 15 % el consumo de gas hasta la primavera. Pero la letra pequeña es la que ha conseguido desbloquear el voto de España y del resto de países opositores. Porque se introducen numerosas excepciones que permiten rebajar ese ahorro. En el caso de España, por ejemplo, la ministra Ribera confirmaba este martes que el tijeretazo que tendrá que aplicar nuestro país será la mitad que el que deberán realizar la mayoría: entre un 7 y un 8 %, concretamente. «El respaldo a todos los niveles va a ser fundamental para poder lograr un ahorro de energía en torno al 7 o al 8 % de nuestro consumo de gas», indicaba la vicepresidenta a su salida de la reunión. No va a ser España la única que disfrute de ciertos privilegios. La vecina Portugal también entrará dentro de esta excepción, ya que ambos países cuentan con infraestructuras que hacen posible exportar gas al resto de los países, una circunstancia que les permite gozar de una situación aventajada con respecto a los demás. «España es hoy el puerto de entrada más importante de la Unión Europea de gas natural licuado. Reexportamos el 20 % del que importamos y estamos en condiciones de fortalecer esas capacidades», presumía Teresa Ribera, al tiempo que incidía en que de nada servía que España recortara su gasto en un 15 % si no podía transferir ese recurso a los países del centro de Europa: «Sería una medida desproporcionada que no tiene ningún sentido». Las reclamaciones de Ribera fueron escuchadas en los despachos de la Comisión. El acuerdo rubricado este martes por los Veintisiete plantea una excepción para aquellos países que cuenten con una baja interconexión con otros estados miembros y puedan utilizar su capacidad de exportación por interconexión o a través de terminales de gas natural licuado para redirigir el gas a otros países.
Sin potestad absoluta
El acuerdo también ha rebajado la potestad de Bruselas para declarar una reducción de consumo de gas obligatoria. El proyecto original recogía que la Comisión Europea podía activar el estado de «alerta» en la UE y abocar a todos los socios a un ahorro obligatorio en caso de que Putin cerrara el grifo totalmente. Pero el texto se ha suavizado. En caso de que el peor escenario se materialice, la Comisión Europea tendrá que presentar una propuesta para declarar el estado de alerta y habrá de contar con el apoyo de, al menos, cinco Estados miembros que ya hayan tenido que declarar la alerta a nivel nacional.
Reducir duchas, bajar la calefacción y penalizar a los que más consumen
Toca apretarse el cinturón. Al menos en lo que a gasto energético se refiere. La Comisión Europea quiere lograr ahorrar todo el gas que sea posible ante el riesgo de que Putin cierre el grifo de manera abrupta. Bruselas presentó este martes su plan Ahorrar gas para tener un invierno seguro, un documento que logró el visto bueno —no sin ciertas reticencias— de los socios. En el documento, se esbozan algunas medidas que tendrán que aplicar los países miembros para tratar de poner coto al despilfarro energético. Estas son las más importantes.
bajar la calefacción
Un grado marca la diferencia. Es una de las recetas que Bruselas lleva repitiendo como un mantra desde que comenzó esta crisis. Aconseja subir un grado el termostato de los aires acondicionados y bajar otro tanto el de la calefacción. Alega que con ese pequeño gesto se puede reducir mucho el consumo eléctrico y, por tanto, la luz que producen las centrales térmicas de gas.
Edificios públicos
Predicar con el ejemplo. Las Administraciones tienen la obligación de ser las primeras en cumplir. Ajustar los termostatos será obligatorio en todos los edificios públicos, que también deben asumir el resto de las medidas.
duchas más cortas
Fin al despilfarro de agua. Es otra de las medidas que más recomiendan. Menos duchas y más cortas. Es una de las fórmulas que promueve la Comisión, porque con esto se reduce directamente el consumo de gas natural.
Apagar aparatos
Fin al «stand by». Muchos de los aparatos que tenemos en casa siguen consumiendo importantes cantidades de energía a pesar de estar apagados. Los expertos calculan que el modo stand by se lleva un 8 % del consumo de luz total de un hogar. Desde Bruselas piden medidas de concienciación que consigan acabar con esto.
Penalizar en la factura
Un castigo para los que despilfarran. La Comisión recomienda introducir en los contratos de luz una serie de cláusulas que permitan castigar con pagos extra a los consumidores que tiren de electricidad más de lo necesario.
Fuentes alternativas
Una vuelta al carbón. Urge buscar alternativas al gas. Lo ideal sería poder tirar de renovables, pero no es factible. Por ello, hace unas semanas, países como Francia o España vienen estudiando la posibilidad de reabrir centrales de carbón (como la de As Pontes) que parecían haber llegado al fin de su vida útil.
Buscar alternativas
Diversificar el suministro. Los países más dependientes de Rusia tendrán que ponerse las pilas y buscar aprovisionamiento en otros países.
solidaridad
Compartir energía. La UE quiere obligar a los países con más excedente de gas (entre los que se encuentra España) a exportarlo a aquellos estados con más dificultades. No solo tendrán que vender el gas, sino que además deberán hacerlo a precios razonables.
Interrumpibilidad
También la industria. Los contratos de interrumpibilidad permiten a la Administración pagar una subvención a aquellas industrias que acepten parar su actividad en determinados momentos para reducir el consumo de electricidad.
Llegan las primeras facturas con el tope ibérico para abaratar la luz
J. M. C.
Los más de diez millones de hogares que disponen de la tarifa regulada de luz (PVPC) han comenzado a recibir la factura eléctrica en la que ya aparece el tope ibérico autorizado por Bruselas en junio, y que se puso en marcha a mediados de ese mes.
Transcurridos los 30 primeros días en muchos casos, coincidiendo con el período de facturación de cada empresa, los recibos incorporan un nuevo concepto, dentro del marasmo de términos técnicos que inundan esa información: «Coste tope del gas según RDL10/2022». Esta cuantía implica un incremento del precio de la luz, con una media de 0,13 euros el kilovatio hora en su primer mes en funcionamiento.
A cambio, el término «precio de la energía» de la tarifa regulada habrá descendido prácticamente hasta el entorno de los 0,12 o 0,13 euros por kilovatio hora para este mismo período. A partir de ahora y durante los próximos 11 meses, los usuarios que estén acogidos al PVPC verán en sus recibos cómo se incluye esta nueva información, que delimita cuál es precio de la compensación que hay que abonar a las propietarias de centrales de ciclos combinados de gas por haberles limitado el precio de esa materia prima que utilizan frente a lo que marcan los mercados internacionales. El impacto positivo para quienes se benefician de este tope supera el 16 % en su primer mes de vida. Una evolución que está dentro del rango de entre el 15 % y el 20 % que preveía el Ejecutivo, aunque en un primer momento se estimó el ahorro hasta en un 30 %.