La sequía y el cambio climático en Asia amenazan al gran centro mundial de chips para la IA

José A. González MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Javier Castro Bugarín | EFE

Los fabricantes de semiconductores necesitan millones de litros de agua pura para limpiar las obleas de chips

12 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«Las guerras del futuro serán por el agua». Es una frase que han repetido en más de una ocasión científicos, ingenieros, pensadores y políticos. Sin agua, no hay vida ni progreso. Y, al mismo tiempo que las tierras se cuartean y resquebrajan, muchas industrias hacen uso del líquido elemento como si de un recurso infinito se tratara. Algunos estudios revelan que las empresas actuales usan unas 700 veces más agua dulce al año que petróleo. Mientras el vaso, la Tierra, cada vez está más vacío. Las reservas renovables, que se encuentran en ríos o acuíferos subterráneos, se han reducido un 60 % en las últimas seis décadas.

Las industrias miran al cielo y las grandes tecnológicas más aún. La vida humana es imposible sin agua y la artificial también. «El agua es un recurso clave en la fabricación de chips y semiconductores, aunque no la necesiten directamente para funcionar», responde ChatGPT de OpenAI tras ser preguntada por el consumo de agua en la fabricación de sus cerebros. El líquido elemento es crucial en todas las fases de la fabricación de semiconductores.

Esta gran dependencia se está convirtiendo en una vulnerabilidad crítica para la creciente industria mundial del chip. Las fábricas de semiconductores la necesitan para refrigerar los sistemas y generar electricidad. Juntos, según un informe de S&P Global, ya consumen tanta agua como Hong Kong, una ciudad de más de 7,5 millones de habitantes. Pero lo que realmente impulsa la demanda de agua de este sector es su necesidad de agua ultrapura, que se utiliza para enjuagar los residuos de los chips de silicio durante el proceso de fabricación. Esta es miles de veces más limpia que el agua potable y se trata mediante procesos como la desionización y la ósmosis inversa para eliminar contaminantes. Se necesitan entre 2.500 y 3.000 litros de agua corriente para producir unos 1.000 de agua ultrapura.

El ritmo vertiginoso de la adopción de la IA en los últimos dos años ha puesto a prueba la capacidad de la industria para suministrar los chips especiales de alto rendimiento necesarios para ejecutar las operaciones intensivas de procesos. Las miradas se dirigen a Taiwán con TSMC a la cabeza y también a Corea del Sur con Hk Hynix y Samsung como los fabricantes que dan vida a la inteligencia artificial. En los últimos meses, el sector ha visto cómo la producción de semiconductores no conseguía satisfacer la demanda de chips para la expansión de la IA.

Una situación que preocupa a las principales empresas: «La escasez de chips de IA está poniendo tensos a nuestros clientes», advirtió en la última presentación de resultados el director ejecutivo de Nvidia, Jensen Huang. La firma estadounidense copa el mercado de procesadores que permiten, por ejemplo, a ChatGPT de OpenAI o a Gemini de Google, entre otras que respondan como casi humanos. El negocio de Sam Altman o Sundar Pichai necesita al de Huang, y el de Huang necesita a las factorías asiáticas de producción de semiconductores. Sin embargo, las líneas de producción de TSMC, ARM, SKHynix y Samsung están cada vez más saturadas.

Tras la vuelta a la normalidad, el sector de la automoción vio cómo las factorías de vehículos quedaban paralizadas casi en su totalidad por la falta de suministros. Las grandes tecnológicas se asoman a este precipicio y aún no han tenido en cuenta otra variable que poco a poco empieza a asomar en las memorias de sostenibilidad: la sequía. La fabricación de chips es un negocio sediento y hasta el momento el grifo siempre ha estado goteando sin cesar.

La temporada de tifones riegan con mucha agua las tierras taiwanesas y llenan los embalses para abastecer a la población y a las grandes manufactureras del país. Pero el cambio climático y la ausencia de la temporada de lluvias debilitaron las reservas hídricas del país, especialmente en 2021. Los pantanos de esta isla asiática quedaron por debajo del 20 % en un año que fue calificado como el «peor en medio siglo». Los agricultores taiwaneses veían cómo sus tierras se resquebrajaban. El Gobierno decidió por tercera vez en 20 años cerrar el grifo a los campesinos, mientras a unos escasos metros de alguna de estas parcelas las fábricas continuaban con normalidad su día a día.

Dos años más tarde, en el 2023, las restricciones se trasladaron a muchas de las factorías presentes en el país. Para sortear aquella limitación, TSMC transportó agua en camiones y aumentó las tasas de reciclaje del bien natural que escasea. A medida que el cambio climático altera los patrones climáticos globales, algunos observadores temen que tales sequías (y sus consecuencias generalizadas a través de las cadenas de suministro globales) puedan volverse más comunes. Por ahora, TSMC y otros fabricantes de chips, entre ellos Vanguard International Semiconductor Corporation y United Microelectronics Corp, afirman que no hay ningún impacto en la producción, pero todas ellas ya están pensando en buscar agua en pozos o quizá mirando al mar con la puesta en marcha de varias desaladoras.