El incremento de bajos sin actividad es mayor al registrado en la anterior crisis
22 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El comercio tradicional que vertebraba las calles de los barrios adolece del despegue que han experimentado las grandes cadenas y, sobre todo, el mundo digital. Cada vez son menos los que apuestan por adquirir los productos en las tiendas de toda la vida, animados por la comodidad de recibir en solo unas horas y a la puerta de casa cualquier cosa que se imaginen. Pero esto tiene sus consecuencias. Y empieza ya a ser habitual encontrarse calles enteras fantasma con decenas de negocios con la persiana bajada de manera permanente. Galicia no escapa a esta realidad. Según los cálculos que manejan en la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), un 38 % de los locales comerciales que están catastrados se encuentran actualmente vacíos, es decir, no acogen entre sus paredes ningún tipo de actividad.
Y esta cifra no ha parado de crecer en los últimos años. Si se tiene en cuenta solo los que se encuentran referenciados en los circuitos de comercialización (muchos propietarios directamente han optado por mantener sus establecimientos sin actividad y no ofertar su alquiler en ninguna plataforma), la comunidad cuenta en la actualidad con un total de 7.045 locales y bajos en el circuito de comercialización, es decir, a la espera de que algún empresario se decida a invertir en ellos para arrancar una nueva actividad comercial. Son 570 más que hace solo dos años, cuando la cifra de espacios disponibles se quedaba en los 6.475.
«La falta de relevo generacional, la elevada presión fiscal, el alza de los precios, la escasez de empleados cualificados en diferentes sectores y los costes laborales de contratación, son determinantes para finiquitar las actividades económicas, sobre todo las del eslabón empresarial más débil de la cadena, el de los autónomos y las microempresas», resume Benito Iglesias, presidente de Fegein. Este experto advierte de un fenómeno que no para de crecer en los últimos años: «Está aumentando el cese de actividad en pequeños y medianos ayuntamientos, con el cierre de negocios de toda la vida, aquellos que contaban con más de 25 años de antigüedad».
La falta de demanda está teniendo su traducción directa en el precio. Según los datos que manejan los expertos, los precios se están estabilizando o incluso están disminuyendo levemente en todas las áreas y ciudades. Esto, teniendo en cuenta el contexto en el que se encuentra la economía, con una inflación creciente y un precio del alquiler residencial que no para de dar sustos a las familias españolas. Con todo, el precio medio del metro cuadrado en los locales comerciales de Pontevedra se sitúa en los 6,6 euros —esto supone que para un local comercial de unos 120 metros cuadrados habría que pagar cerca de 790 euros al mes—. En A Coruña, la factura desciende un poco y el metro se queda en 6 euros de media. Las cifras bajan de manera considerable tanto en Ourense (donde el coste medio se sitúa en los 5,1 euros) y en los establecimientos lucenses, por los que hay que pagar una media de 4,9 euros el metro cuadrado.
3.000 euros al año
Tener un local vacío implica acarrear una importante suma de gastos. Según los cálculos de Fegein, la factura media anual asciende a 3.000 euros en partidas como la comunidad, el IBI, el mantenimiento de los servicios de agua o luz: «Nosotros aconsejamos a los propietarios que es mejor tener un arrendamiento acorde al precio de mercado, que tener un local vacío que solo origina gastos y deterioro».
Pero no siempre es fácil encontrar inquilino: «La demanda de locales en 260 de los 313 concellos gallegos es prácticamente testimonial. Y en los territorios de menos de 2.000 habitantes la demanda es casi nula», explican desde Fegein que destacan que el incremento de locales y bajos vacíos en el circuito de comercialización es superior incluso a la registrada entre el año 2011 y el 2013, coincidiendo con los peores años de la crisis.
«También es más que significativo que aquellas calles más céntricas de las principales ciudades están prácticamente tomadas por las grandes marcas y franquicias, con lo que el comercio local de toda la vida queda desplazado a las calles semicéntricas o a la periferia, al ser inasumibles los precios de arrendamientos de los locales en los núcleos céntricos de las principales ciudades», sentencia Iglesias.
Una nueva vida como vivienda para miles de establecimientos
Hace unos meses, consciente del lastre urbanístico que supone para los barrios mantener miles de locales con la persiana bajada, la Xunta dio luz verde a un decreto que modifica las normas de habitabilidad de Galicia del 2010. El objetivo de la nueva ley es facilitar que los bajos comerciales sin actividad puedan ser transformados en viviendas. Según los cálculos que manejan en la Consellería de Economía, son unos 7.000 los establecimientos que actualmente están sin uso. De ellos, dos mil ya reúnen condiciones para albergar inquilinos y los demás requerirían reformas de mayor calado. «Los ayuntamientos deben regular la transformación de locales a viviendas con la nueva normativa. Y ahí es precisamente donde la normativa en vigor no está teniendo el efecto esperado al estar sometida a plazos de concesión de licencias urbanísticas con tiempos de espera superiores a los doce meses totalmente inasumibles e injustificables», explica Benito Iglesias, presidente de Fegein.
Requisitos
Tal y como recuerda Iglesias, no todos los bajos pueden ser reconvertidos en viviendas de manera automática. Los locales deben cumplir una serie de requisitos. En primer lugar, su superficie debe ser al menos de cuarenta metros cuadrados habitables. Además, la altura entre el suelo y el techo nunca puede ser inferior a los dos metros y medio. Los baños y la cocina tienen que disponer de una instalación para una salida de humos y el local debe estar a nivel rasante del suelo, nunca por debajo. Por último, la fachada exterior ha de tener una anchura mínima para poder introducir ventanas: «La reconversión de locales en viviendas debe contemplarse en las modificaciones de los planes de ordenación municipal como seria alternativa a los bajos vacíos», insiste Iglesias.