Pepe Álvarez: «La patronal no puede decir que la reforma de las pensiones arruina a las empresas»
ECONOMÍA
El secretario general de UGT asegura que los «topes de cotización de Portugal son el doble que los de España»
14 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.El pacto de la reforma laboral, pero sobre todo la subida del salario mínimo y ahora la reforma del sistema de pensiones, han dejado satisfecho a Pepe Álvarez, secretario general del sindicato UGT. Bueno, casi. Un sindicalista nunca debe estar del todo satisfecho.
—Hace poco más de dos años, usted dijo en una entrevista con este periódico que el Gobierno no era tan de izquierdas como se pretendía y que le faltaba voluntad política en algunos asuntos clave. Ahora, ¿ya es un Gobierno realmente de izquierda?
—Bueno, es que ese momento, hace dos años, era de presión. Sí, creo que ahora es más de izquierdas porque tanto en las políticas de apoyo a las personas como en las reformas a las que se había comprometido ha cumplido.
—Habla de momentos de presión de hace dos años. ¿Cree entonces que el giro que ha dado el Ejecutivo en este período es una consecuencia de la actuación de los sindicatos?
—Sin duda. Es que no queríamos que, como ha ocurrido tantas veces en este país, las promesas se quedasen en buenas palabras y buenas voluntades. Hemos pasado de las palabras a los hechos. Aunque incompleto, llegamos a un acuerdo de reforma laboral y hay un antes y un después como se puede ver en el cambio de la temporalidad. Y el acuerdo que esperamos cerrar en torno a la reforma de las pensiones me parece extraordinariamente positivo.
—Entonces, ¿hay que interpretar que les ha resultado fácil empujar al Gobierno a su territorio?
—No lo crea. Cuando llegamos a un acuerdo, suelo decir a Pedro Sánchez que firmamos pero que nos han hecho sudar de lo lindo. También creo que la experiencia de un Gobierno de coalición y que unos vigilen a los otros nos ha ayudado.
—Los elementos centrales de esta reforma de pensiones encajan como un guante en las reivindicaciones sindicales. La financiación del sistema y las mejoras se refuerzan con un esfuerzo que recae en las empresas y en los salarios más altos.
—El acuerdo es bueno, aunque a la espera de cerrar unos flecos que son menores. Es un cambio de filosofía en relación a la que primaba hasta ahora. Se trata de recaudar más sin recortar el gasto. No es nada distinto a lo que ocurre en otros países europeos.
—En cualquier caso supone un aumento de costes para las empresas y también parece lógico que los empresarios estén en contra.
—Es legítimo, pero la patronal no puede decir que la reforma de las pensiones es la ruina de las empresas. Tenemos una distancia importante con Alemania, Francia o Italia en relación a los costes unitarios del trabajo.
—Sin embargo, ¿no cree que una reforma de este tipo se debería haber hecho por consenso si se pretende que tenga estabilidad en el tiempo?
—Es que no ha sido posible. La patronal se cerró en banda y creo que es porque algunas organizaciones dentro de la CEOE tienen más peso del que les debería corresponder. Creo que lo importante para las empresas es que las medidas tienen un calendario de aplicación muy largo y que van a poder anticipar su adaptación a las nuevas cotizaciones. Y ahora que se habla tanto de esto, yo creo que da suficientes garantías jurídicas.
—¿A quiénes se refiere?
—Por ejemplo a ATA, la asociación de autónomos.
—¿Aprecia algún giro en el presidente, Antonio Garamendi?
—Giro no. A Garamendi le he escuchado siempre una postura muy lejana a la negociación del tema de las pensiones.
—Usted mencionaba la adaptación de las empresas a las nuevas cotizaciones. Es un incremento de costes y eso se trasladará a los precios. Mal momento, ¿no le parece?
—No. En los primeros años no tendrá una incidencia destacable. Los beneficios empresariales creo que permiten abordarlo de forma holgada. Riesgo inflacionista es el que genera el reparto de dividendos, que son los que están haciendo que se dispare la inflación. Decir que son los salarios los que tiran de los precios es un mantra que no se ajusta a la realidad.
—Puede generar también una mayor reticencia a las subidas salariales.
—La batalla de los salarios ha venido para quedarse. Si no es por las pensiones será otra razón la que utilicen los empresarios para intentar no subir los salarios. Mire, también se han alzado muchas voces contra la subida del salario mínimo, por ejemplo la del Banco de España, cuando en realidad es un estímulo a la mejora de la productividad.
