Portugal gasta mejor el dinero de Europa que España, pero tampoco es oro todo lo que reluce en el país vecino. José Eduardo Carvalho, presidente de la gran patronal lusa AIP (Associação Industrial Portuguesa) se muestra crítico con las exigencias de Bruselas y no oculta su enfado cuando se culpa a los gobiernos de un bajo grado de ejecución de los fondos. «La presión se ejerce sobre el control de los fondos y no sobre los mecanismos que deben facilitar la ejecución del PRR [Plano de Recuperação e Resiliência]. El equipo operativo del PRR tiene una carga excesiva de informes de seguimiento, para multitud de organismos y entidades. Preocupa el control del gasto, cuando deberían de esforzarse por crear las condiciones para la aceleración y ejecución del PRR», denuncia.
Respecto al reparto de los fondos, Cravlaho opina que Portugal ha apostado por el gasto público, con la expansión del metro, además de la mejora de la accesibilidad, con la apertura de nuevos viales. «Estos proyectos están bien establecidos, ya que enlazan con zonas de ubicación de negocios y comunicaciones que faltaban». Pero demanda más apoyo a la inversión privada.
Para el presidente de AIP, «la dimensión es el gran talón de Aquiles del tejido empresarial y económico portugués. El país no saldrá de la situación actual con apenas 6.643 medianas empresas. Nadie puede crecer, tener un perfil exportador, innovar y ser competitivo, productivo con el tamaño medio actual. La política pública hace poco para eso, no financia fusiones ni adquisiciones, y la cultura empresarial también es resistente a estos movimientos», explica.
Con todo, cree que el retraso tiene un lado positivo: «El PRR se creó para combatir una recesión provocada por la epidemia. La pandemia ha pasado y el bajo nivel de ejecución que tiene el programa en general, ayudará a combatir una probable recesión».