El próximo 5 de julio, una junta extraordinaria someterá a votación la ampliación de capital necesaria para continuar con la operación
23 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Ha llegado el momento de pasar de las musas al teatro. Con la presentación de la propuesta de compra a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) comenzó la liturgia formal de la opa que el BBVA anunció sobre Banco Sabadell el pasado 9 de mayo. A la vuelta de la esquina, el viernes 5 de julio, se asistirá al primer referendo de esta iniciativa que responde a una lógica mercantil, pero que ha chocado con el frontón de los intereses políticos. Ese día los accionistas del BBVA -todos y son varios cientos de miles- están convocados a una junta extraordinaria. El objetivo oficial, el burocrático, es votar en torno a una ampliación de capital. Pero más allá de ese movimiento el resultado de esa votación servirá para medir el respaldo que el consejo de administración del banco vasco tiene en este arriesgado movimiento. Y se intuye que puede ser bastante amplio.
La parte fría de ese primer paso está clara. El consejo del BBVA preguntará a sus accionistas si están dispuestos a renunciar al derecho de suscripción preferente que tienen para emitir hasta un máximo de 1.126 millones de acciones nuevas. A valores de cierre de esta semana esas acciones suponen algo más de 10.000 millones de euros. Los «papelines» que se someten a aprobación son los que se entregarían a los accionistas del Banco Sabadell que acepten la oferta planteada por la entidad que preside Carlos Torres: una acción del BBVA por cada 4,83 títulos del banco catalán.
Una primera señal
Un respaldo mayoritario de los accionistas de BBVA puede suponer un balón de oxígeno, una palmada en la espalda, para la cúpula de la entidad financiera. No hay datos oficiales, pero en el seno del banco se respira optimismo, lo que permite anticipar que las delegaciones de voto -el trámite por el que los accionistas anticipan su decisión o dejan que les represente el presidente del consejo- van por buen camino. Puede superar los porcentajes habituales de las juntas ordinarias que se convocan cada año para aprobar las cuentas y el reparto de dividendos. Pero al margen de ello, también esta votación incorporará señales importantes. La decisión que adopten algunos accionistas va a ser analizada con el máximo detalle.
Es el caso de la gestora norteamericana de fondos de inversión, BlackRock, que tiene en sus manos el 5,9% de BBVA. No es solo un accionista cualificado sino que es uno de los que tienen también un posición destacada en el Banco Sabadell -controla el 6,43% de sus acciones-, de ahí que su postura permita anticipar escenarios futuros. Un respaldo claro en BBVA puede interpretarse como que significaría que respalda el conjunto de la operación y que estará dispuesto al canje cuando llegue el momento. No hay que descartar que ejerza un efecto de arrastre sobre otros fondos de inversión presentes en el Banco Sabadell, de capital extranjero y poco dados a seguir indicaciones de índole política. Van a lo que van, el negocio y la rentabilidad para sus inversores.
Muchos pasos
A esta opa le quedan un buen número de pasos, además del respaldo de los accionistas de BBVA. Su presidente, Carlos Torres, ya ha anticipado estos días que incluso pueden llegar a soslayar el último y el que se ha puesto más cuesta arriba: la autorización de la fusión que corresponde al Gobierno. Incluso sin fusión, manteniendo el Banco Sabadell como filial con un amplio control sobre sus acciones, «la operación sería interesante», anticipó Torres en una comparecencia en Santander. Las sinergias -un ahorro de 850 millones de euros anuales en caso de integración total- no serían tan elevadas, pero permitirían al BBVA avanzar en la integración de servicios claves -informática, por ejemplo- a la espera de una mejor coyuntura. política.
«Si alguien piensa que la presidenta puede ser influenciable por el Gobierno eso significa que no la conoce bien», asegura una fuente que sí conoce bien a la responsable de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), Cani Fernández. La decisión de la CNMC es determinante. El organismo debe estudiar si la absorción del Sabadell por parte del BBVA restringe la competencia en el sector hasta niveles que permitan disparar las alarmas.El resto de trámites burocráticos presenta menos dudas. La CNMV, el «vigilante de la playa» bursátil, se centra en el procedimiento y el Banco Central Europeo (BCE) en la solvencia de la entidad resultante.
El examen de la CNMC tampoco inquieta al BBVA porque el método de análisis se conoce con detalle -evaluación de cuotas de mercado localidad por localidad- y las primeras aproximaciones realizadas por expertos en la materia no revelan zonas de peligro. «El procedimiento es conocido y lo que no está claro es el tiempo que se vaya a tardar en ello», aseguran fuentes cercanas al organismo independiente.
Difícilmente el dictamen estará listo a finales de año y quizá tampoco en los primeros compases del 2025. «La decisión sobre la fusión de CaixaBank y Bankia consumió ocho meses, y era amistosa», advierten las mismas fuentes poniendo el acento en que las dilaciones van a estar a la orden del día porque ambos bancos van a tener que responder en los pasos intermedios de ese proceso, y el carácter hostil de la opa también va a pesar en el talante con que ambas entidades afronten el trámite. El siguiente paso, a la vuelta de la esquina.