Ana María Varona: «Miro los precios. Entre un súper y otro hay diferencias»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

ECONOMÍA

ANA GARCIA

La inflación ha hecho que esta gallega cambie notablemente sus costumbres de compra

05 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En casa de Ana María Varona (59 años), en Carballo, viven tres personas. La inflación ha hecho que cambien notablemente sus costumbres de compra. «Miro los precios porque entre un súper y otro hay diferencias», asegura. En concreto, explica que en el desodorante que usa hay un euro de diferencia dependiendo del establecimiento comercial. También se ha volcado en las marcas blancas en lo que a productos de limpieza se refiere y asegura que tampoco ha notado tanto la diferencia, sobre todo por lo que se refiere a productos como el papel de cocina o el higiénico.

Desde que empezaron a crecer los precios hay determinados alimentos de los que ha decidido prescindir para equilibrar la cesta de la compra. Del apartado de los fiambres ha eliminado «el jamón del bueno, la cecina y el lomo embuchado». También ha reducido el consumo en productos que no son de primera necesidad, en caprichos como las galletas o el chocolate.

Sigue manteniendo igual, sin embargo, el consumo y la calidad de carnes, pescados, verduras. Tampoco ha cambiado la marca de la leche. En productos frescos sigue teniendo como referencia los mismos puestos del mercado de abastos municipal y tampoco ha cambiado la calidad de las viandas, aunque en los pescados procura buscar los de temporada, que llevan mejor precio, algo que también sucede con la fruta.

Elaboración

Otra de las modificaciones que ha hecho en sus costumbres reside en la forma de elaboración de los alimentos. El precio del aceite de oliva, el que consume habitualmente, ha hecho que tienda más a las preparaciones a la plancha, cocidas o salteadas, aunque reconoce que en ello también ha influido el hecho de tener una alimentación más saludable. A causa del alto precio de la electricidad tampoco utiliza el horno tanto como antes, aunque no lo ha dejado de lado.

Otra opción, muy habitual en un entorno rural como el de Carballo, es que parte de la alimentación familiar proceda de excedentes de huertos o pequeñas explotaciones de parientes o de amigos. «Ahora consumimos más productos caseros. Era algo que antes también teníamos, pero no le dábamos tanto valor. Ahora hasta que no se acaban estos productos no se compran otros», explica medio en broma.