El debate más noctámbulo: la pelea por la capitalidad y el reparto de las sedes

Pablo González
Pablo González REDACCIÓN / LA VOZ

ELECCIONES GALLEGAS 18F

María Pedreda

El 23 de junio de 1982 empezó a debatirse la primera ley que saldría del Parlamento, cuyo acuerdo no cuajó hasta las dos y media de la madrugada

04 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia era entonces un país que estaba en construcción. Tenía un Parlamento en un palacio medieval cedido por el Arzobispado, había que pedir permiso al Concello de Santiago para que los primeros altos cargos de la Xunta pudieran utilizar dependencias del pazo de Raxoi y ni siquiera tenía capital administrativa. El 23 de junio de 1982, los diputados empezaron a las 11.40 horas a debatir la primera ley que saldría de la Cámara gallega: la que debatiría la patata caliente de la capitalidad y la ubicación de las principales instituciones autonómicas, una controversia en la que, independientemente de la adscripción política, surgirían las pulsiones localistas que aún hoy sacuden la cotidianeidad gallega. Sería la sesión del Parlamento gallego que terminaría más tarde, concretamente a las dos y media de la madrugada del 24 de junio de 1982, cuando el Mundial ya se estaba jugando en los campos de fútbol españoles.

La opción de Santiago de Compostela ganó de manera aplastante, con 60 votos a favor frente a solo 8 en contra. El Parlamento, la presidencia de la Xunta y todas las consellerías tendrían su sede en la ciudad, y solo el Tribunal Superior estaría ubicado en A Coruña. Pese al resultado inapelable de la votación, el debate fue apasionado y, en ocasiones, brillante. Francisco Vázquez (PSOE) y Pablo González Mariñas (UCD) defendieron ardientemente la opción de A Coruña, pero solo seis diputados más los apoyaron.

En la última sesión parlamentaria que se celebraría en el palacio de Xelmírez —el de Fonseca albergaría la primera sesión el 30 de junio—, Francisco Vázquez había solicitado con toda intención que la sesión se retransmitiera por radio y televisión. «Yo no hice campaña defendiendo la capitalidad —dijo en el hemiciclo Francisco Vázquez—. Yo hice campaña defendiendo una Galicia viva, y creo que de aquí lo que sale es una Galicia muerta». Mientras aseguraba que su escaño en el Parlamento iba a estar al servicio de su ciudad, también se defendía de las acusaciones sobre su escaso compromiso con la idea de Galicia. «Yo creo que nadie puede negar mi galleguidad. He estado en la brecha desde el comienzo y seguiré en ella», proclamó en castellano.

José María Pardo Montero, diputado de UCD, fue el encargado de exponer el dictamen de la comisión parlamentaria que analizó el polémico asunto de la ubicación de las nuevas instituciones, y reparó en el hecho de que esta primera ley no hablaba de capitalidad, sino de sedes, «sen prexuízo de que se poidan situar noutras cidades servizos centrais da Xunta», aseguraba el artículo único de la ley para otorgar un premio de consolación a los perdedores.

El conselleiro de Economía, Carlos Otero Díaz, fue el encargado de defender la ley y lo hizo con un llamamiento a la unidad frente a las consecuencias históricas del localismo: «É un feito ben coñecido que, por unha especie de fatalidade, os galegos desgastámonos entre nós inutilmente no curso da nosa historia».