El día que se inauguró la reforma del salón de actos del Alfredo Brañas, el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, explicó que hasta la construcción de centros como el instituto carballés «a formación estaba só nas cidades» y que el acceso a la escolarización «estaba restrinxida a unhas poucas familias». Dijo la verdad, pero se vino arriba al hablar de «igualdade de oportunidades» y de «democratización do ensino». No es así , señor conselleiro.
Un ejemplo: un chico que vive en Vimianzo y que estudia el ciclo de automoción en el Fernando Blanco de Cee tiene que llegar tarde todos los días porque el horario del transporte público no es compatible con el de las clases. Deberá esforzarse más que el que vive en A Coruña o Vigo, además de conformarse con la oferta educativa a la que puede tener acceso por una mera cuestión de logística o de las posibilidades de sus padres. Ahí están esas «poucas familias» que pueden hacer el traslado en vehículo privado, comprarle un coche en cuanto cumple los 18 o alquilarle un piso en una ciudad para que estudie lo que desea.
La enseñanza se ha democratizado, pero solo hasta la ESO. A partir de ahí hay que buscarse la vida si uno tiene la desgracia de vivir donde no haya un instituto o cerca del ciclo que le interesa.
En la Costa da Morte, padres y madres trasiegan hijos para darles un futuro o cumplirles el gusto de tener un oficio, una profesión o unos estudios superiores. Vivir en una zona rural no debería suponer tener menos oportunidades. Luego se sorprenden de que haya despoblamiento.