El 2022 será recordado como el año de los récords históricos de precios eléctricos con facturas mensuales hasta un 72 % más caras que en enero, aunque se despide más relajado
27 dic 2022 . Actualizado a las 09:07 h.Europa dejó atrás una pandemia para sumergirse de lleno en una crisis energética sin parangón, en la que todavía no se vislumbra la luz al final del túnel.
El 2020 fue un año de récords históricos, pero de gangas, con la luz, el gas y los carburantes más baratos en muchas décadas por el desplome de la demanda y de la producción por la paralización de la actividad económica. El 2022 también pasará a la historia como otro año de récords históricos, pero por lo caro de los productos energéticos. En parte, lo ocurrido es consecuencia de los últimos coletazos de la pandemia: la recuperación acelerada de la demanda, tras los confinamientos, pilló con el pie cambiado a los productores, que no dieron abasto para satisfacer el incremento del consumo. A este desajuste entre oferta y demanda se sumó otro factor inesperado: la ambición conquistadora de Vladimir Putin y su beligerancia contra Europa. Ansioso por poner otra pica en el Viejo Continente con la puesta en marcha de otro gran gasoducto (el Nord Stream 2), el presidente ruso empezó a presionar para que sus vecinos del Oeste aprobasen la infraestructura: lo hizo racionando el gas natural que hasta este año hacía funcionar la maquinaria energética europea, sobre todo, la de los países como Alemania. Y los precios empezaron a escalar mes tras mes hasta que la invasión de Ucrania (a finales de febrero) y los temores a un desabastecimiento de gas natural y de petróleo hicieron temblar de pánico a los mercados.
La crisis del gas ha contagiado inevitablemente a la electricidad. Inevitablemente porque el primero es el que determina el precio del segundo en la conformación de precios mayoristas. Y así seguirá siendo, de momento, pese a los esfuerzos desplegados por países como España para que la Comisión Europea permita desvincular un producto de otro, pero eso obligará a reformar las reglas de mercado, algo que no es plato de gusto de las autoridades comunitarias.
Las consecuencias de la crisis energética están ahí. Una inflación galopante (la acumulada en el año es del 5,5 %), en gran medida por unas facturas energéticas que ahogan a familias e industrias. Según los datos obtenidos a partir del comparador de ofertas de electricidad de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), los consumidores han pagado este año más que nunca antes por encender la luz de su casa. Aunque, también aquí, hay clases. Los clientes más damnificados por las subidas fueron los que tenían el contrato que teóricamente debía protegerles de estas crisis: el de mercado regulado. Y es que esta modalidad está expuesta directamente a lo que ocurra cada hora y cada día en el mercado mayorista de electricidad, a su vez arrastrado por las cotizaciones del gas natural al Olimpo de precios.
Los meses críticos para el bolsillo de esos consumidores fueron marzo y agosto. Sobre todo el primero, con una factura mensual de 105 euros, un 28 % más elevada que la de enero; y el segundo, de 99, un 21 % por encima de la de inicio del año.
Los clientes con contrato en mercado libre, caracterizado por ofrecer precios estables durante uno o dos años, no se libraron de la crisis, aunque cada mes de este año pagaron menos por la luz que los de tarifa regulada. Según el comparador de la CNMC, a igual consumo, los meses más caros para ellos fueron julio y agosto, con 76 y 86 euros, respectivamente, un 52 y un 72 % más que en enero.
¿Por qué estas subidas si esos contratos no están vinculados directamente al mercado mayorista diario? Por la implantación de un mecanismo extraordinario para contener la escalada de precios del mercado eléctrico mayorista y que ha evitado que este sea un 15 % más caro, según el experto en regulación eléctrica y profesor en la Universidad de Comillas ICADE, José Luis Sancha. Se trata de un tope que se aplica a las ofertas que realizan las centrales que usan gas para generación de electricidad, pero estas plantas reciben una compensación para que no produzcan a pérdidas. Esa indemnización la pagan todos los consumidores, porque se benefician directa o indirectamente de la contención de precios, incluidos los de mercado libre que renovaron o firmaron un contrato nuevo a partir del 26 de abril pasado. Es una de las medidas más controvertidas para esos clientes, pues la compensación ha disparado sus facturas.
Estará en vigor hasta finales de mayo próximo.
Fin de año con precios a la baja
El año acaba bien diferente a como empezó, pues se despide con precios energéticos a la baja. Comenzaron a relajarse en octubre por el descenso de la demanda. Entre los motivos, que los países encararon el invierno con las reservas de gas llenas (ese proceso provocó que los precios estuviesen tan elevados en agosto, por ejemplo), porque el frío tardó en llegar a Europa y también porque la Unión Europea ha dado instrucciones (de momento, voluntarias) a los Estados para que traten de ahorrar energía para romper lazos definitivamente con Rusia. Esa contención ha quedado reflejada en las facturas de electricidad. La de diciembre de un consumidor con tarifa regulada será la tercera más baja del año y estará un 14,6 % más barata que la de enero y un 33 % por debajo de la de marzo; mientras que un cliente de mercado libre pagará este último mes del año un 28 % menos que en agosto, pero, en cambio, un 24 % más que en enero.
El mercado mayorista de electricidad dice adiós a su annus horribilis un 24 % más barato en diciembre en comparación con enero y con precios diarios que no se veían desde mayo del 2021: como los 21 euros por megavatio hora del viernes pasado o los 15 del día de Navidad.
La gasolina cuesta casi como en enero gracias a la bonificación del Gobierno
El relax en los precios energéticos en la recta final del año también se está produciendo en el petróleo y los carburantes de automoción. Hasta el 26 de diciembre, el barril de crudo brent, el de referencia en Europa, se encontraba en su nivel más bajo del año pese a la entrada en vigor del embargo del hidrocarburo procedente de Rusia por vía marítima y a la imposición de un tope de 60 dólares para el petróleo que pueda llegar de ese país a la Unión Europea dentro de las excepciones que prevé el embargo. El crudo inició una curva de precios descendente a partir de octubre, al igual que los carburantes de automoción.
Sin embargo, estos no acabarán el año más baratos que como lo iniciaron. Aunque la gasolina cuesta casi como en enero si se descuentan los veinte céntimos de bonificación del Gobierno. Los combustibles vivieron un año de precios máximos históricos, que alcanzaron su punto álgido en junio, cuando superaron los dos euros por litro en Galicia.