«La competencia digital básica debería obtenerse en la secundaria»

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Docentes universitarios comparan la importancia del conocimiento con las habilidades

06 jul 2021 . Actualizado a las 12:58 h.

Los alumnos que entran en la universidad desconocen el funcionamiento básico de un ordenador, una carencia que les impide entender muchas de las cuestiones relacionadas con la tecnología diaria. Así lo cree Francisco Bellas, investigador del Centro de Investigación TIC (Citic) de la Universidad de A Coruña y uno de los participantes en el encuentro Ensino dixital ante o covid que organiza La Voz de Galicia. El otro participante fue Ángel Carracedo —investigador de relevancia internacional, director de la Fundación Pública Galega de Medicina Xenómica y Premio Nacional de Genética— en su calidad de docente de referencia en el StemBach y miembro del Comité Educativo de Galicia.

Durante una hora, ambos profesores universitarios analizaron cómo debe formarse a los estudiantes de secundaria para que estén preparados para entrar en las facultades, y cómo debe ser de hecho la enseñanza en los campus. Ambos se mostraron a favor de un cambio profundo en el currículo, especialmente el de bachillerato, para que deje de ser enciclopédico y centrado en el contenido, y en cambio tenga una parte más de capacitación, de habilidades. Bellas ha detectado que «la capacidad de reflexión del alumno que entra de la universidad es menor que hace diez años» y Carracedo cree que el problema es sobre todo su pasividad en la búsqueda y selección de la información.

Francisco Bellas cree que la materia de TIC debería ser troncal obligatoria en secundaria para que los alumnos tengan claros algunos conceptos básicos que los conviertan en algo más que usuarios de la tecnología: «La competencia digital básica debería obtenerse en la secundaria», resumió.

Sí reconocen ambos que también en la universidad hay un exceso de contenido teórico —en este capítulo fue especialmente crítico Ángel Carracedo con Medicina— y que muchos profesores desconocían en el mes de marzo las herramientas básicas digitales, algunas con más de diez años de funcionamiento, aunque «los servicios de formación universitaria son bastante potentes y ahora estamos mucho mejor», como apuntó Bellas. Cree que la asignatura pendiente, o lo que es lo mismo la oportunidad de cambio, viene por la creación de contenido digital adecuado: «No se puede dar una clase de una hora con un powerpoint y una voz en off», reconoció el doctor en informática.

Modelo obsoleto

Algo similar opinaba Carracedo, quien con su sencillez habitual explicaba que en marzo pensaba que «por fin iba a cambiar todo», pero «seguimos igual, con las clases de siempre, una transmisión oral del conocimiento que es pre-imprenta». Para este investigador de talla mundial es el momento de afrontar un «cambio conceptual» de la enseñanza, que ha demostrado que el sistema está obsoleto, y no solo en la universidad, sino en general.

«Todo el bachillerato tenía que ser StemBach»

Tanto Ángel Carracedo como Francisco Bellas tienen mucho que ver con el desarrollo del programa de excelencia StemBach que se desarrolla desde hace tres años en Galicia. El primero como colaborador y miembro del Comité Educativo. El segundo, como coordinador del programa en el campus de Ferrol y como investigador del Centro de Investigación de TIC de la Universidade da Coruña. Y los dos son firmes defensores de esta iniciativa en la que participan ya cuarenta centros gallegos. Tanto es así que para Carracedo «todo el bachillerato tenía que ser tipo StemBach».

¿En qué consiste este modelo de bachillerato que defienden Carracedo y Bellas? El objetivo de este programa educativo gallego es formar a los alumnos de los últimos cursos de secundaria en el pensamiento y en el método científico —STEM son las siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas—. Desde su puesta en marcha en el 2018, se desarrolla durante los dos cursos de bachillerato e incluye el desarrollo de un trabajo de investigación que los alumnos tienen que defender de forma pública al finalizar, una materia extracurricular semanal y actividades complementarias de formación. Un programa, además, que pese a desarrollarse durante el bachillerato, está muy vinculado con el mundo universitario. De hecho, los alumnos tienen dos tutores, uno en su centro y otro en la universidad.

«Son gente listísima, que apoyados por sus profesores programan, tienen ideas»

Para Carracedo, que cada año recibe alumnos StemBach en el laboratorio del Grupo de Medicina Xenómica de Santiago, «es una experiencia extraordinaria», porque los participantes son alumnos «con alegría, inteligencia, ganas de interaccionar». De ahí que considere que debe promoverse este tipo de educación que supone, para todos los que participan en ella, tanto docentes como alumnos, «un trabajo adicional», dice, pero un trabajo «que compensa». «Son gente listísima, que apoyados por sus profesores programan, tienen ideas. Están haciendo un esfuerzo increíble y esa es la manera de aprender, de conectarse con el mundo de la investigación, de ver cómo es el mundo real», dice el profesor.

En el caso de Francisco Bellas, los proyectos StemBach con los que trabaja son fundamentalmente relacionados con el ámbito de la ingeniería. Su experiencia con los alumnos es también muy buena: «Les interesa sobre todo el laboratorio, hacen mucho trabajo de laboratorio, y es muy positivo».

