El juez reconoce los créditos concursales de las navieras Havila y Armas dos año después de la extinción del astillero vigués
24 may 2024 . Actualizado a las 08:28 h.El astillero vigués Hijos de J. Barreras continúa sumando deudas después de su desaparición.
Hace casi dos años, el 6 de julio del 2022, el Juzgado Mercantil número 3 de Pontevedra, con sede en Vigo, emitió un auto en el que declaró disuelta la entidad mercantil, y la apertura de la fase de liquidación de la que ya no formó parte la unidad productiva (naves, equipamiento, concesión portuaria e instalaciones industriales de Beiramar), que pasó a manos de Armón tras pagar 14,7 millones de euros al contado.
El concurso de extinción, que sigue su curso en el juzgado, acumulaba entonces una deuda acreedora de 104 millones de euros. Pero esta cifra se ha elevado hasta los 164 millones de euros, tras el auto emitido ayer por el Mercantil número 3 de Pontevedra, en el que, tras un largo litigio, reconoce como deuda acreedora los créditos reclamados por las navieras Havila y Armas, por los pagos hechos al astillero para construir unos buques que nunca llegaron a hacerse.
En concreto, y según el auto, reciben la calificación de crédito concursal los 36,8 millones de euros reclamados por la naviera noruega Havila, por dos cruceros firmados con barreras y que acabó construyendo en Turquía; y los 22,8 millones reclamados por la naviera Afortunadas Shipping LTD (Naviera Armas), por un ferri del que aportó el primer pago, y tampoco se construyó.
¿Qué posibilidades tienen de cobrar su deuda Havila y Armas? Las mismas que el resto de los acreedores, prácticamente ninguna. Las únicas sumas extraídas del proceso de liquidación se limitan a pequeños importes procedentes de la subasta de material de oficina, vehículos en desuso, algún mobiliario o todo tipo de equipamiento laboral o de seguridad con el emblema del astillero; a los que hay que sumar los 14,7 millones pagados por Armón por la unidad productiva.
Entre los mayores acreedores de Barreras están también la naviera de The Ritz Carlton, con el canadiense Douglas Prothero al frente, y que tras comprar el astillero y llevarlo a la quiebra en menos de un año, se declaró también afectado, con una deuda de 24 millones, y fue incluido en la lista de acreedores.