España presidirá por primera vez el BEI con Nadia Calviño al mando

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Atlas

La vicepresidenta ya prepara su aterrizaje, pero sin fecha de salida del Gobierno

08 dic 2023 . Actualizado a las 21:00 h.

Nunca en sus 65 años de vida el Banco Europeo de Inversiones (BEI) había sido presidido por España. Y nunca a lo largo de su historia el cargo lo había ocupado una mujer. Pero eso cambiará a partir del próximo 1 de enero, cuando actual vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, tome el relevo al frente al mayor banco público del mundo. Un organismo que pasará a estar comandado por la gallega durante los próximos seis años (prorrogables), en sustitución del alemán Werner Hoyer. «Es un honor y un orgullo ser elegida para un puesto tan importante, lo que confirma el respeto, aprecio y liderazgo de España en el ámbito europeo e internacional», celebró este viernes Calviño tras recabar el apoyo de los ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) en Bruselas. No se lo pusieron nada fácil.

A pesar de contar con el voto favorable de Alemania, Francia reservó su voto hasta el tiempo de descuento. Frente a Calviño libró batalla la comisaria de Competencia en excedencia, Margrethe Vestager.

El Gobierno danés retiró su candidatura cuando la balanza se inclinó hacia la española, quien ya prepara el relevo y la mudanza a Luxemburgo: «Estoy en contacto con el banco para ver cómo es el procedimiento y ver qué opciones hay en este sentido», aseguró ayer.

El proceso de transición se ejecutará de forma exprés porque, tal y como ha explicado el BEI, la intención es que Calviño tome las riendas de forma oficial el próximo 1 de enero, una vez que el Comité de Dirección y el Consejo de Gobierno respalden formalmente su designación, algo que harán «en las próximas semanas». «A partir de ahora estaré en contacto con el BEI para preparar una discusión monográfica de las prioridades del banco, que tendrá lugar en el próximo Ecofin de febrero», ha desvelado Calviño, quien será la máxima autoridad en un organismo encargado de gestionar 82.000 millones de euros en el 2024.

Salario

La designación de Calviño no solo supone un salto cualitativo para España en la cúpula de la UE, donde ya ostenta la vicepresidencia del Banco Central Europeo (Luis de Guindos), la presidencia de la Autoridad Bancaria Europea (José Manuel Campa) y el mando de la diplomacia exterior (Josep Borrell). En términos puramente económicos, también es un salto cuantitativo para Calviño, cuyo salario el año que viene se multiplicará por cuatro, pasando de los 88.299,75 euros que cobrara en el Gobierno a los 372.000 euros, con extras, al frente del BEI —según los estatutos, debe cobrar lo mismo que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen—. Y un resarcimiento moral, después de haber perdido la presidencia del Eurogrupo en julio del 2020 en favor del irlandés Paschal Donohoe y, previamente, en el 2019, la presidencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) —el Gobierno acabó retirando su candidatura y salió elegida la búlgara Kristalina Georgieva—.

Felicitaciones

Uno de los primeros en felicitar a Calviño fue el presidente del Gobierno: «Es un reconocimiento a su extraordinaria trayectoria, rigor y liderazgo de la política económica de nuestro país [...] Refuerza la presencia e influencia de España en los organismos internacionales. ¡Enhorabuena, Nadia! Te echaré mucho de menos», fue la despedida que le dedicó Pedro Sánchez.

También expresó su júbilo el ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá, potencial heredero de la cartera que deja la gallega: «No se me ocurre ninguna persona mejor preparada que tú [...] Me siento profundamente orgulloso». El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, celebró su elección, recordando la importancia de contar con un «liderazgo fuerte».

El Partido Popular felicitó a Calviño y aseguró que la apoyarán por el interés de España, aunque criticaron su legado y el haber utilizado su cargo como «trampolín» hasta el BEI.

El candidato socialista a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro, aseguró que su triunfo «é un respaldo á política económica dos socialistas, ademais dun merecido recoñecemento á mellor ministra de Economía que tivo España».