Vale para Oxford pero no para España

La participación en el StemBach no tiene peso en el expediente de los estudiantes. Esto, a entender de Bellas y Carracedo, debería corregirse. Ambos creen que esta modalidad de bachillerato debería potenciarse y, para ello, una buena fórmula sería, apunta Bellas, darle peso en el currículo del alumno. Carracedo insiste en esta idea: «Lo que me da mucha rabia es que esta experiencia, que para entrar en Oxford les serviría mucho, aquí no les cuente nada».

El Citic diseña una asignatura de inteligencia artificial para el bachillerato

Francisco Bellas lleva un año trabajando desde el Citic en la realización de un proyecto piloto para diseñar una asignatura de Inteligencia Artificial para bachillerato. Lo hace dentro de un programa Erasmus + K201 en el que participa con seis centros educativos de toda Europa —dos gallegos (el IES David Buján, de Cambre, y el CPI A Xunqueira, de Fene), un italiano, un finlandés, un esloveno y un lituano—. 

El proyecto estará listo en un par de años y se ha pensado para el bachillerato en España, para los últimos años de la educación secundaria. «La inteligencia artificial está en todos los ámbitos de la sociedad y tiene implicaciones éticas, sociales y técnicas». La materia que están preparando las aborda todas. De hecho, los alumnos tendrán una idea general de la parte técnica que sustenta la inteligencia artificial, como el manejo de cantidades ingentes de datos y si estos pueden o no tener algún sesgo que haga las conclusiones más o menos acertadas o interesadas. Pero la materia dibuja un escenario más complejo, donde poder comprender las interacciones que las personas acabaremos teniendo con máquinas que van aprendiendo y corrigiéndose solas.

De la técnica a la ética

Es una asignatura que se prevé muy interesante, a medio camino entre la filosofía, la estadística y la informática. Lo importante es que el estudiante se forme en este campo más allá de que estudie o no una carrera tecnológica porque «es muy probable que en su vida adulta se encuentre trabajando en alguna ocasión con inteligencia artificial» al margen de a qué se dedique.

Ángel Carracedo valoraba muy positivamente el desarrollo de la IA en la medicina en un mundo en que «es difícil progresar en los tratamientos». Por eso la medicina personalizada «con tratamientos más ajustados a cada paciente» es tan interesante, porque integrará una gran cantidad de datos, algo que el médico no puede manejar solo, porque van desde el perfil genómico hasta la historia clínica de la persona o su trazado epidemiológico. «Las aplicaciones nos ayudarán a tomar decisiones» y, espera, permitirán «la desburocratización del procedimiento sanitario, y que eso nos dé más tiempo con el paciente». Para Carracedo es imprescindible el contacto directo entre el médico y el enfermo, pero cree firmemente que la tecnología puede servir de ayuda para hacerlo más eficaz, no para sustituirlo.

 

«A veces les digo a mis alumnos ''prefiero que no vengáis'' antes de tenerlos aquí con distancia y sin verles las caras»

¿Cómo se vivió en la universidad la pandemia y la reconversión de las clases en telemáticas? Tanto Ángel Carracedo como Francisco Bellas reconocieron hablar a título personal, y para Carracedo la experiencia no está siendo nada positiva: «Aunque yo con la tecnología me arreglo muy bien, necesito en la enseñanza el contacto y la proximidad de los alumnos» y por eso no lleva «nada bien» esta nueva situación. «No ver las caras me dificulta la comunicación —reconoce— y en las clases presenciales, con muy pocos alumnos y muy separados, me falta la proximidad de los alumnos. No me gusta». De hecho, en cierto sentido prefiere las clases puramente en línea: «A veces les digo a mis alumnos ''prefiero que no vengáis'' antes de tenerlos aquí con distancia y sin verles las caras»; para el investigador, la clase ideal es una en la que participa contando algo a sus alumnos y estos intervienen, lo rodean, opinan. De hecho, dice que cree que los estudiantes de ahora «son superobedientes», en exceso, incluso: «Me gustaría que fueran más críticos», que se cuestionen la formación que reciben. Sin embargo, detecta que tienen poca autonomía, aunque la van ganando con los años y «en cuarto y quinto» ya han madurado muchísimo.

Para Francisco Bellas el contacto con los estudiantes es también fundamental, y cree que en las ingenierías «sin el factor presencial el aprendizaje no tiene sentido», y pone como ejemplo la robótica, cuyo dominio exige el manejo de los aparatos: «En su trabajo tendrán robots».

Ambos echan de menos que los estudiantes sean más selectivos con la información que reciben y que esta vaya más lejos de lo que exige el currículo académico, sobre todo en colectivos como ingenieros o médicos, llamados a ser líderes de la sociedad. Pero entienden que con el programa de formación en la secundaria que hay ahora mismo resulta imposible plantearse otro aprendizaje que salga del temario oficial, sobrecargado.