Lola Morales lo hizo por su hija Daniela, de cuatro años, pero acabó convirtiéndose en un mapa de estudio para alumnos de segundo de bachillerato. Así es esta urbe, que ha revolucionado las redes, y que tiene personajes, teoremas y problemas matemáticos
08 nov 2022 . Actualizado a las 15:18 h.Lola Morales gritó este verano «¡Eureka!» y lo hizo cuando vio que podía unir sus dos grandes pasiones: su hija Daniela de apenas 4 años y las matemáticas, en una especie de juego para pensar. Lo que empezó como un entretenimiento para la pequeña acabó siendo toda una ilustración de referencia en las aulas de Matemáticas de algunos institutos del país. Así de simple y de complicado a la vez.
«Fue surgiendo poco a poco. Quería hacerle a mi niña pequeña unos dibujos para que se los llevara en la cartera, pero claro, tenía que aprender a dibujar porque nunca lo había hecho. Entonces, me compré un iPad, un cuaderno y unos lápices. Me hice algunos cursos y unos tutoriales de YouTube y fui aprendiendo a dibujar», explica esta profesora de Matemáticas de Madrid, que deseaba también transmitirle a su hija su entusiasmo por la materia que imparte.
«Ella me empezó a preguntar cosas de mates, como algunas figuras o numeritos. Y también le gustan muchísimo las ilustraciones del tipo Buscando a Wally y libros que te proponen buscar objetos o personajes. Así que se me ocurrió que podía hacer algo así», reconoce. Poco a poco la idea inicial fue evolucionando y lo que, en un primer momento, eran dibujos aislados se acabó convirtiendo en una auténtica ciudad con numerosos objetos y personajes relacionados. «Empecé a pensar en dónde ubicarlo y se me ocurrió en los puentes de Königsberg, en la actual Kaliningrado (Rusia), ya que es un problema clásico y que dio origen a una rama completa de las Matemáticas, que es la topología», dice. Y no puede evitar contar la historia: «Son siete puentes que atravesaban el río Pregel de esa ciudad y uno de los hobbies que tenía la gente era intentar cruzar por los siete puentes sin pasar dos veces por el mismo. Pero no había forma. Hasta que le preguntaron a uno de los matemáticos más importantes de la historia, Euler, que resolvió que no se podía hacer. Pero surgió a partir de este problema la teoría de Grafos y toda la topología», aclara.
Ganas de saber más
Esto es precisamente lo que Lola Morales pretende conseguir con su ilustración. A raíz de visualizar un teorema, un personaje conocido o un problema en su Matemápolis, los alumnos o todo aquel que lo consulte pueden iniciar una investigación para conocer en profundidad ese concepto y tratar de entenderlo. «No deja de ser una simple ilustración en la que aparece una ciudad y hay un montón de personajes relacionados con las matemáticas, curiosidades, algunos teoremas o algún objeto clave dentro de la historia de las matemáticas. Está todo en una lista y la idea es ir encontrándolos. Mucha gente no va a saber qué son, pero, a lo mejor, produce la curiosidad de descubrir varios de los temas que aparecen ahí», explica.
El éxito ha sido tal que muchos profesores se han puesto en contacto con ella para decirle que lo están usando en sus aulas y que les permite a los alumnos realizar investigaciones sobre esta materia que a Lola le resulta apasionante. «No esperaba esta repercusión. Todo empezó por mi hija y mira dónde ha llegado. Lo colgué porque ya que había pasado el trabajo, por si alguien quería usarlo también. Y ya sabes cómo funciona esto, que si gusta mucho crece muy rápido», aclara.
Belleza de un lenguaje
Mientras esto sucede, Daniela sigue pidiéndole a su madre buscar algo de lo que aparece en esta ciudad ficticia donde también sale ella. Y Lola no puede disimular su entusiasmo porque sabe que está poniendo la semilla sobre una materia fascinante. «Es como si eres sordo y no puedes escuchar la música. Cuando no se entiende el lenguaje matemático y no se ha disfrutado lo que hay detrás, tampoco puedes ver la belleza que existe en una demostración lógica, que es verdad siempre y que lo has demostrado. Y, a lo mejor, lo haces para infinitos números. Eso es muy fuerte, poder llegar a hacer una cosa así», explica, mientras reconoce que las matemáticas siempre fueron su debilidad. «De pequeña recuerdo pequeños razonamientos que me producían muchísima satisfacción intelectual. Siempre me ha gustado mucho».
Es, precisamente, ese razonamiento lógico el que ha llevado a numerosas empresas a necesitar matemáticos en plantilla. Y se los están rifando: «Ese es el motivo por el que hay tantísimos estudiantes de Matemáticas que antes de acabar la carrera ya están contratados en muchísimas empresas. Los necesitan porque son personas que tienen una capacidad de razonamiento que hace falta en las empresas. En temas de big data, de informática y demás. Y nos estamos quedando sin matemáticos dentro de la docencia. Va a ser un problema grave en los próximos años».
Pero ella tiene claro que seguirá dando clases. «Siempre he sido profe. Tengo una vocación docente y me lo paso pipa. Me da igual lo que cobre. Me encanta estar en clase y me gusta ver a mis alumnos cómo piensan y evolucionan. Además, me fascina trabajar con adolescentes. Es una franja de edad fabulosa», explica. Está claro que a Lola le gustan los retos.