Rebelión en Europa contra el tope al gas propuesto por la Comisión

F. Fernández LA VOZ

ECONOMÍA

OLIVIER HOSLET | EFE

España califica el mecanismo como una «broma de mal gusto»

25 nov 2022 . Actualizado a las 08:11 h.

Quince de los 27 ministros de Energía de la Unión Europea se rebelaron este jueves contra la propuesta de la Comisión de intentar aplacar el precio del gas natural implantando un tope a las cotizaciones cuando estas alcancen los 275 euros por megavatio hora durante dos semanas seguidas. Algo que no ha ocurrido nunca hasta ahora y, que por tanto, no servirá para nada. Así lo consideran este grupo de países opositores, liderado por España. La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, consideró que el mecanismo «parece diseñado para garantizar que nunca jamás se llegue a aplicar y eso nos parece que es una broma de mal gusto por parte de la Comisión».

Ribera fue de los primeros ministros en reaccionar de forma airada a la propuesta presentada el martes por la comisaria de Energía, Kadri Simson, para calificarla incluso como una tomadura de pelo.

La ministra española resaltó que «no puede exigirse un precio tan alto que nunca jamás llegará a aplicarse», porque, recordó, el mecanismo exige que se alcancen esos 275 euros durante quince días seguidos, «algo que nunca ha ocurrido y que, si ocurriese, Europa tendría un problema tan serio que no haría falta que se hiciese nada, porque sería tan serio que probablemente no podría recuperarse de ese estado de shock».

Otros países como Francia, Italia, Polonia o Grecia también se oponen a la propuesta de la Comisión Europea porque será inaplicable. El ministro de Seguridad Energética de Italia, Gilberto Pichetto Fratin, subrayó que «hay un techo, pero es muy alto, hasta el punto de que podría convertirse en un estímulo a la especulación, un empujón alcista en el precio, en lugar de representar un freno».

Simson defendió el mecanismo y confió en que finalmente se alcanzará un acuerdo en el próximo Consejo de Energía, previsto para el 13 de diciembre. La comisaria de Energía reconoció que no estaba previsto que en la reunión de este jueves se llegase a un consenso, pero confió en que finalmente se producirá. A preguntas de los periodistas, Simson evitó avanzar si está dispuesta a retirar la propuesta, a la vista de la fuerte oposición que ha suscitado. Explicó, no obstante, que si el mecanismo experimenta modificaciones estas no podrán poner en peligro la seguridad de suministro ni espantar a los vendedores de gas de Europa.

El grupo de quince países liderado por España habría planteado bajar el límite por debajo de los 200 euros por megavatio hora. Estos días, el producto para el mes siguiente se cotiza a 130 en el mercado holandés, el TTF.

La propuesta para implantar un tope al precio del gas lleva meses sobrevolando los despachos de la Comisión, que finalmente ha optado por elaborar una propuesta que no será efectiva, como denuncian sus detractores. Y es que países como Alemania o los Países Bajos llevan meses bloqueando la implantación de cualquier herramienta que implique una intervención del mercado. Argumentan que eso puede poner en riesgo la seguridad de suministro energético pues los vendedores de gas se llevarán la mercancía allí donde mejor se pague y no será Europa si se implanta un tope efectivo de precio.

La rebelión en el seno del Consejo de Energía contra el tope al gas fue tal que los países incluso lograron bloquear la aprobación formal de otras dos medidas que se sometían a debate, a expensas de que se avance en el diseño del límite al precio del hidrocarburo, y sobre las que sí hay consenso: las compras conjuntas de gas y la aceleración de trámites para instalar renovables.

Jozef Síkela, ministro de Energía de la República Checa, que ostenta la presidencia de turno de la Unión, avanzó que «no hemos descorchado el champán, pero la botella está a enfriar en el nevera», a la espera de que el acuerdo de ese nuevo paquete de medidas de emergencia energética llegue en el próximo Consejo del 13 de diciembre.

Las medidas de calado para enfriar precios que no llegan

Muchas promesas, pocas acciones. La Comisión Europea dice que quiere hacer muchas cosas, como intervenir los mercados energéticos, tanto el del gas como el de la electricidad, para reducir los precios, pero, de momento, no hay en vigor ninguna medida de calado de ese tipo. Nolas hay, fundamentalmente, porque las buenas intenciones del Ejecutivo comunitario se topan de frente con 27 países con intereses diferentes. Y, sobre todo, con Estados como Alemania o los Países Bajos, que defienden con uñas y dientes que el funcionamiento de los mercados, mejor no tocarlo, por lo que pueda pasar. Este es el principal escollo que bloquea ahora la implantación de un tope efectivo de precio a las cotizaciones del gas natural. Para intentar salvar las reticencias alemanas y holandesas, la Comisión ha optado por proponer un límite tan alto (de 275 euros por megavatio hora) que, ni en lo peor de la crisis, se habría podido aplicar, pues nunca hasta ahora se ha registrado ese nivel durante dos semanas seguidas. Sí algunos días, pero se cuentan con los dedos de una mano. Entonces, ¿para qué lo plantea? Por si acaso, vino a decir la comisaria de Energía, quien reconoció que, a la hora de diseñar el mecanismo, «teníamos instrucciones que nos limitaban: que no podía poner en peligro la seguridad de suministro». Justo el mismo argumento que utilizan Alemania o los Países Bajos para oponerse a cualquier intervención de precios. No vaya a ser que los vendedores de gas decidan dejar seca a Europa, en un momento en que ya no se puede contar con Rusia como principal suministrador.

La reforma en profundidad del mercado eléctrico tampoco está, aunque, en teoría, se la espera. España propuso hace un año desvincular el precio de la electricidad del del gas y, por tanto, dejar de aplicar el sistema marginalista de fijación de precios eléctricos. Una propuesta que en su momento se vio como una locura, aunque meses después empezó a encontrar hueco en los discursos de la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen. Pero, de nuevo, promesas. A lo más que se ha avenido el Ejecutivo comunitario es a dejar que España y Portugal experimenten su propio tope al precio del gas para generación. Y gracias.