—Explíqueme eso, por favor.
—Si las empresas pueden vivir cómodas con salarios bajos tendrán pocos estímulos para innovar y mejorar su productividad con inversiones. Es un problema que hay que abordar desde la perspectiva de un país que quiere parecerse a Francia o Alemania. Por cierto, en el tema de las cotizaciones a la Seguridad Social se trata de parecernos al menos a Portugal. Sus topes de cotización son el doble que los de España.
—¿Garantizar una subida de pensiones ligada al IPC no supone un magnífico estímulo para la jubilación o incluso a la prejubilación?
—No lo creo. La mayor parte de las prejubilaciones se producen a la fuerza.
—La semana pasada dijo aquello de retirar la prestación de desempleo a quien rechace una oferta de trabajo...
—Me expliqué fatal.
—Vale, explíquemelo de forma correcta.
—Quería decir que se puede llegar a tomar decisiones de ese tipo si antes todo ha funcionado de forma correcta. Esto es, si las oficinas del Sepe no son meros registros y ejercer una adecuada mediación y orientación. También si se han puesto en marcha todas las medidas de formación. Y esos pasos previos no se han dado.
—Suena algo distinto, sí...
—Visto con perspectiva, no debería haber contestado a aquella pregunta...
«No aporta nada que desde el Gobierno se critique a las empresas»
—¿El enfrentamiento más que evidente del Gobierno con los empresarios es bien recibido por un sindicato como el suyo?
—En absoluto, no nos deja contentos. Hay mucha escenificación y no es ajeno a que estemos en el medio de un proceso electoral.
—¿Hace daño?
—No aporta nada que desde el Gobierno se critique a algunas empresas, al contrario. Y especialmente a unas y no a otras.
—¿A qué se refiere exactamente?
—Pues es que en algunos casos hay mucha escenificación sobre algunos empresarios que han creado muchas cosas en nuestro país y nada contra los que se llevan los beneficios a sus países de origen y los reparten allí.
—Usted no ha dudado en salir en defensa de Mercadona, por ejemplo.
—Sí o Inditex. Es que yo estoy muy contento de que tengamos empresarios de éxito en nuestro país. Y no solo por las empresas que han creado o por su origen, sino también porque han tenido sensibilidad en aplicar unos salarios que son referencia en los sectores en los que operan. Y no me parece correcto que se critique a Mercadona y no se haga con Carrefour, por ejemplo, cuando la primera tiene salarios entre un 30% y un 40% más altos que la segunda. Y que uno tenga una obra social enorme en Valencia y el otro se lleve los beneficios fuera o hace una lista de doscientos productos a bajo precio que solo aplica en Francia.
—Es obligado que le pregunte su opinión sobre la decisión que ha tomado Ferrovial de trasladar su sede a Holanda.
—Cada día que pasa se ve más claro que la decisión responde a razones económicas. Para ganar más dinero, vaya.
—Ganar dinero suele ser la primera motivación de una empresa.
—Ya, pero me parece especialmente negativo el poco respeto que han demostrado por el país. Y son las mismas personas que nos suelen dan lecciones de banderas. Pero, ya se sabe, la bandera importa lo justo cuando hablamos de la cartera.
—En este diario ya hemos asumido la costumbre de preguntar a los líderes sindicales por la subida de salarios en sus organizaciones. ¿Cómo es la de UGT para este año?
—Aún está en proceso de negociación.
—Sin embargo, lo que ha trascendido es que la propuesta se mueve por debajo de la inflación. Resulta chocante.
—Es que nosotros no somos una empresa que tengamos beneficios. Somos una organización que se nutre de las aportaciones de personas que, en su gran mayoría, tienen sueldos bajos. Mi responsabilidad es administrar esos fondos y hay que hacerlo de forma razonable.
—En ese contexto, ¿qué es una subida salarial razonable?
—Digamos que una que esté en la media del país.
—Pero admitirá que pedir una cosa en la negociación de los convenios y practicar otra en casa...
—Una cosa es lo que se pide y otra lo que se consigue tras la negociación. Si subiésemos los salarios al mismo nivel de nuestras peticiones, en unos años la plantilla de UGT estaría muy alejada de la vida real.