Carlos Cuerpo: «Nos corresponde a Díaz y a mí llegar a un pacto sin el arbitraje del presidente»

P. de las Heras / C. Cándido / L. Palacios MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

A. Pérez Meca | EUROPAPRESS

El ministro de Economía asegura que trabaja para lograr la jornada laboral de 37,5 horas, pero ya avisa de que todo el Gobierno ha de estar «cómodo» con el texto

12 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, se ha convertido estos días en blanco de las iras de Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda del Gobierno lo acusa de bloquear la aprobación del anteproyecto de ley que busca reducir a 37,5 horas semanales la jornada laboral, como fijó el pacto de Gobierno entre el PSOE y Sumar. Él lo niega con profusión pero sin aspavientos.

—Que Yolanda Díaz diga sobre usted cosas que ni siquiera dice la oposición, como que lo que hace es de mala persona, debe de escocer. ¿A qué achaca esa beligerancia?

—Habría que preguntárselo a la vicepresidenta segunda. Yo en lo que estoy concentrado es en el fondo del tema, que es la reducción de la jornada laboral. El resto de las declaraciones la verdad es que no me afectan.

—¿Esta crisis puede romper la coalición de Gobierno?

—Niego la mayor. No hay ningún tipo de crisis en torno a la reducción de la jornada laboral, por lo menos en lo que a nuestra posición respecta. Compartimos al 100 % el objetivo, vamos a conseguir hacerlo y lo vamos a hacer de la manera más rápida posible.

—Pues Sumar les acusa de incumplir el pacto y Díaz reunió el viernes a todos sus ministros para exigir que se apruebe ya lo pactado por Trabajo y los sindicatos. Tensión, al menos por la otra parte, parece que existe.

—Hay una expresión en el Reino Unido que es que para bailar un tango hacen falta dos. A mí me gustaría rebajar en la medida de lo que pueda tanto el vocabulario como esa impresión de posibles divergencias. Queremos llegar al mismo destino.

—Díaz insiste en que usted bloquea la ley y aduce que la necesidad de convencer a Junts o el PNV no justifica que se esté reteniendo un texto que se puede negociar en la tramitación parlamentaria.

—No se está reteniendo ningún texto, eso quiero que quede claro. Creo que debemos ser conscientes de que todo texto que pasa por Consejo de Ministros al final tiene el aval del Gobierno y eso es importantísimo. Ahora estamos en el proceso de discusión de los ministerios con competencias en materia económica.

—¿Quiere decir que el texto que tienen sobre la mesa es solo el de Trabajo y que el que salga del Consejo de Ministros debe ser el de todo el Gobierno?

—El que salga del Consejo de Ministros es, por definición, el texto del Gobierno. Es quizá de Perogrullo, pero tiene que ser así. El texto que pasa finalmente al Consejo de Ministros tiene que pasar por todos los filtros necesarios. Cuando se trata de un texto económico, por la Comisión Delegada y, luego, por otro filtro adicional que es la Comisión de Secretarios y Subsecretarios.

—¿Por qué es tan importante que aporten otros ministerios?

—Hay muchas razones. Una evidente es el impacto que tiene en el conjunto de la economía, en un país eminentemente de pymes, una medida como la reducción del límite máximo de la jornada laboral. Luego podemos aterrizarlo, por ejemplo, en la importancia que va a tener para el sector agrario. La visión del Ministro de Agricultura en ese tipo de discusión es algo fuera de toda duda.

—Sumar da a entender que quieren desvirtuar lo pactado.

—El pacto de Gobierno tiene un elemento dual. No podemos quedarnos solo con una parte. Tenemos que tener en cuenta la realidad de la economía de nuestro país, entre otras cosas, esa enorme presencia de pymes a las que hay que ayudar, hay que darles un margen de flexibilidad, acompañarlas, dotarnos de un plan que las ayude a interiorizar estas medidas. Son ellas las que nos van a ayudar precisamente a hacer de esta medida una realidad. Hay que ayudarles a ellas a que nos ayuden.

—¿Debería haberse esforzado más la vicepresidenta en conseguir el aval de los empresarios a esta medida?

