Con sede en Vigo y especializada en factura electrónica, acaba de recibir una inyección de capital de 12 millones de euros
15 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Hace solo siete años era una de esas empresas de una única persona. Marosa nació en Londres, donde vivía su fundador, y básicamente funcionaba a través de tablas de Excel y de correos electrónicos. Hoy puede decir que es una compañía con más de 80 trabajadores, que acaba de recibir una inyección de capital de 12 millones de euros. Su nuevo aliado se llama Aquiline, una firma de capital riesgo de Estados Unidos, una de las referentes en cuanto a servicios tecnológicos y financieros. «Desde el cuarto año, a medida que crecíamos, al igual que nuestro sector, el de la tecnología fiscal, hemos recibido llamadas de fondos de capital riesgo de forma semanal». Quien explica esto es Pedro Pestana da Silva (Vigo, 1984), que dejó un puesto estable en la capital británica para ser un osado emprendedor. «Para nosotros aquellas ofertas de los fondos no llegaron en un buen momento. Lo importante es pedir la financiación cuando la necesitas. Hasta que tuvo sentido, no entramos en eso. Tampoco hasta que encontramos este partner que nos gustaba y se adaptaba a nosotros».
Marosa es una scaleup —una empresa con un negocio ya probado que ahora busca ayuda para redimensionar el modelo— especializada en IVA y tecnología tributaria en Europa. Ayuda a otras compañías a centralizar y automatizar obligaciones administrativas en todo el mundo. Lo hacen gracias a su software, VATify, que es una solución integral en la nube que centraliza esas facturas electrónicas y el IVA. «Nunca hemos crecido menos de un 30 % anual, este año volveremos a hacerlo, incluso un 40 %». También generan liquidez, algo que interesa a los fondos. «La última clave para que Aquiline haga esta apuesta es el sector y la oportunidad de regulación. Estamos en un sector, el del software y los impuestos, que tiene mucho tirón por imperativo legal. Los países están obligando a las empresas a emitir facturas de forma electrónica y declararlas a Hacienda», contextualiza. Es decir, su tipo de software se convierte en más que necesario para las compañías ya por un motivo, no solo práctico, sino de normativa. «Estos fondos te dan profesionalidad y visión a largo plazo. Pasas de ser una empresa de una persona como único socio, a tener una firma como esta de respaldo con la que consultas decisiones estratégicas».
Con base en Galicia
Aunque Marosa conserva su sede en Londres, Vigo es su otra base estratégica. «En el Reino Unido empecé en el sector del IVA internacional y participé en algunos desarrollos de software. Aunque empecé siendo más de servicios que de tecnología, ya estaba en un entorno en el que empezaba a tener tirón. La verdad es que emprender así se supone que tiene que ser duro, pero yo lo recuerdo como un momento feliz. Ahorré todo lo que pude durante dos años, dejé el trabajo y me puse yo solo a crear la empresa. La verdad es que era una asesoría fiscal más al uso, de servicios, pero europea y ya centrada en el IVA», dice Pestana da Silva. «A la sede de Vigo me mudé en el 2020 y trabajamos de forma simultánea en las dos oficinas», dice este abogado de formación.
Desde ese humilde comienzo en el 2017 han pasado a tener una veintena de desarrolladores en nómina. «El objetivo era hacer un producto propio, que fue lo que nos lanzó, nos mejora y nos permite crecer más rápido».
Entre sus más de mil clientes por todo el continente tienen, sobre todo, grandes empresas, «son multinacionales como Coca Cola o Amazon», pero también trabajan con asesorías y gestorías. «Actúan como intermediarias con el cliente final usando nuestro software. Así lo introducen a sus clientes finales, que son las pymes. Es nuestra forma de llegar a empresas más pequeñas».
Un sistema que se integra con los programas de contabilidad que usan las compañías para extraer datos y hacer análisis de los mismos con «un ojo fiscal» para después enviarle esa información a Hacienda. «Se integra en las agencias tributarias de cada país». Ahora esta inyección de capital les permite poner aún más esfuerzo en lo que tiene que ver con la factura electrónica cuando todavía no está cien por cien implantada. «El bum en este ámbito llegará entre el 2025 y el 2030. Es donde creemos que tendremos una oportunidad mayor». Se plantean además reforzar su inversión en I+D y apostar por lo que ya saben hacer y su propio producto. «Siempre mejorar y escuchar lo que piden los clientes. Tenemos más ideas, pero conscientes de que el foco tiene que estar en el lugar que no te haga precisamente perderlo».
Mil clientes y hasta diez millones de facturación
Con una cartera de clientes estable, 40.000 declaraciones de IVA al año y una facturación entre cinco y diez millones, Marosa sigue apostando por el mercado europeo. «Alucino si pienso en lo que ha pasado en siete años. En el día a día no lo ves porque estás remando. La verdad es que también tengo una ONG y, en este proceso, pensé dejarlo todo por el tercer sector, me hicieron una oferta incluso de Inditex, pero dije que no. Quería montar mi empresa».