Sondaxe otorga dos escaños a nacionalistas y al proyecto de Yolanda Díaz, que se intercambian críticas en campaña
14 jul 2023 . Actualizado a las 07:48 h.«O nacionalismo non se refundará convertendo ao BNG en sucursal de Podemos». Ana Pontón parecía defenderse como gato panza arriba hace siete años, desoyendo los cantos de sirena que la invitaban a diluir la que durante treinta años había sido casa común del nacionalismo gallego en las mareas. Aquello ocurría a las puertas de unas elecciones autonómicas que amenazaban con sentenciarles definitivamente tras la irrupción en el 2012 de AGE, fruto de la fractura de Amio, y la continuación de estos bajo la marca En Marea, el paraguas que cobijó a los morados y aupó a Yolanda Díaz a la política estatal. El Bloque tocó fondo en aquellas elecciones, pero resistió al mantener grupo propio en el Parlamento. Nadie en la formación frentista niega hoy el daño que percutió la izquierda rupturista en esa época.
La herida supuró durante años, y podría decirse que por fin cicatrizó con las autonómicas del 2020. El BNG logró un resultado histórico: segunda fuerza con 19 diputados y absorbiendo todo el espacio de las mareas y Podemos. Sin representación en la Cámara gallega, Podemos vagó a la deriva con Antón Gómez-Reino, aliado de Díaz y diputado en el Congreso, como líder sin ejercer. Tras las primarias de diciembre del año pasado, la nueva dirección de los morados aspiró en las elecciones municipales a presentarse con marca propia por primera vez, pero lo hicieron en solo 17 de los 32 concellos donde concurrieron. Bajo sus siglas solo lograron 2.420 votos y un concejal (en Laxe). En conjunto, sumando las mareas de Vigo, Santiago y A Coruña, más de 25.200 papeletas y nueve ediles.
En esta última ciudad afloraron las guerras internas sufridas en este espacio al competir Marea Atlántica contra Podemos, liderado por uno de los fundadores de la primera, José Manuel Sande. Fuentes de estos últimos, como la exconcejal Isabel Faraldo, reconocían que nada separaba los proyectos de ambos para A Coruña. Pero Yolanda Díaz apareció en campaña, apoyando a Sande, y dejando perplejo al exalcalde Xulio Ferreiro, que cerraba la lista de Marea. «Non debería ter tomado partido alí onde hai división», expuso sobre la contradicción de «excluír a uns dese proxecto», añadió en referencia a Sumar.
Una nueva marca
La ministra de Trabajo, vecina de Pontón en el Parlamento hace diez años, volvió a reinventarse en noviembre del 2021. Apareció en Valencia junto a mujeres referentes de la izquierda estatal, como Ada Colau o Mónica García. Nadie de Podemos, pese a la relevancia de las ministras Ione Belarra e Irene Montero. Allí fue aclamada como «presidenta», y la ferrolana avanzó que aquello era «el comienzo de algo maravilloso».
Pronto bautizó a ese proyecto como Sumar. Dilató al límite los tiempos para decidir cómo encajaría Podemos y al resto de partidos en esa marca, hasta que Pedro Sánchez anunció el adelanto electoral hace mes y medio. Ya no había tiempo para las primarias que le urgían los morados y le reclamaba Izquierda Unida. La papeleta del 23J de Sumar lleva estampada la cara de Yolanda Díaz.
Por el camino emergieron nuevos rostros. Al frente de uno de los 35 equipos que elaboraron las bases de Sumar durante el último año, Díaz situó a Marta Lois, doctora en Políticas, concejala de Compostela Aberta y amiga desde la universidad. Cuando tocó registrar el partido la colocó de presidenta, y ahora es candidata por A Coruña. En Pontevedra optó por Verónica Barbero, directora de Trabajo en su Ministerio.
Ambas han mantenido un perfil bajo en campaña, con actos sectoriales a diario y solo el mitin del pasado jueves en el que Yolanda Díaz inició en A Coruña la pegada de carteles. Hoy repetirán con ella en Vigo. Sumar se ha centrado por ahora en las dos provincias atlánticas, y las encuestas apuntan a que esa es la apuesta acertada. Sondaxe les aleja de la tercera plaza en Lugo y Ourense, que sí obtienen en A Coruña y Pontevedra por encima del BNG.
Altas expectativas del Bloque
Néstor Rego consiguió devolver al Bloque al Congreso en el 2019, tres años después de aquellas autonómicas que les asomaron al abismo. Ese regreso evidenció la remontada de los nacionalistas, al alza desde entonces. Tanto es así que aspiran el 23J a contar con un diputado en cada circunscripción, lo que les situaría a un asiento de formar grupo propio (5 actas) y tener por primera vez a un representante de Lugo y Ourense. Pero la encuesta diaria de Sondaxe aleja esa opción.
La pugna por el último escaño se libra entre PP y PSOE en A Coruña, Lugo y Ourense. En Pontevedra, los nacionalistas cierran el reparto de diputados y les separan unos 8.000 votos de los socialistas a la hora de hacer el cálculo del sistema d'Hondt (dividiendo las papeletas entre el número de diputados de la provincia, 7). En el cómputo global de votos, habría una distancia real de 20.000 apoyos.
A nivel gallego, BNG y Sumar se disputan ser la tercera fuerza más votada. Y eso ha llevado a que, en los últimos días, miembros de ambas formaciones intercambiasen acusaciones en redes sociales con temas relacionados con la reforma laboral —ayer Pontón se comprometió a impulsar su derogación total— o la aprobación del tope del gas en la factura eléctrica. Esto último movió a Néstor Rego a acusar a la portavoz de Podemos Galicia de «manipular e mentir». En defensa del nacionalista salió Carmen Santos, exlíder de los morados gallegos, y días antes lo hizo su predecesor, Breogán Riobóo.
Otra baza más para el Bloque: Alexandra Fernández. La hoy parlamentaria nacionalista lo fue antes en el Congreso de Podemos. El BNG compartió ayer un vídeo donde, por su experiencia en la Cámara baja, Fernández «sabe da importancia de defender en Madrid os intereses de Galiza».