—Yo no estoy en asignar un elemento de culpabilidad. Al contrario, tenemos que partir siempre de la base de que todo el mundo lo hace en la medida de sus mayores esfuerzos. A partir de aquí, ya no estamos en ese punto y yo quiero mirar hacia adelante.

—Sus socios de coalición inciden en que si este asunto no se lleva ya al Consejo de Ministros, la ley no se aplicará en el 2025. ¿Usted se fija un plazo?

Para nosotros la fecha es muy sencilla, lo antes posible y con todas las garantías. Trabajamos para que se apruebe en el 2025, pero es muy difícil anticipar la fecha teniendo en cuenta que hay muchos actores involucrados, también a nivel de grupos parlamentarios. Nosotros, una vez llegue al Consejo de Ministros, vamos a pedir una tramitación urgente para que todo lleve la máxima velocidad.

—¿Accedería a retrasar más allá del 2025 la entrada en vigor de la medida en algunos sectores o empresas más pequeñas?

—Creo que he sido bastante claro en el sentido de que necesitamos ayudar a las empresas a que nos ayuden a realizar esta gran conquista. Tenemos que ser conscientes de la especificidad de nuestra demografía empresarial para garantizar que llega lo antes posible y de la manera más estable y más duradera. Desde luego, la entrada en vigor o la particularización de la entrada en vigor para según qué tipo de empresas es uno de los mecanismos de flexibilidad que contemplamos pero no el único.

—En choques precedentes con los socios de coalición —por ejemplo entre Díaz y Nadia Calviño—, siempre hubo un momento en que Pedro Sánchez intervino para dirimir. ¿Lo ha hecho ya?

—Es que a lo mejor en otros momentos no era así, pero en este caso estamos de acuerdo en el objetivo. Por lo tanto, nos corresponde a nosotros ser capaces de plantear una opción con la que estemos todos cómodos para pasarla por el Consejo de Ministros. Tenemos recorrido todavía para hablar y para avanzar en esta discusión sin tener por qué hacer recurso a ese arbitraje del presidente del Gobierno.

«Me siento muy cómodo con una subida del salario mínimo de entre 39 y 50 euros»

Otra batalla que toca resolver antes de que termine enero es el nuevo salario mínimo, asunto que es ya tradición que derive en un nuevo enfrentamiento entre los ministerios de Economía y Trabajo. Pero este año parece que no toca, porque Cuerpo ha avanzado que está muy conforme con la subida que propone el comité de sabios.

—Los expertos recomiendan una subida de entre el 3,4 % y el 4,4 %, entre 39 y 50 euros. ¿En qué tramo se siente más cómodo?

Estoy muy cómodo con los resultados del informe de expertos, con esta horquilla. Tenemos un punto de partida que es excelente. Estoy tranquilo y contento. Y ahora ya pasamos al siguiente paso, precisamente al marco del diálogo social, donde, sobre la base del input del comité de expertos, tiene que llegarse a una propuesta.

—Hay otra crisis abierta con el modelo de Muface. ¿Existe la posibilidad de aprobar un nuevo concierto si no se presenta ninguna aseguradora a la licitación?

Todos los funcionarios tienen que estar tranquilos porque sus condiciones actuales se mantienen. Es decir, hay una prórroga de los contratos anteriores, donde ellos tienen exactamente los mismos derechos, hasta que tengamos ya sobre la mesa los nuevos contratos y, por lo tanto, no van a perder en ningún momento los derechos que tienen. Luego lo que esperamos es evidentemente que esta licitación, donde hemos sido muy generosos al aumentar precisamente los pagos en línea con el aumento de los costes asociados a una población funcionarial cada vez más envejecida, pueda tener el respaldo y la participación de las aseguradoras.

—Este año toca también el primer chequeo de la reforma de las pensiones. ¿Será necesario hacer nuevos ajustes?

—La AIReF va a evaluar hasta qué punto la realidad se está desviando de los supuestos que teníamos en mente cuando aprobamos la reforma. Si hay una desviación sustantiva, habrá que poner medidas sobre la mesa para corregirla y asegurarnos de que las pensiones, el sistema, sigue siendo sostenible. Tenemos en este caso buenas noticias por la buena evolución de la economía, por la buena evolución del empleo y, por lo tanto, la buena evolución también de las cotizaciones con respecto a los gastos. Yo, desde luego soy optimista