Simona Gambarini: «No todos los países de la UE padecen el mismo tipo de inflación»

D. Casas REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

La directora ejecutiva para Europa, Oriente Medio y Asia de Goldman Sachs cree que la subida de los tipos de interés agravará la recesión

15 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Guerra de Ucrania, elevada inflación y topes a la globalización son los argumentos que maneja Simona Gambarini como experta sénior de mercados de Goldman Sachs en su análisis sobre perspectivas macroeconómicas y financieras. La directiva mantuvo recientemente en A Coruña un encuentro con un grupo de inversores para exponer su visión sobre la realidad económica en el actual contexto mundial y la oferta de fondos.

—¿Nos encontramos ante un panorama económico impredecible ante tantos cambios inesperados?

—La razón por la que resulta impredecible planificar la economía se debe a los altos niveles de inflación, que no se veían desde los años setenta 70. Es una situación inusual. Los bancos centrales, durante los últimos 30 años, han estado centrados en el crecimiento. Ahora tienen que encontrar un equilibrio entre bajar la inflación y mantener unos niveles de crecimiento positivos.

—La guerra de Ucrania, tras la pandemia, desbarató todas las previsiones económicas.

—Los altos niveles de desarrollo tras la crisis sanitaria se desmontaron con la guerra, cuyo primer efecto fue el aumento de la inflación, y los bancos centrales respondieron con la más rápida y vertiginosa subida de tipos desde los años ochenta. Luego entró en escena la crisis energética en Europa y el temor a una recesión. La reapertura de la economía China y un clima más suave en el último invierno generaron unas expectativas de crecimiento más positivas.

—¿Instituciones y autoridades monetarias han eludido correcciones drásticas para esquivar escenarios como en el 2008?

—Han optado por implementar ayudas, como los fondos europeos, o medidas para limitar la inflación y el impacto desigual que genera en la población más vulnerable, favoreciendo inversiones en iniciativas que tengan efecto a largo plazo en el crecimiento, como la descarbonización, la tecnología, la digitalización, o las inversiones en infraestructuras.

—Pese a todo, los altos precios tienen un efecto demoledor en la cesta de la compra.

—El BCE tendrá que seguir subiendo los tipos de interés. La inflación comienza a bajar, aunque menos la subyacente. Pero en España, los altos niveles de desempleo ejercen menos presión para subir los salarios, con lo que la tensión es menor en ese indicador que mide la variación de los precios sin tener en cuenta la energía y los alimentos.

—¿Qué países están entonces más expuestos?

—El problema en Europa es que no todos los países están padeciendo el mismo tipo de inflación, las causas no son las mismas para todos. En Italia y Alemania sufren más la crisis energética, por el coste de los combustibles, mientras que en el Benelux [Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo] el alza de los precios viene originada por los salarios porque están vinculados por ley a la inflación. No es el caso de España. Ese es el problema del BCE, que le resulta difícil implementar una política que sirva para todos. Estimamos que a finales del 2024 los niveles de inflación retornen al 2 %.

—¿De ahí que el plan de estabilidad tenga que adaptarse a la situación de cada Estado miembro?

—Alemania es una de las economías más afectada por la crisis energética y la inflación, mientras que en el 2008 abogaba por la austeridad. Ahora parece más dispuesta a aceptar una emisión de deuda conjunta europea para paliar los efectos de la crisis. Hay una oportunidad para que Europa se una y se convierta en líder mundial en energías limpias.

—¿Otro factor que podría condicionar el crecimiento sería la escasez de mano de obra?

—En Europa tenemos una población envejecida; de hecho durante la pandemia se ha visto el impacto que puede generar la falta de mano de obra en la subida de los precios. Hay menos trabajadores, los salarios suben y repercute en la inflación. Existen dos soluciones: favorecer la inmigración o reentrenar a trabajadores de sectores que se queden obsoletos hacia otros segmentos en crecimiento. Esta situación ya se ha vivido antes en la historia, con la revolución industrial y de servicios. Esta reconversión lleva tiempo, pero es una de las soluciones para resolver el problema.

—Y todo ello en pleno cambio del modelo económico mundial hacia políticas más proteccionistas.

—Sin duda, el nivel de globalización se está reduciendo. Desde el 2008, se ha producido un frenazo sostenible y los ejemplos más claros son la guerra comercial entre EE.UU. y China y la pandemia, que ha demostrado que no es sano tener estas dependencias económicas tan fuertes. Por último, la guerra en Ucrania ha revelado que depender de terceros en bienes estratégicos como la energía o las materias primas puede causar una recesión.

—¿Y la salud de los bancos?

—El riesgo a un fallo sistémico es bajo. Las entidades financieras son sólidas, pero las subidas de tipos de los bancos centrales agravarán la recesión.