
De los pupitres unipersonales anclados al suelo a las mesas con ruedas para cambiar la disposición del aula en apenas unos minutos, la tendencia apuesta por muebles que propicien las actividades grupales
03 oct 2021 . Actualizado a las 06:37 h.De los pupitres con varios puestos en banco corrido y sin respaldo, a las sillas ergonómicas y los pupitres con ruedas. Los centros educativos de toda España han ido evolucionando a lo largo de los años no solo condicionados por la moda, sino por la comodidad y, sobre todo, entendiendo cada vez mejor su utilidad.
«Tanto el espacio como el mobiliario escolar son importantes porque no son contenedores neutros. Su uso no está destinado únicamente a sentarse y apoyar las cosas, sino que interactúan con la persona y con la actividad que se lleva a cabo», explica Julia Crespo Comesaña, profesora de organización y gestión del centro escolar en la Facultad de Educación de la USC. «Hay que fabricarlos y colocarlos inteligentemente según el objetivo, pues se trata de una herramienta inteligente», apunta.
A pesar de su importancia, tenemos que remontarnos a finales del siglo XIX para ver mobiliario escolar específico, con modelos difundidos en toda la geografía española, tanto a nivel gallego como nacional, e incluso europeo. Hasta el momento, las escuelas tenían mobiliario propio, normalmente diseñado y construido por el carpintero del pueblo. «Fue entonces cuando surgió la idea de que el mobiliario escolar era algo que había que pensar aparte, que no es una cosa que hace cualquiera con cuatro tablas», cuenta Fátima García Doval, jefa del servicio de coordinación estratégica e innovación de la Consellería de Educación.
Así, los estudiantes a lo largo y ancho del país comenzaron a disfrutar de unos muebles estándar, diseñados por primera vez con un objetivo concreto: dar clase. Julia Crespo explica que «el espacio y los muebles responden a la metodología de trabajo que aplicamos», por lo que estas aulas no invitaban a trabajar en grupo. «Es una cuestión cultural. Si nos encontramos con pupitres unipersonales que miran al frente, es decir, al profesor, no estaremos motivados a interactuar con los compañeros, sino que la situación invitará a que el docente tenga toda la atención del aula, siguiendo el enfoque tradicional en el que una sola persona habla mientras que el resto escucha», añade.
Un cambio de mentalidad
Poco a poco, la mentalidad ha ido cambiando, pero fue necesaria una revolución previa: la EGB. Su llegada, con la Ley General de Educación de 1970, consolidó un sistema nunca antes conocido en España en el que se intentó escolarizar a toda la población hasta prácticamente la mayoría de edad. De repente, niños y niñas de todo el país comenzaron a pasar etapas más largas en las escuelas, por lo que no solo fue necesario crear un mobiliario cómodo, sino adaptado a las diferentes edades.





Fue entonces cuando llegó es clásico modelo de sillas color haya y verdes, un diseño industrial que incorporaba estructuras de metal y nuevos materiales como laminados, así como la separación de la mesa y la silla de forma definitiva, preferentemente en soluciones unipersonales. Era un mobiliario resistente, duradero y, sobre todo, igual, «pues cuando se instauró la escolarización obligatoria hicieron falta colegios por todas partes —por eso hay tantos centros iguales, porque se hicieron todos a la vez— y los muebles se produjeron en masa. Fue esa la que necesidad configuró el mobiliario», puntualiza Fátima García.
Ahora, la propia Fátima asegura que se viene cociendo otro cambio de perspectiva. «Ya tenemos a todos los niños y niñas integrados en el sistema escolar y tenemos que dar un paso para desarrollar competencias que van más allá de lo puramente académico». A la vez que la sociedad pide dinámicas de trabajo en grupo, algunos centros comienzan a integrar mobiliario nuevo, como sillas muy ligeras y fáciles de transportar, lo que evitará el clásico terremoto que conlleva reconfigurar la clase. Para garantizar esta movilidad, ahora las mesas individuales portan dos ruedas que permiten, con tan solo levantarlas por un lado, como si se trata de un carro de la compra, desplazarlas sin apenas ruido y esfuerzo, a lo que se le suman las mesas de aulas multifuncionales que, además, son plegables, lo que permitirá convertir un ambiente de trabajo en grupo en un aula despejada para hacer una actividad de motricidad en cuestión de minutos.
No se va a cambiar todo de golpe y porrazo. Además, no hay porqué deshacerse de todo el mobiliario antiguo porque ya no valga, pues hay cosas que siguen siendo la mejor solución posible. Simplemente, se trata de mantener un mínimo de unidad estética a la vez que se avanza en cuestión de materiales, diseño y ergonomía, siempre con los alumnos y la calidad de su aprendizaje en mente.