El BCE despide el año abaratando el precio del dinero ante el riesgo de estancamiento económico

Cristina Porteiro
C. Porteiro REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Kai Pfaffenbach | REUTERS

Recorta los tipos de interés un cuarto de punto, dejando el de referencia en el 3 %

12 dic 2024 . Actualizado a las 20:23 h.

La eurozona despide el 2024 con un cóctel de problemas sin resolver: el crecimiento anémico de sus economías (0,7 % este año, frente al 2,9 % de Estados Unidos), la batalla arancelaria con China, la búsqueda de fuentes de financiación para sufragar la costosa reconversión industrial (800.000 millones extra al año, según el ex presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi) y la incertidumbre en torno a la política doméstica y las relaciones comerciales con EE.UU., tras la victoria de Donald Trump.

Con esta tesitura, al BCE no le ha quedado otra alternativa que abaratar de nuevo el precio del dinero. Este jueves, el organismo comandado por Christine Lagarde anunció un recorte extra —el cuarto consecutivo este año— de los tipos de interés. De esta forma, el de referencia (facilidad de depósito) descenderá del 3,25 al 3 %. Y la bajada pudo ser mayor, porque se llevó a debatir la posibilidad de dejarlo en el 2,75 %.

Situación actual

Actividad e inversiones a la baja. La situación es preocupante, de eso no cabe duda. Según explicó la propia Lagarde en rueda de prensa, la actividad manufacturera continúa contrayéndose, también está descendiendo el crecimiento de los servicios y las empresas están frenando su gasto en inversión en un entorno de debilidad de la demanda y perspectivas muy inciertas. Además, las exportaciones mantienen un pulso débil y «algunos sectores europeos afrontan dificultades para seguir siendo competitivos», admitió la francesa. No puso nombres, pero en la cabeza de todos los europeos está la automoción.

Alemania

Otro año en negativo. El escenario, acompañado de una política industrial fragmentada y errática en la UE, genera una enorme inquietud en el tejido productivo. El foco, por supuesto, está puesto en la locomotora europea. Alemania cerrará el año en rojo (cediendo un 0,1 % de su PIB), por segundo año consecutivo. La demanda y la producción se han desplomado y no se atisban brotes verdes a corto plazo en la principal potencia del euro, que apenas avanzará un 0,7 % en el 2025. Sus empresas han anunciado decenas de miles de despidos, cierres de fábricas y la paralización de los proyectos de expansión de las factorías. No pueden competir con la estructura de costes de sus rivales chinas y, según denuncian, tampoco disponen de incentivos públicos de la misma intensidad que los estadounidenses.

Competitividad

Urgen reformas fiscales y estructurales. La eurozona es incapaz de salir de la crisis de productividad que arrastra desde hace más de una década. A sus empresas les resulta cada vez más difícil competir en cualquier rincón del mundo. Por eso este jueves Lagarde instó a los Gobiernos a acometer «sin demora» las reformas fiscales y estructurales propuestas por Draghi y el ex primer ministro italiano, Enrico Letta, en sendos informes. Estas tienen que ver con la creación de un mercado único de capitales —fórmula para que las empresas puedan ganar tamaño—, la puesta en marcha de mecanismos de financiación conjunta (eurobonos), planes para reducir barreras regulatorias y burocráticas, multiplicar la inversión en innovación y acelerar el despliegue de renovables para abaratar los costes de las fábricas.

No fueron estos los únicos deberes. A pesar de haber estrenado este año unas nuevas y más flexibles reglas fiscales, Lagarde dio este jueves un tirón de oreja a los más indisciplinados: «Los gobiernos deberían centrarse en cumplir plenamente y sin retrasos sus compromisos [...] Ello contribuirá a reducir los déficits presupuestarios y las ratios de deuda de forma sostenida, priorizando al mismo tiempo reformas dirigidas a favorecer el crecimiento y la inversión». De nuevo, no quiso dar nombres, pero los datos señalan a los países altamente endeudados como Grecia, Italia o España, pero también Francia, que no solo es incapaz de reducirla, sino que la aumentará al 115,3 % del PIB el año que viene con un déficit (6,2 %) que duplica al de España (3 %).

Mercado laboral

Menos empleo y vacantes. La nota positiva es que el mercado laboral sigue mostrando fortaleza. No solo aumentó el empleo en el tercer trimestre, sino que se alcanzó en octubre la cifra de paro más baja de la historia de la eurozona (6,3 %). No obstante, el mal clima empresarial se empieza a trasladar al empleo. La demanda de trabajadores sigue debilitándose y eso ha hecho que las vacantes hayan disminuido hasta el 2,5 % del total de puestos de trabajo. Además, el BCE pronostica una menor creación de empleo al cierre del año.

Inflación

Controlada. En un segundo plano ha quedado el temor a un repunte de los precios. Como había pronosticado el BCE, la inflación ha escalado ligeramente en noviembre, pasando del 2 al 2,3 %. Aunque las subidas salariales todavía ejercerán presión sobre los precios, el BCE espera alcanzar el umbral de seguridad del 2 % a finales del año próximo.

Expectativas

Recuperación más lenta de lo esperado. En el 2025, la eurozona crecerá un 1,3 %, impulsada por el repunte de las inversiones, la demanda y una relajación en las condiciones de financiación a hogares y empresas, estima el BCE. «La economía debería reforzarse con el tiempo, aunque a un ritmo menor de lo estimado anteriormente», reconoce.

