El estereotipo «se ha agravado» en un título donde ellas son apenas el 13 % en primero
16 may 2023 . Actualizado a las 16:37 h.«Lo pienso en las mamografías. Si un hombre tuviese que pasar por esto, se habría diseñado otro sistema», dice una de las profesoras. La situación en la facultad en la que estudiaron y ahora enseñan no puede estar más descompensada. En este curso, solo el 13 % de las matriculadas en primero de Enxeñería Informática de la Universidade de A Coruña, la carrera de la que salen las mentes que pensarán programas como el de las mamografías, son mujeres. Es así desde el 2010, con cursos por debajo del 10 %.
Una realidad similar se vive en los campus de Santiago, con un 16 %, y en el de Ourense, de la Universidade de Vigo, con un 12 % de nuevas alumnas. El fenómeno es global. Las mujeres no quieren ser ingenieras informáticas. Ni el paro cero ni las buenas condiciones laborales son motivos suficientes.
«¿Que un 50 % de la población no está representada cuando diseñamos sistemas informáticos? Sí lo creo», afirma Berta Guijarro, profesora en la facultad más veterana de Informática en Galicia y excoordinadora de su centro de investigación asociado, el Citic. Alumna de la primera promoción, entonces ellas eran el 35 %.
«Hoy hay clases que dan pena. Si son tres, son muchas», comenta su compañera Elena Hernández. «Soy de la promoción del 2005. Es cierto que siempre fuimos menos, pero nunca tuve la sensación de ‘‘soy la única’’. La situación es muy crítica», añade Beatriz Pérez. «Hay menos, pero son los mejores expedientes», apunta otro matiz Virginia Mato.
La falta de informáticas la notan las empresas tecnológicas, los perfiles de las ingenieras son los más buscados. «Cando se deseñan sistemas de información, as mulleres proporcionan outra forma de afrontar e facer as interfaces de usuario. Non por nada, se tes pluralidade no equipo, os puntos de vista son máis diversos e ricos», defiende Nieves Rodríguez Brisaboa, Premio Nacional de Informática en el 2019.
Averiguar el porqué de este desequilibrio que aleja a las mujeres de una de las formaciones con más proyección y mejores salidas laborales es la gran pregunta.
Las diez docentes reunidas son mujeres de ciencia que no olvidan la parte social y emocional que lleva a las jóvenes a elegir estudios y profesión. «O problema de que haxa poucas mulleres, ademais dun tipo de homes moi específico, vén polo estereotipo de friki informático que traballa en sotos e ten vocación de hacker. Que informáticas transcenden? Lisbeth Zalander ou a de gafas de CSI», expone Brisaboa.
¿Un problema del nombre?
El estereotipo ha calado tanto en los últimos años que hasta un nombre puede influir en una decisión tan importante. «Que a carreira se pasara a chamar enxeñería, no lugar de licenciatura, creo que influíu», dice Verónica Bolón. Pero no lo explica todo.
Otros títulos tecnológicos tradicionalmente masculinizados como Enxeñería Naval o de Obras Públicas tienen más alumnas este curso en primero en la UDC, un 26 y un 39 %. Lo mismo pasa en la UVigo, con un 45 % de alumnas en Enxeñería Aeroespacial o un 20 % en Electrónica.
No solo la palabra ingeniería puede echar para atrás. «Teño grupos de prácticas sen rapazas. Pero, nos dous novos graos da facultade, Intelixencia Artificial e Enxeñería de Datos, son o 30 e o 37 %. Aí non aparece a palabra Informática», desliza Bolón.
Las campañas para intentar revertir la situación no terminan de cuajar. «Igual estamos poñendo moito o foco nas nenas. Parece que as queremos culpar por non querer estudar a carreira», apunta Laura Castro, profesora e integrante del colectivo Hello Sisters!
Adriana Dapena, la vicedecana, propone un cambio. «Por que non facemos esta reflexión ao revés: por que hai tan poucos mestres?». Laura Castro añade: «Se os coidados non son importantes para os homes, non van ir a esas titulacións e sempre vai haber una descompensación».
Darse a conocer puede ser un camino para desdibujar el estereotipo. «As nenas saben o que fai unha doutora, pero, e unha informática?», pregunta Bolón. «El problema es que se desconoce. Hay que transmitir que tiene salidas, que es un trabajo cero rutinario y que te relacionas con personas de muchos ámbitos», remarca María Martínez. «Programar, a tecnoloxía, é fácil de aprender, o noso traballo precisa creatividade, empatía, liderado», apostilla Ángeles Saavedra.
Cuando las veteranas comenzaron, la lucha era la de demostrar que estaban a la altura, la de decir que querían una bici o un Exin Castillos por Reyes. Hoy, el tópico es más fuerte. Contra él no hay un algoritmo, pero sí un trabajo desde los equipos de orientación en los institutos a las familias. «Todo filtra, desde los cuatro años de ese, ‘‘soy la única en Robótica en extraescolares, no quiero ir’’, de mi hija», sentencia Beatriz Pérez.