La ex concursante de Gran Hermano recordó sus años de estudiante de bachillerato en algunos escenarios de la capital
19 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.«Debo a las religiosas de María Inmaculada creer de la manera que yo creo: prefiero llevar un trozo de pan a alguien que rezar una oración». Con el chorro de voz que la caracteriza, la ex concursante de Gran Hermano Aída Nízar proclama su devoción por San Antonio en el ámbito de lo espiritual y, en el de lo tangible, por la labor que desarrollan en Lugo las hermanas de la congregación de María Inmaculada, una de las cuales es su tía carnal por parte de madre. «Mi tía Carmen es como una droga de felicidad. Aunque yo ahora vivo en Barcelona, hacemos por vernos porque yo la necesito», aseguró.
Este fue uno de los motivos de que Nízar pasara en Lugo cuatro días, aunque no el único. Mucho antes de compartir casa con los concursantes de la quinta edición de Gran Hermano, una Aída adolescente entraba y salía cada día del convento de la plaza de Santo Domingo para ir al instituto de San Xillao, entonces en la avenida de Carrero Blanco y hoy Fontiñas. «Es que... ¡Cómo ha cambiado Lugo! Con tantas calles peatonalizadas, tantas boutiques y jardines... Es muy distinto a lo que yo recordaba», señaló mientras comía una tapa de champiñones y bebía agua del tiempo en uno de sus locales favoritos, el Mesón da Rúa. «Me encanta, aquí venía yo con mis amigas y con la tuna, que nos rondaba en el convento...», apuntó risueña.
El convento, como ella dice, sale decenas de veces a relucir en la conversación. Primero, porque allí vivió cuatro años -Bachillerato y COU-; segundo, porque allí la educaron con «disciplina y libertad» su tía Carmen y el resto de la congregación y, tercero, porque «en julio se cierra uno de mis hogares».
Tristeza
La falta de vocaciones impide a las religiosas del «servicio doméstico» seguir desarrollando su labor en Lugo, algo que apena sobremanera a la televisiva mujer, hoy de 32 años. «Cientos de familias sin recursos comen en Lugo gracias al trabajo y al tiempo de las hermanas de María Inmaculada y gracias a la generosidad de las empresas de Lugo, que me quito el sombrero ante su colaboración». Nízar pasó la mañana del miércoles yendo de empresa a empresa junto a su tía, la hermana Carmen, para recoger alimentos que luego se reparten en el comedor de San Froilán, en el de los Evangelistas y en el banco de alimentos. Fruta, jamón y embutidos, empanadas y otros productos de firmas panaderas... «Todo se aprovecha y son cientos de familias las que comen cada día gracias a esto», subrayó.
Ella ha querido ser una mujer polémica, a pesar de que eso «en ocasiones, hace sufrir a la gente que quiero». Cada bronca en un plató de televisión, los posados en las revistas o los miles de dimes y diretes que han hecho famosa a Nízar también llegan a los oídos de las monjas en Lugo. «Mi relación con las hermanas es de admiración y cariño. Ellas no me dicen nada porque saben el gran corazón que tengo y que hay muchas maneras de hablar de Dios», zanjó la vallisoletana poco antes de apuntar que «la televisión es solo el uno por ciento de mi vida y yo, en mi día a día, soy una persona muy discreta».