Draghi insta a ejecutar reformas urgentes para frenar el declive de la eurozona

Entre el 2010 y el 2023, la productividad creció un 22 % en Estados Unidos. En la eurozona, un 5 %. Esa brecha, que explica en buena medida por qué al otro lado del Atlántico los competidores norteamericanos multiplican por cuatro nuestro crecimiento, está estrechamente vinculada al esfuerzo inversor. «Las dos explicaciones más relevantes son las insuficientes inversiones en nuevas tecnologías (computadoras, inteligencia artificial, software etc.) y el bajo nivel de gasto en investigación y desarrollo», sostiene el economista jefe del banco de inversión Natixis, Patrick Artus. De hecho, las potencias europeas, en su conjunto, invierten prácticamente la mitad que el gigante estadounidense.

Y es exactamente en esa dirección hacia la que apuntó Mario Draghi en su detallado informe sobre las claves para revertir el declive de la competitividad de la eurozona. «Urge» cerrar esa brecha de inversión privada en innovación, en revertir la fragmentación del mercado interior y eliminar las duplicidades y barreras regulatorias. En resumidas cuentas: se necesita más gasto eficiente —no corriente—, menos papeleo y zancadillas a las empresas y un mercado con igualdad de acceso para todas, independientemente de que el pasaporte sea alemán o español. Y se necesita ya. ¿Por qué? «Trump impulsará sectores innovadores y protegerá sus industrias tradicionales, que son precisamente donde más exportamos a Estados Unidos», explicó recientemente. Si no se acometen las reformas, el bloque estará abocado a esa «lenta agonía» que predijo el italiano.

Por el momento, la eurozona solo cuenta con el arma de la política monetaria para abaratar el precio del dinero a las empresas, pero el canal bancario no es suficiente para conseguir crecer en escala. «Hay que intentar hacer grandes grupos», deslizó esta semana a Efe el presidente de la patronal española, Antonio Garamendi. No se consigue solo con fusiones, sino alumbrando una plaza única europea adonde pueda acudir cualquier empresa en busca de inversores, como Wall Street.

Las turbulencias políticas amenazan con agravar la crisis industrial

El próximo mes de febrero, los alemanes acudirán a las urnas, tras la caída del Gobierno del canciller Olaf Scholz. Las disputas presupuestarias acabaron dinamitando la coalición de socialdemócratas, liberales y ecologistas. Los sondeos dan como ganadores a los conservadores democristianos de la CDU —el partido de la ex canciller Angela Merkel—, pero lo que ha encendido las alarmas ha sido el fuerte avance de la extrema derecha (AfD), un partido que defiende la salida de la UE y, por tanto, la ruptura del euro —la moneda única se hizo a imagen y semejanza del marco alemán—. El proceso retrasará inevitablemente la configuración de unos nuevos presupuestos y, por tanto, el diseño de las nuevas políticas económicas de la primera potencia económica de la zona euro —incluidos los incentivos a las renovables o el mercado de coches eléctricos—. Al ser interpelada sobre el auge de los eurófobos en el país teutón, la presidenta del Banco Central Europeo se limitó a recordar que «la UE fue alumbrada por los países fundadores, entre ellos Alemania. Eso fue después de un período de tiempo horrible en el que se causó la muerte de muchos europeos. Así que de verdad espero que la historia, la de las raíces de la construcción europea, siga clara en la mente de todos» en esa cita.

A Lagarde no se le escapa que el auge de estos movimientos ultranacionalistas pueden quebrar la hoja de ruta pactada en la UE hasta mediados de siglo y que comporta una serie de compromisos de descarbonización tan necesarios como costosos, que están teniendo un alto precio para los hogares y empresas y que los gobiernos aún no han sabido neutralizar.

Este no es el único factor de inestabilidad política que amenaza con retrasar la reconversión del tejido productivo y las reformas que necesita la eurozona para mejorar la competitividad —pilotan sobre una «mayor integración», como advirtió Draghi—.

Francia es otra piedra en el zapato. La segunda mayor potencia del euro sigue ensimismada con su convulsa crisis política tras la caída del Ejecutivo del liberal Michel Barnier y las negociaciones infructuosas del presidente, Emmanuel Macron, para nombrar un nuevo primer ministro —cuyo nombre podría revelarse este viernes—, excluyendo al partido ganador, también de extrema derecha, Agrupación Nacional.

El país tiene todo en contra. A la inestabilidad política, se suma la incertidumbre económica. Su PIB descenderá el año que viene del 1,1 al 0,8 %. Su déficit alcanza el 6,2 % del PIB y la deuda aumentará del 112,7 al 115,3 %. Por si fuera poco, su sector manufacturero «sigue sumido en una crisis profunda», resume Tariq Kamal Chaudhry, economista del Hamburg Commercial Bank. La actividad en sus fábricas se contrae con rapidez por el hundimiento de los pedidos del exterior, que han caído a un ritmo pocas veces visto en la última década.

Carlos Balado, profesor de OBS Business School y director de Eurocofín señala que «para 2025 se esperan cuatro recortes hasta dejar los tipos oficiales en el 2 %, dado que la situación política de Alemania se ha complicado con la convocatoria de elecciones, y Francia e Italia viven un ciclo económico bajo».

Lagarde lamentó este jueves esa «incertidumbre autoinfligida» a la que abocan las elecciones y las turbulencias políticas: «Probablemente veremos las consecuencias económicas en el primer trimestre del 2025».