El Gobierno consensúa con sus socios mantener el impuesto a la banca pero no el de las energéticas

J. M. Camarero MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Eduardo Parra | EUROPAPRESS

El Gobierno no logra el aval de Junts, clave para sacar adelante la medida que afecta a firmas como Repsol, y cederá al País Vasco el de las entidades

30 oct 2024 . Actualizado a las 21:19 h.

El impuesto energético que el Gobierno quería establecer como permanente a partir del 2025 se ha quedado en la cuneta. El Ejecutivo no podrá finalmente sacar finalmente adelante esta medida, acordad en el pacto de investidura entre PSOE y Sumar, tras la negativa de Junts para aprobar el nuevo régimen fiscal después de días de presión por parte de los independentistas para vetar una prórroga que había provocado fricciones en compañías como Repsol o Cepsa.

Las negociaciones del PSOE con los grupos parlamentarios se extendía hasta última hora de esta tarde para intentar incluir todas las novedades tributarias posibles en el texto del proyecto de ley que impondrá un impuesto mínimo a las grandes multinacionales. Ahí estaba llamada a incluirse la enmienda con el nuevo gravamen energético, pero «no ha habido acuerdo», según apuntan fuentes parlamentarias a este diario.

La presión había arreciado por parte de Junts en los últimos días, a medida que se acercaba la fecha límite para incluir las enmiendas, así como desde el PNV, aunque de forma más tibia. Los de Carles Puigdemont alegaban que podía ponerse en riesgo el futuro de la planta petroquímica que la compañía que dirige Josu Jon Imaz tiene en Tarragona, clave para la economía catalana.

Era la misma postura que había tenido Repsol desde que hace un año PSOE y Sumar anunciaran sus intenciones con este tributo cuando alcanzaron el pacto de investidura. La energética, cuyo consejero delegado es Josu Jon Imaz, había anunciado que mantenía «congeladas» sus inversiones industriales en España a la espera de la resolución de este impuesto. Y, además, la semana pasada confirmaba que apostaba por una planta de hidrógeno verde en Sines (Portugal), lo que se convirtió en una muestra de las intenciones.

Bonificaciones y tres años

El impuesto que sí seguirá adelante será el bancario al menos durante tres años. Eso sí, incluirá cambios con respecto al que imperaba hasta ahora para minimizar su impacto. Aplicará un tipo que va del 1 % al 6 % sobre los ingresos en función de la base liquidable de la entidad. Además, incluye una deducción del 25 % de la cuota del Impuesto de Sociedades, el que pagan las empresas por sus beneficios. Y se incorpora otra deducción extraordinaria en el caso de que el banco sufra un descenso sostenido en su rentabilidad. Así lo han negociado los nacionalistas catalanes y vascos. En este último caso, además, han conseguido que sea una figura que será concertada con el País Vasco, lo que ha agilizado la negociación.

Hasta ahora, gravaba con un tipo del 4,8 % los ingresos de la banca. Así se estableció en 2022 como consecuencia de la vorágine en las subidas de tipos del BCE, hasta el máximo del 4,5 % alcanzado este año. Pero ahora el contexto ha cambiado y el propio Gobierno era consciente de que esta figura no podía seguir en las mismas condiciones. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ya anticipaba que el tributo no podía terminar por afectar «a los resultados de la banca».