El negocio de Telefónica es el activo más codiciado por los saudíes

Clara Alba MADRID | COLPISA

ECONOMÍA

Edificio de la sede de Telefónica en Madrid
Edificio de la sede de Telefónica en Madrid Jesús Hellín / Europa Press

Destaca su posicionamiento en Alemania,Reino Unido o Brasil, entre otros

09 sep 2023 . Actualizado a las 20:08 h.

La incursión saudí en el capital de Telefónica ha sido posiblemente la operación corporativa del año. No solo por su magnitud e impacto sobre una empresa estratégica en España, sino también por el secretismo con el que se ha gestado. Un salto de STC sobre la operadora española que, a juicio de los analistas, parece más que lógico para los intereses del grupo árabe.

El momento elegido no es casual. Sobre todo por la debilidad en Bolsa que desde hace tiempo azota al sector en Europa y que esta operación ha vuelto a sacar a relucir. «La baja capitalización de la compañía, común en todo el sector europeo, implica una infravaloración que la hace susceptible de adquisiciones en un momento complejo para las telecos», indica Javier Molina, analista senior de eToro. Al fin y al cabo, un grupo de 49.200 millones de euros de valor de mercado apenas ha tenido que desembolsar 2.100 millones para hacerse con un 9,9% de la principal operadora en España, con la que STC «abre la puerta a que otros gobiernos europeos se muestren más abiertos a que el capital saudí entre en sectores estratégicos de sus economías».

Pero no solo eso. Con su casi 10% en Telefónica -—participación que algunos expertos anticipan que podría ser mayor posteriormente— STC empezaría a formar parte de las decisiones estratégicas de una operadora que es sin duda un regalo caído del cielo para la firma. «Por ponerlo en contexto, Telefónica cuenta con 383 millones de accesos totales, 168 millones de unidades inmobiliarias con fibra, 292 millones de accesos móviles y tiene presencia en España y a nivel internacional destaca su posicionamiento en Alemania, Reino Unido, Brasil, Argentina, Chile, Colombia, México, entre otros», recuerda Molina. En total, Telefónica cuenta con una fuerte presencia en las redes de 12 países. En Alemania, por ejemplo, es el tercer operador integral con su red O2, que cuenta con 43 millones de accesos, la mayor red doméstica operativa. En Brasil es el operador integrado líder del mercado, con más de 95 millones de accesos.

«Estamos hablando de que STC es un operador gigantesco y esta operación avala de alguna manera que Telefónica siga teniendo un papel estratégico en América Latina, para Europa del Este e incluso para Asia, especialmente en lo que es el entorno y el negocio digital», añade José Manuel Corrales Aznar, profesor del departamento de Economía y Empresa de la Universidad Europea. El propio operador saudí reconocía esta semana que su interés inicial en Telefónica es su «cartera única de activos de infraestructura y plataformas tecnológicas de última generación», donde la compañía está desarrollando actividades en áreas adyacentes como la inteligencia cognitiva o el ‘Internet de las Cosas'.

Dudas en la operación

A pesar de que la operación ha recibido el visto bueno de analistas e inversores, ya han comenzado a asomar las primeras voces que apuntan al fracaso de la misma, ante los obstáculos que pueden aparecer para que llegue a buen puerto. La agencia de calificación Scope Ratings ha sido de las más escépticas, al recordar que «para los gobiernos, los operadores nacionales siguen siendo activos estratégicos sobre los que puede resultar difícil aceptar la influencia extranjera, por no decir el control, incluso cuando el Estado ya no es accionista».

Añaden que, en caso de aumentar su participación en un futuro, habría «poco margen de sinergias» en un sector muy marcado por su propia estructura nacional: una diferente regulación nacional en Europa, diferentes hábitos o preferencias de los consumidores, distintas redes, etc. «Todo ello juega en contra del ahorro de costes y el aumento de ingresos en este tipo de operaciones», señalan los expertos.

La ruta de los petrodólares para controlar las joyas de la corona

J. M. CAMARERO Madrid | Colpisa

Las compañías de bandera que nacieron en el período de entreguerras bajo el cobijo de sus Estados son ahora la pieza más codiciada por regímenes alejados a miles de kilómetros, que se sirven de los abruptos ingresos por el petróleo para ir controlando energéticas, bancos y operadoras de renombre como Telefónica. El asalto de la teleco saudí STC no es más que el último ejemplo de cómo las dinastías del Golfo Pérsico pugnan por negocios boyantes en toda Europa y Estados Unidos para conseguir rendimientos, sí. Pero también para tener a mano verdaderos centros de estrategia mundial.

Las joyas de la corona, las grandes corporaciones que mejor han representado a la marca España en todo el mundo, van siendo controladas por los fondos soberanos de Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes o Kuwait, pero también Singapur o China.

Los fondos soberanos —una suerte de empresas estatales cuya fortaleza financiera les permite moverse por el resto del mundo— siguen extendiendo su poder a base de unos recursos que no todos los países tienen: petróleo, en el caso de los fondos del Golfo Pérsico; industria y tecnología, como Singapur; o pujanza económica y demográfica, como la de China.

Esos ingresos son los que le permiten haberse convertido en accionistas de referencia de empresas españolas cuyo poder no es mayoritario, pero sí vital, y en la mayoría de los casos, desconocido. Sirven de apoyo financiero, dan estabilidad a la compañía y permiten aportar una tranquilidad que casi ningún otro gran inversor (un fondo, un plan de pensiones o una aseguradora, por ejemplo) tendría.

La guerra de Ucrania lo aceleró

Para Víctor Burguete, investigador sénior en el área de Geopolítica Global y Seguridad de CIDOB, «los beneficios extraordinarios generados el año pasado ha acelerado su capacidad de realizar estos planes de expansión». La guerra de Ucrania provocó un alza en el precio del petróleo, que llegó a superar los 120 dólares por barril en pocas semanas, una circunstancia que les permitió contar con más liquidez de la que ya tenían. «Estos países disponían de planes de diversificación del petróleo en las últimas décadas», apunta el experto. Pero la guerra lo aceleró todo.

La pujanza de esos grandes accionistas es tal que solo en el 2021 (el último con datos actualizados del ICEX e IE) España captó 2.800 millones de euros. Lo hizo a través de operaciones con 12 compañías, desde octubre del 2020 hasta diciembre del 2021. GIC (el fondo de Singapur) y Mubadala (el de Abu Dabi y Emiratos) son los más activos en España por volumen y operaciones. Los 98 fondos soberanos activos en el 2021, de 70 países, han realizado 450 operaciones, un 171 % más que el año anterior.

Aunque EE.UU. es el primer destino de inversión de estos fondos un año más; e India se ha convertido en el segundo con más operaciones, por delante de China y Reino Unido; España también se ha configurado como epicentro por el interés de estos inversores. Tanto, que Madrid acogerá en octubre la reunión del IFSWF, el foro que aglutina a la mayoría de los principales fondos soberanos, aunque no participa el de Noruega.

Los informes del ICEX apuntan a que el interés de estos países se centra en la tecnología, las energías renovables, la sanidad, el reciclaje y hasta la seguridad alimentaria española. Su expansión es imparable. La fortaleza que aportan también y suponen un alivio para que las empresas puedan avanzar. El gran riesgo para las economías occidentales es acabar engullidas por unos propietarios que se encuentran al otro lado del mundo.