El BEI: un banco clave para financiar industrias como el transporte o la energía

El Banco Europeo de Inversiones (BEI) no es, como se suele decir del Parlamento Europeo, un «cementerio de elefantes». Se trata de nada menos que el brazo que presta dinero en la Unión Europea (UE) a todo tipo de empresas, desde pymes a grandes compañías tractoras de la economía.

Manejará un presupuesto de 82.000 millones de euros este 2024. Unos 60.500 se invertirán en la UE; 9.300 millones en proyectos internacionales y 13.500 en canalizar dinero al Fondo Europeo de Inversiones (FEI), del que es su principal accionista.

A pesar de las cifras —cuenta con una plantilla de 4.020 trabajadores— es desconocido para la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo, ha sido crucial para el desarrollo y la convergencia de España, el tercer país que más se ha beneficiado de sus fondos (229.600 millones de euros en la historia del banco). Ha prestado dinero para levantar infraestructuras, apuntalar servicios e impulsar la investigación y desarrollo en el territorio.

Su trabajo consiste en inyectar dinero a aquellos proyectos que van en línea con las políticas europeas en materia social, ambiental y tecnológica. «Es clave para la economía y lo será más en los próximos años con un papel muy importante en la reconstrucción ucraniana, la financiación de la transición verde y el refuerzo del papel de Europa en el mundo», deslizó Calviño.

En Galicia, el BEI también ha dejado su impronta, financiando, por ejemplo, el despliegue de cuatro parques eólicos de Norvento en Lugo, la conexión ferroviaria del puerto exterior de Ferrol o la planta de biomasa de Greenalia en Curtis, además de la ampliación y modernización de los hospitales de Pontevedra y Ferrol.

Agencia antiblanqueo

El salto estratégico de Calviño al BEI complica las opciones de Madrid para albergar la sede de la Agencia Antiblanqueo de la UE, que también reclaman Bruselas, Roma, París, Fráncfort, Viena, Dublín, Riga y Vilna. «Los procesos de elección son independientes cada uno. Desde el primer momento, el Gobierno ha estado comprometido con la candidatura de Madrid», defendió Calviño, rechazando la idea de que el Ejecutivo la ha sacrificado para asegurarse el mando del BEI.

Nadia Calviño: una carrera fulgurante, calculadora en mano

Ninguna elección en la vida de Nadia Calviño Santamaría (A Coruña, 1968) ha sido improvisada. «Condensa las principales características de la idiosincrasia gallega: fuerte, trabajadora, discreta y comprometida con su país», destacó el jurado del Premio Fernández Latorre, al otorgarle el galardón en el 2020.

Ese carácter metódico y pertinaz de la vicepresidenta primera del Gobierno —formada en Economía y Derecho— ha apuntalado una carrera profesional fulgurante que la ha llevado desde el Cuerpo Superior de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado (1994) a la silla del segundo cargo bancario más importante de la UE, tras el BCE.

No ha sido suerte ni casualidad. Durante los 25 años que trabajó como funcionaria, antes de ser catapultada al ministerio de Economía de la mano de Pedro Sánchez (2018), Calviño fue labrando su fama de profesional rigurosa y disciplinada. Primero lo hizo en los servicios de Defensa de la Competencia (1998). Tardó seis años en hacerse con el timón. En el 2006 aterrizó en Bruselas para ocupar ese mismo puesto en la UE, donde también llevó las riendas de la Dirección General de Mercado Interior, antes de tomar el control de los Presupuestos (2014-2018) bajo el mando del comisario alemán Günther Oettinger. Un hecho notable si se tiene en cuenta que, por entonces, los españoles no tenían fama de ser rigurosos con las cuentas. Calviño se encargó de desterrar ese tópico.

Su celo, ética en el trabajo y experiencia negociadora en Bruselas le abrió la puerta del Ejecutivo español en el 2018, cuando Pedro Sánchez la fichó para ganar el favor de la Comisión Europea a sus políticas. Y lo consiguió.

Hasta en dos ocasiones intentó abandonar el barco (presidencia del FMI en el 2019 y del Eurogrupo en el 2020), sin éxito. Pero perseveró. A la tercera fue la vencida.