Dicen que cuando hay un incendio forestal, las peores circunstancias se dan cuando coincide un triple 30: viento de más de 30 kilómetros por hora, más de 30 grados de temperatura y menos del 30 % de humedad. El próximo domingo, de forma figurada entiéndase, también habrá incendio en la sede de algún (o algunos) partido. Y en este caso la combinación de números que tienen que ver es otra: 38-45-65. Esto es: 38 escaños, que es la clave para la mayoría absoluta para cualquiera de los dos bloques (PP o bipartito/tripartito); 45 % de voto, que es donde marcan PP y oposición la barrera para que los primeros sigan o salgan de la Xunta, y un 65 % de participación, que creen en la izquierda que es su gran baza, aunque esto no les garantiza nada: Feijoo ganó con 39 escaños en el 2009 (el voto exterior se lo bajó a 38) con el 70 % de los gallegos yendo a las urnas. Pero esos números son los que están ahora mirando con lupa en los cuarteles.
Qué barón resistirá mejor. El número 38 es clave, por encima de cualquier otro partido, para el PP. Tiene un margen de 4 escaños sobre sus resultados del 2020 (en realidad fueron 41, pero el 42 se lo dio el voto foráneo una semana después). La cuenta es fácil: ceder como máximo uno por provincia. Eso es diabólico a nivel interno porque si se quedan por debajo de esa cifra, aparte del candidato —que será el primer señalado—, habrá un barón provincial al que se podrá apuntar. Ya no se pueden publicar encuestas, cierto, pero los partidos las siguen recibiendo y saben que hay dos provincias con más oscilaciones, las dos del sur. Ourense, por el impredecible efecto de DO, donde hay abundante voto oculto (hay cierto pudor en decir que se vota a Jácome). Y Pontevedra, porque confluyen varias circunstancias. La primera, que Abel Caballero se ha metido en una campaña de autonómicas como no se recuerda (quizá solo desde su fiasco como candidato en 1997). La segunda, el factor presidencia de Diputación, hoy en manos del PP, que puede movilizar villas medianas que son claves. La tercera, Sumar, con un candidato bien conocido en el sector industrial de Pontevedra. Y la cuarta, un Bloque que tiene enchufado a su regidor estrella en la zona, Lores, quizá encendido por su tensión con el PSOE en Pontevedra.
Sánchez, ocho veces. No hay muchos precedentes de ocho visitas del presidente del Gobierno a un candidato en menos de un mes. Ocho visitas hará Pedro Sánchez entre campaña y precampaña para intentar que el mantra de Besteiro («comeza a remontada») se haga realidad. Visitará A Coruña y Santiago en los dos últimos días. Habrá visitado así seis de las siete ciudades (salvo Pontevedra, precisamente). Hace cuatro años un problema en el avión hizo que el entonces candidato Gonzalo Caballero se quedara sin la presencia de su jefe. Pudo ser una premonición...
Programa, programa, programa. El Bloque desinfló las expectativas sobre la convocatoria que había remitido el domingo por la noche: «A candidata do BNG á Presidencia da Xunta, Ana Pontón, presenta o deseño de goberno que porá en marcha se os galegos e as galegas lle dan a súa confianza». Demasiado ambicioso. En el PSOE, que tiene que ser su socio sí o sí para desbancar al PP, escoció. «Cuidado con vender la piel del oso...», comentaba un dirigente. Al final no hubo tal gobierno en la sombra, solo una declaración de intenciones. Cuando se le preguntó por la parte del programa más ortodoxa del Bloque (la autodeterminación que figura en su página 5; que el Tribunal Constitucional no opere en Galicia o la supresión de provincias, ambas en la página 7), dijo que la prioridad era «poñer en marcha un programa de goberno que sexa capaz de levantar a economía galega». Uno recuerda cuando Julio Anguita enfatizaba aquello de «programa, programa, programa».